Un concepto
paradójico que se está convirtiendo en un lugar común
“El fascismo italiano fue una religión
secular, como también lo fueron el nacionalsocialismo alemán y el comunismo,
aunque de forma diferente.”20 Se trata de una tesis en forma de
paradoja lista para convertirse en un lugar común, una antigua paradoja
transformada en una idea que se encuentra por doquier: «El siglo XX, del que los años 1930 ilustran, aunque desgraciadamente no
agotan, el delirio de la barbarie, no fue un siglo ateo. Fue lo contrario de un
materialismo chato, en el sentido en que tal cosa se suele entender, aunque a
veces intentó hipócritamente parecerlo. Fue una época religiosa, sin duda más
religiosa que ninguna otra, pero de una religión pagana cuyos dioses, “ídolos
de piedra y de madera”, se llamaron Estado, Naturaleza o Partido.»21
«Con sus promesas escatológicas, sus
iconos y sus rituales, todo totalitarismo se presenta como una “religión laica”
que desintegra la sociedad civil y transforma al pueblo en una comunidad de
fieles.»22 A primera vista a esta tesis no le faltan argumentos.
En efecto, ¿no es necesaria una convicción de esencia religiosa para sacralizar
la violencia, fanatizar a “minorías militantes”, hacerlas masacrar incansablemente
a los representantes de las “clases moribundas”, a los “monstruos morales” y a
otros “enemigos del pueblo”, para satanizar a los no creyentes y a los
reticentes, exterminar a los oponentes, para perseguir a las iglesias y a los
creyentes que adhieren a una fe competidora, para justificar el terror y las
carnicerías, todos estos crímenes desprovistos de cualquier rastro de
racionalidad política o económica?
Correlato directo de tal idea: el siglo XX fue un siglo ferozmente religioso. «La política moderna es un capítulo de la
historia de la religión. El mundo en el que nos encontramos al empezar el nuevo
milenio está lleno de los escombros de proyectos utópicos que, a pesar de que
se enmarcan en términos seculares que niegan la verdad de la religión, fueron
de hecho vehículos de mitos religiosos. Las tomas del poder por los bolcheviques
y los nazis fueron convulsiones originadas por una fe, tanto como la revolución
teocrática del ayatolá Jomeini en Irán.»23 Este concepto
persigue al pensamiento histórico y político contemporáneo, el concepto de “religión
secular” o “religión política”.24 Un fantasma acecha: se trata, en
efecto, de una especie de espectro conceptual que viene a acosar a varias de
las grandes teorías históricas sin terminar nunca de tomar cuerpo como una
noción estable, comúnmente compartida por el conjunto de los investigadores.
Intentemos seguir la caracterización de los Grandes relatos de la historia, del
“progreso” de la humanidad y del militantismo de masas de los siglos XIX y XX —en
primer lugar el socialismo, pero también las ideologías totalitarias fascistas
y nazis, que fueron sus deliberadas parodias, en clave reaccionaria, liturgias
de masas y cultos al jefe debidamente incluidos— como “religiones políticas”,
aparecidas a lo largo del siglo XIX y “pasadas al acto” en el siglo siguiente.
Se cuentan por centenares las obras, sobre todo en inglés y alemán, que avanzan
estas nociones de Political Religions,
politische Religionen, religiones
seculares o religiones políticas.25 «Religiones seculares»: se trata
de un oxímoron e términos retóricos, un sintagma en el cual el adjetivo parece
contradecir la esencia semántica del sustantivo, un concepto-escándalo. Viene a
sugerir alguna cosa inquietante acerca de la modernidad. Contradice la visión
sostenida a partir de la Restauración por los “progresistas”, la de una
modernidad post-religiosa, una modernidad caracterizada por el retroceso
inexorable de las religiones reveladas y el repliegue de las Iglesias, por la
pérdida de su dominio sobre la vida política y cívica, sobre el pensamiento,
sobre los “espíritus”, caracterizada por los avances concurrentes del
pensamiento racional y del conocimiento científico, lo segundo explicando lo
primero. No se destruye más que lo que se
reemplaza, había dicho Danton: el siglo que lo siguió estuvo penetrado por
esa máxima, ¡la Ciencia y la razón triunfantes iban a terminar con la ilusión
religiosa, proporcionando “consolaciones” equivalentes! Los que sostienen este
paradigma sustitutivo van a quedar consternados por la emergencia del concepto “religión
secular/política”, por la persistencia de lo religioso y de la fe bajo andrajos
engañosamente modernos, de la “religiosidad” latente puesta al servicio de la
Inmanencia del mundo.
Notas
20
Dominique Venner, Le
siècle de 1914. Utopies, guerres et révolutions au 20e siècle. Paris:
Pygmalion, 2006, 189.
21
Bernard-Henri Lévy, Le
testament de Dieu. Paris: Grasset, 1979, 115.
22 Enzo Traverso, dir. Le totalitarisme. Le XXème siècle en
débat. Paris:
Seuil, 2001, 14.
23 John Gray, Black Mass: Apocalyptic Religion
and the Death of Utopia. London: Allen Lane, 2007, 1-2.
24 Les deux
expressions se rencontrent en concurrence ainsi que celle, comportant
péjoration immédiate, de «pseudo-religions», Ersatzreligion. Il me semble qu’il faille préférer «religions
séculières» dont l’adjectif, qui contredit directement le substantif, fait
apparaître aussitôt le caractère transitionnel et hybride du phénomène.
25
Voir mon cahier bibliographique: Religions séculières, totalitarisme,
fascisme : des concepts pour le XXème siècle. Suivi de: Mal
moral, mal politique, mal social. Les intellectuels, les intellectuels de
parti: intellectuels et rôle politique. Trois
bibliographies raisonnées. Précédé
de: Remarques
sur «religions séculières» et «totalitarisme». Discours social, Volume
# 22 bis, 2004. Réédition corrigée et mise à jour, 2010.
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