Un
esbozo de genealogía remontándose a los tiempos del romanticismo
Jean Chaunu en su reciente El paradigma totalitario
admite haber renunciado a “establecer con precisión la genealogía de la idea”
de religiones seculares/políticas que ve aparecer bajo multitud de
denominaciones y definiciones en los años de entreguerras en Don
Luigi Sturzo, Eric Voegelin, E. De Greef, Waldemar Gurian y bastantes
otros.37 Desde Bertrand
Russell à Jules Monnerot
y Raymond Aron se podrían
adjuntar los nombres de muchos otros “espíritus” muy diferentes en los años de
antes y después de la guerra. En realidad la idea había aparecido mucho antes
de las guerras mundiales. En efecto, la historia del concepto es una historia
harto larga e intrincada si se desea establecerla en su génesis y continuidad.
Habría que remontarse más de un siglo en el pasado y exhumar a numerosos
pensadores conservadores y liberales de los años 1830 que se ocuparon de las
nuevas sectas humanitarias cuyos “ensueños milenaristas” amenazaban convertirse
en “pesadillas sociales” dando engañosas esperanzas a clases bien dispuestas a
la ilusión y hostiles al orden establecido, extendiéndose entre las masas
miserables –y la historia pasaría a continuación por todos los sociólogos de los entre dos siglos, XIX y XX, Max Weber, Vilfredo Pareto, Émile
Durkheim, Roberto Michels,
Georg Simmel, Gustave Le Bon y muchos otros.
Las primeras grandes obras de polémica erudita contra esta nueva cosa, el
socialismo y el comunismo, se remontan a la Monarquía de julio, denuncian las
sectas saintsimonianas, societarias, icarianas y otras que alarmaban a la gente
establecida… cuando no había reaccionado tomándolas a broma. El comunismo (en
aquella época perfectamente identificado en Francia con Étienne Cabet e Icaria –y no con el anónimo autor de un
oscuro Manifest der kommunistischen Partei
aparecido en alemán en Londres en febrero de 1948), el comunismo que
se describe en numerosos trabajos eruditos escritos para la actualidad es el de
Esparta y su “comistrajo”, Platón,
las teocracias antiguas, el ideal monástico medieval, los Albigenses, los
Hermanos moravos, los Turlupines, los Anabaptistas de Thomas Münzer, el Münster
de Jan van Leiden… todo lo que se quiera menos una idea nueva en Europa. ¡Es el
retorno inesperado de viejas y perversas “herejías”! Todo el comienzo polémico
de la noción de “religión política” como regresión fideísta en un mundo en
marcha hacia el progreso racional está ya presente… y ¿cómo sorprenderse? Este
principio se funda en el paradigma lineal del progreso: tomando prestados su
fondo escatológico y sus ensoñaciones igualitarias de las religiones de antaño,
el socialismo no podría caminar en el sentido del progreso secular y la marcha
hacia delante de la historia lo condena ipso facto. El más completo de estos estudios, el más
reeditado, es la Histoire du
communisme, de 1848, escrita por un joven abogado, Alfred Sudre, que
se remonta a Esparta, a Creta, después a los Padres de la Iglesia, a las sectas
maniqueas y heréticas medievales… para rastrear en el lejano pasado la tesis
comunista, eterna enemiga del progreso.38 Sudre es el primero que intenta establecer una continuidad
secular entre las ideas “milenaristas”, por debajo del progreso secularizador,
de los simonianos y de los carpocracianos hasta los libertinos espirituales,
los turlupinos, los anabaptistas y los Iguales babouvistas, hasta llegar a los
demócratas sociales de 1848. «La creencia en el milenio jamás se abandonó. Se la ve reproducirse a través de las
edades bajo formas diversas y en cada época, sus partidarios han creído
reconocer en los acontecimientos terribles o extraordinarios de los que han
sido testigos, los signos precursores de la gran renovación.»39
Estudiando las herejías gnósticas subraya las chocantes “analogías que
presentan bajo ciertos puntos de vistas con las utopías socialistas”, pese a “toda
la distancia que separa la fe de la incredulidad”.40 Monseñor Joseph Gaume, figura eminente de
la reacción católica de mediados del siglo XIX, y autor de una monumental Histoire du mal en Europe, predecirá por su parte que el socialismo, al
abandonar la fe, reinstaurará fatalmente, en nombre de un Ídolo terrenal, los
sacrificios humanos, “la inmolación de las personas a cualquier ídolo” —en el fondo el sabio obispo no estaba lejos de
todos esos teóricos modernos de las religiones políticas que van a dar
infaliblemente en la masacre de diferentes enemigos de clase o raza.41
Sin embargo la idea de nueva religión se vuelve a encontrar también entre los
pensadores liberales. La Revolución francesa fue la primera manifestación de la
transferencia del campo religioso a lo político para Tocqueville, que titula un capítulo de L'Ancien régime et la Révolution «Cómo
la Revolución francesa ha sido una revolución que se ha desarrollado bajo la
forma de las revoluciones religiosas y por qué».42 Tocqueville se
esfuerza a continuación por caracterizar “este aire de revolución religiosa que
tanto ha espantado a los contemporáneos”.
Notas
37 Jean Chaunu, Christianisme
et totalitarisme en France dans l’entre-deux-guerres.
Paris: de Guibert, 2008. Vol. 1 et 2 parus. Le vol. 2 s'intitule Le
paradigme totalitaire, 63.
38 Sudre, Histoire
du communisme, ou Réfutation historique des utopies socialistes. Paris:
Lecou, 1848. Et nombreuses rééditions : Guillaumin, 1856 etc.
39 Ibid.,
319.
40 Ibid.,
326.
41 J.-J. Gaume, Mort
au cléricalisme, ou Résurrection du sacrifice humain. Paris: Gaume, 1877, 281.
42 Livre I, ch. 3.
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