https://telegra.ph/How-to-overcome-the-paradigmatic-deadlock-05-11
La muerte del paradigma liberal y el auge de la
tecnocracia
Quisiera agradecer a nuestro amigo de
Alemania Peter Topfer que haya tomado nota de mi intervención en la
reciente conferencia internacional sobre la multipolaridad. Y si mi
modesta contribución ha llamado la atención, es porque he tratado
de señalar que en estos momentos, a pesar de los grandes conflictos
entre varios países, todos siguen sumisamente la misma agenda
globalista. He mencionado que se trata de lo que se llama el Gran
Reinicio, Agenda 21 o Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible,
adoptada por la ONU. Y si todos los países sin excepción siguen la
misma agenda, el resultado al que se llegará será el mismo para
toda la humanidad. Es decir, la desaparición
de cualquier particularidad colectiva, religiosa, civilizacional y de
identidad cultural. Se trata del programa de largo
alcance de las élites globalistas que se reduce a sólo dos
prioridades: DESPOBLACIÓN y CONTROL.
Y los medios para alcanzar estos objetivos demoníacos son los que
proporciona la tecnociencia. Se trata del complejo fenómeno de la
destrucción del
hombre como
creación divina o,
para quienes no suscriben ninguna fe religiosa, del
hombre natural tal como ha
existido a lo largo de la historia.
Y quien
ignore esta evidencia, prefiriendo quedarse sólo en el plano de la
animación de ciertas rivalidades, incluso reales, entre diversos
Estados y grupos de Estados, manifiesta al menos un error de
perspectiva. Por otra parte, además de las políticas de
homogeneización del mundo mencionadas en el texto anterior (adhesión
a la política genocida de la OMS,
digitalización
total de la sociedad,
eliminación del dinero en efectivo
e imposición
de las CBDC,
introducción
de documentos de identidad electrónicos,
expansión
de la red 5G
y aceptación
del plan de desarrollo tecnológico 6G,
adhesión
al mito climático,
etc.),
también hay que recordar la guerra total
contra la identidad sexual y la familia (la teoría de
género y el feminismo forman parte de las convenciones de la ONU y
de las políticas de la UE, la OTAN, etc.). Y el hecho de que los
países del Este y del Sur aún no hayan alcanzado el nivel de
degradación del Occidente colectivo es un estado provisional de las
cosas, porque ningún régimen político puede poner freno a la red
mundial de Internet, ni a la inmensa ofensiva cultural a través de
la hollywoodización del mundo.
En
otras palabras, la devastadora guerra
cultural, la ruptura
de los códigos morales, la dinamitación
de las tradiciones y la rápida
homogeneización del mundo están adquiriendo
ritmos y proporciones colosales. Y a este tipo de agresión
identitaria generalizada y omnipresente no se le pueden oponer
únicamente los métodos económicos, tecnológicos y militares de
que disponen los Estados que plantean pretensiones de formar polos
geopolíticos independientes.
Otro factor que debe tenerse
en cuenta en nuestros análisis geopolíticos es el hecho de que hoy
en día los Estados del mundo ya no
representan actores internacionales independientes.
Las empresas transnacionales han
subordinado decididamente a los Estados y lo
económico ha tomado el control sobre lo político. Se
trata de un tópico conocido desde hace varias décadas. En estas
condiciones, sobrestimar el papel de los estadistas en puestos clave
es una lamentable exageración. Y si los
Estados se han convertido en cáscaras vacías, manipuladas por
algunos grupos privados, ¿hasta qué punto podemos
ignorar otro problema, bien conocido en la Modernidad? Se trata del
paradigma de democracia que triunfó tras la Revolución
Francesa.
En las condiciones de los logros tecnológicos
actuales y del impacto de los medios de comunicación de masas en la
mente colectiva, la ideología liberal
basada en el parlamentarismo, el pluripartidismo, el electoralismo y
la religión de los derechos humanos no
representa más que una gran ilusión cultivada por las élites
globalistas. Pero es precisamente este sistema de
referencia el que se considera en todas partes como la única forma
de organización política de la sociedad. Precisamente por esta
razón todos los Estados miembros de la ONU, incluidos los que
calificamos de antiliberales, se ven
obligados a simular
regularmente algunos procesos
electorales y a alimentar
el mito de la soberanía del pueblo. Así, incluso
quienes se proclaman conservadores o comunistas son víctimas de los
mitos fundacionales de la Revolución Francesa. Y, sin embargo, el
liberalismo político que sustenta la democracia de masas, asegurando
el dominio de los prestamistas y comerciantes, aparece en la
actualidad como una realidad obsoleta. En la actualidad, las
técnicas de control
mental, moldeado
del comportamiento y
gestión de la
percepción permiten que el sistema supuestamente
democrático funcione sin desviaciones en interés de las élites
satanistas.
Los círculos
ocultos que se esconden detrás de organizaciones como el FEM,
la Comisión Trilateral,
el CFR, el Grupo
Bilderberg, el Club de
Roma, etc. y que operan a través de organismos
internacionales oficiales como la ONU,
la UE, la OMS,
la OMC, el FMI,
el Banco Mundial, el Banco
de Pagos Internacionales, etc. ostentan unos
instrumentos de dominación ante los que ningún Estado es capaz de
resistir. Se trata de entidades nebulosas como Big Money, Big Tech,
Big Pharma, Big Media… con un impacto
global devastador. Frente a semejante tsunami de
proporciones diluvianas, cualquier pretensión de independencia
política y autonomía civilizatoria evidencia o una burda ingenuidad
o un simulacro.
Las realidades mencionadas se revelan
ampliamente en multitud de libros y estudios. Pero no podemos dejar
de admitir que, por ahora, no ha sido posible identificar vías
eficaces de resistencia frente a estas tendencias tremendamente
poderosas. El paradigma liberal como expresión de la religión
política de Occidente, que fue desenmascarado por muchos autores
brillantes, entre los que destacan Alain de Benoist y
Alexander Dugin, permanece en el pasado. La propia
"civilización del dinero" que se ha afirmado en los
últimos siglos en el Occidente globalizado está al borde de la
extinción. En una sociedad sin dinero en efectivo, la función de
esas unidades convencionales asignadas electrónicamente será
radicalmente distinta de la actual.
La
teoría política liberal ha cumplido su nefasta función histórica,
siendo abandonada en la actualidad por las élites globalistas que la
han utilizado para dominar a las masas, apoderarse de la riqueza
mundial, someter a sus Estados y concentrar todo el poder político a
escala mundial. Las élites globalistas ya no necesitan sus
herramientas teóricas ni su manifestación político-jurídica y
económica.
Pero la muerte del Homo oeconomicus no
determina automáticamente el renacimiento del Homo hierarchicus como
expresión de la tradición. Louis Dumont lo ha dicho todo
sobre este tema, pero su excelente investigación se refiere sin
embargo a una época que ha llegado a su fin lógico. La
sacralización de los dogmas del capitalismo clásico, el
endiosamiento de un Adam Smith, el carácter axiomático del
darwinismo social en economía, la libre competencia y la propiedad
privada pertenecen al pasado, hoy no son más que un simulacro o un
camuflaje propagandístico. La historia del capitalismo como
"destrucción creativa" (Werner Sombart) cierra su
ciclo.
En la actualidad, la oligarquía globalista o
superclase mundial (David Rothkopf, Michel Geofroy) se
acerca al cumplimiento total de su estrategia de esclavización y
control. La Plutocracia establece una tiranía mundial absoluta con
otro nombre (Tecnocracia).
El Gran Dinero asegura su dominación mundial a través de la Gran
Tecnología. Al triunfo de la ideología económica, excelentemente
descrito por Louis Dumont, le sucede el triunfo de la
ideología tecnocrática. En la actualidad, cualquier análisis
geopolítico que ignore la entrada en la escena de la historia de un
nuevo fenómeno (la Tecnocracia) es incompleto e implícitamente
distorsionador. El autor estadounidense Patrick M. Wood es
indispensable para comprender en profundidad esta realidad con un
impacto mundial sin precedentes en la historia.
Una
realidad complementaria a la descrita anteriormente se denomina
Transhumanismo. Klaus
Schwab nos familiarizó con este concepto allá por 2016, a
través de su libro "La Cuarta Revolución Industrial".
Y ningún país del mundo parece poder resistir este peligro para la
existencia misma de la humanidad. Al contrario, la tecnofilia y el
encantamiento provocados por la aparición de la Inteligencia
Artificial, así como la digitalización total del mundo, se han
apoderado de las masas y de los gobernantes por igual. El filósofo y
teólogo francés de origen rumano Jean Boboc ha hecho una
aportación fundamental al desciframiento del transhumanismo. Y
cualquier análisis político que ignore este fenómeno de una
magnitud y gravedad abrumadoras es parcial y, por tanto, incapaz de
captar la imagen global del mundo actual.
La muerte
del Imperio estadounidense y el nacimiento del Imperio chino como
motivo de júbilo de los partidarios de la multipolaridad
Otro hilo común en
los análisis de los autores del bando contrario a la hegemonía
estadounidense es el júbilo por el ascenso de China a la escena
mundial como líder económico y tecnológico indiscutible. Detestar
al Occidente colectivo como expresión del mal absoluto y desafiar el
dominio estadounidense crea a menudo la tentación de suscribir,
conscientemente o no, la idea del dominio chino. La Nueva Ruta de la
Seda hace las delicias de los partidarios de la multipolaridad,
impidiéndoles a menudo ver una
realidad sorprendente, a saber, que si este gigantesco proyecto chino
tiene éxito, el mundo volverá a ser unipolar, con un único centro
de mando situado en Pekín. Recordamos que One
Belt One Road es una estrategia global de desarrollo
de infraestructuras adoptada por el gobierno chino en 2013 con el
objetivo de invertir en más de 150 estados de los 193 existentes. Y
entonces, ¿por qué se cuestiona la unipolaridad bajo la batuta
estadounidense y se aplaude a la china?
Convendría
recordar aquí la estrategia de las élites globalistas para
desindustrializar los países occidentales y transformar China no
sólo en la "fábrica del mundo", sino también en un
proyecto piloto, un modelo de sociedad que se impondría a todos los
Estados. Sería bueno refrescar la memoria sobre el papel de Henry
Kissinger (su visita a Pekín en julio de 1971) para comprender
mejor qué factores aseguraron el salto económico y tecnológico de
China. Ignorar el hecho de que las élites satánicas tienen
estrategias de larga data, así como el hecho de que son
esencialmente apátridas, ejerciendo su dominación mundial como
entidades extraterritoriales, sería un lamentable
error.
Mencionamos aquí sólo algunos elementos que
ayudarían a los investigadores que deseen profundizar en el tema de
China como herramienta de las mismas élites globalistas que estaban
detrás del Imperio Británico y, después de la Segunda Guerra
Mundial, detrás de EEUU.
1) En el informe anual de la
Fundación Rockefeller de 2010
(https://www.rockefellerfoundation.org/wp-content/uploads/Annual-Report-2010-1.pdf
), en el que se describe una hipotética pandemia que coincidía
extrañamente (al cien por cien) con la plandemia de Covid-19 lanzada
en 2020… los autores elogian la actuación de la China comunista
por ser la que mejor ha hecho frente a esta plaga inventada por los
globalistas. Estos elogios son la prueba evidente de que las élites
satanistas prefieren un gobierno totalitario a un régimen que
respete un mínimo de derechos civiles.
2) El 18 de
octubre de 2019 el Centro John Hopkins para la Seguridad Sanitaria de
Nueva York (creado y financiado por el mismo clan Rockefeller) en
colaboración con el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y
Melinda Gates, organizó la reunión denominada Evento
201, un supuesto ejercicio pandémico
(https://centerforhealthsecurity.org/our-work/tabletop-exercises/event-201-pandemic-tabletop-exercise
, https://www.youtube.com/watch?v=AoLw-Q8X174
). Entre los participantes se encontraban funcionarios
estadounidenses de salud pública y representantes
de la industria farmacéutica, así como un alto
funcionario chino, a saber, el profesor George F.
Fao, director general del Centro
Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades,
presidente de la Sociedad China de
Biotecnología y presidente de la Federación
Asiática de Biotecnología. Y el 27 de diciembre de
2019, las autoridades chinas ya informaron del primer caso de
Covid-19 descubierto en Wuhan. Este ejercicio de simulación de
pandemia fue un caso clásico de programación predictiva en
torno a la operación especial de las élites satánicas Covid-19,
destinada a contribuir a la despoblación masiva del mundo. El evento
fue financiado por el Proyecto
Filantropía Abierta perteneciente al siniestro
magnate George Soros.
3) La próxima
reunión del Foro Económico Mundial tendrá lugar entre el 27
y el 29 de junio de 2023 en China.
(https://www.weforum.org/events/annual-meeting-of-the-new-champions-2023
). Cualquier analista con un mínimo de formación sabe que esta
institución es una de las principales herramientas de los
globalistas.
Volvamos ahora a la expansión económica que
se está produciendo a costa de EEUU. Aunque las cosas fueran
exactamente así, ¿por qué este fenómeno suscitaría satisfacción
entre los antiglobalistas? Personalmente supuse que los activistas de
la multipolaridad son por definición soberanistas, se oponen a la
dominación extranjera y aspiran a restaurar la independencia de sus
propios países. En estas condiciones, el rechazo del colonialismo
económico debería ser un elemento clave del pensamiento y la acción
de un antiglobalista. La escuela de pensamiento centrada en el
proteccionismo económico, conceptualizada por Friedrich List,
que se inspiró en los trabajos de Alexander Hamilton, en mi
opinión no ha perdido su relevancia. Y si en los siglos XVIII y XIX
los dos autores se opusieron al imperialismo británico manifestado
en el marco del régimen de libre comercio, ¿no debería un patriota
actual, aunque sea seguidor de la teoría de los "grandes
espacios"(Grossraum) según Carl Schmitt,
no preocuparse por el imperialismo económico chino que se impone a
través del mismo régimen de libre comercio?
Es sabido
que el dominio político de un país va precedido y acompañado de su
dominio económico. Como es conocida la diferencia fundamental entre
una economía productiva (China) y una economía de consumo (los 150
países que serían invadidos por las inversiones y mercancías
chinas). Reconozcámoslo, ser opositor a la unipolaridad
estadounidense y al mismo tiempo partidario de la unipolaridad china
evidencia una ingenuidad preocupante. A la descolonización económica
de los países del mundo, es decir, al rechazo de la dominación de
los capitales y mercancías de origen occidental, no debería suceder
su recolonización por China.
Además la gigantomanía tan
criticada bajo el comunismo y rechazada en el caso de la dominación
mundial de la corporatocracia occidental no debería ser tratada con
tanta admiración y entusiasmo en el caso de China. Si los chinos
aspiran a hacer felices a 150 países con su presencia económica,
implícitamente se deduce que todos ellos aceptarán el ingrato papel
de "repúblicas bananeras" de China. El resto del mundo
sólo proporcionaría al gigante mundial chino materias primas,
mercados y, posiblemente, mano de obra. En estas condiciones, ¿cuánto
espacio queda para nuestras aspiraciones hacia un orden mundial
multipolar?
Actualmente China es el sueño dorado de
cualquier dictador de la historia, con
medicina forzosa,
encierro
y encarcelamiento de sus
propios ciudadanos en sus casas,
vigilancia generalizada,
calificación social
y ausencia total de libertades
políticas y civiles. Precisamente por eso es alabada
por exponentes de las élites globalistas satánicas como Klaus
Schwab o Bill Gates. Así pues, quienes quieran saber cómo
serán sus sociedades el día de mañana, deben mirar hoy a
China.
El camino hacia la libertad
A
partir del año 2020, que instauró la dictadura mundial con
pretextos médicos, se ha visto demasiado
bien cuánto valen los principios democráticos y la legalidad.
Al mismo tiempo desapareció cualquier ilusión de la existencia de
centros de poder verdaderamente independientes. La plandemia de
Covid-19, anunciada por el jefe del FEM como una ventana de
oportunidad para el "Gran Reset", ha hecho añicos
cualquier ilusión de que la dictadura digital global pueda detenerse
recurriendo a los métodos tradicionales de lucha política:
elecciones, protestas callejeras, recurso
a la justicia, crítica en la prensa alternativa. El
monstruo globalista ya no necesita mantener la apariencia del Estado
de Derecho. El terrorismo
de Estado y la imposición
de medidas genocidas y liberticidas
se han convertido en prácticas cotidianas en todo el
mundo.
Recordemos que la gobernanza mundial se
lleva a cabo sin trabas por medio de gobiernos
títeres subordinados a las élites luciferinas. Y la
sucesión en el gobierno no trae ningún cambio sustancial,
sirviendo sólo de escenario para este siniestro espectáculo. El
espectro político en todos los países con democracias liberales se
ha uniformizado definitivamente. La clase política es rehén del
mismo paradigma dominante. La subordinación de todos los gobiernos
del mundo a la ONU y sus agencias (OMS,
OMC, PNUD, UNICEF, etc.) como expresión del Gobierno
Mundial es evidente para cualquier observador atento.
¿Qué hacer? En
primer lugar, hay que abandonar todas las
ilusiones. Presentar lo deseable como realidad y cultivar
el mito de las rivalidades geopolíticas que trascenderían la agenda
globalista satanista no sólo es contraproducente, sino suicida. Es
decir, se requiere un salto paradigmático
que supere los tópicos de la interpretación política y
geopolítica. Un análisis profundo, realista y sin
obediencia circunstancial a las jerarquías estatales es el preludio
del desarrollo de una plataforma de lucha ideológica y política
eficaz.
Y dado que en la actualidad no existe ningún país
que cuente con un liderazgo fuerte, decidido a dar una lucha total
*** a las élites satanistas que han usurpado el poder político a
escala mundial, es imperativo revelar este estado de cosas como una
enorme tragedia. En este momento histórico crítico para la
humanidad, el espíritu de sacrificio y coraje de las élites
intelectuales antisistema es la condición indispensable de nuestro
esfuerzo por despertar a las naciones. Cualquier intento de edulcorar
la realidad y evitar los riesgos de los enfrentamientos directos con
los gobiernos, esclavizados a los centros de mando globalistas, puede
ser fatal para el mundo entero. La historia avanza gracias a
personajes fuertes y lúcidos. El tiempo de los mercaderes y del
espíritu pequeñoburgués debe permanecer en el pasado. El tiempo de
los héroes llama a la puerta. El futuro depende de la voluntad de
algunas minorías que constituyen las verdaderas élites de las
naciones. No puede construirse sobre los tambaleantes cimientos de la
mediocridad y la cobardía. El futuro no llegará si desaprovechamos
el momento oportuno.
Todos estamos de acuerdo en que
asistimos al final de un ciclo histórico que asociamos a la
Modernidad y al capitalismo. Los signos de los tiempos hacen que
algunos líderes religiosos cristianos vean acercarse el desenlace
apocalíptico. Pero recurriendo a la interpretación de René
Guénon, seguimos esperando que no se trate del fin del mundo,
sino más bien del "fin de este mundo". No
suscribimos la concepción hindú del tiempo cíclico, sino que nos
limitamos a utilizar esta figura retórica para decir que todos
deseamos el nacimiento de un mundo mejor. Y el camino hacia él pasa
necesariamente por romper esquemas y desafiar al liberalismo, pero
también a la tecnocracia que tiende a ocupar su lugar. En este
momento histórico crucial es necesaria una rebelión de las
naciones, una rebelión de gran envergadura, mundial, irreconciliable
y victoriosa. Un mundo nuevo sólo puede construirse sobre las ruinas
de un mundo viejo. La generación actual tiene la misión de
convertirse en el sepulturero del capitalismo globalista, pero
también de la tecnocracia demoníaca.
Iurie
Roșca,
Moldavia
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