Por qué ciertas teorías del orden político actual son erróneas y,
de hecho, subestiman la magnitud del problema.
Una de las
cosas que pretende hacer la crónica de la plaga es descorrer el
telón sobre las raíces institucionales o culturales de determinados
males, que a primera vista parecen depender de malos actores
concretos. Aunque comprendo que algunos de ustedes encuentren esto
irritante, no es mi propósito librar a nadie de responsabilidad. Se
trata más bien de señalar que los villanos reales que nos preocupan
a todos son meras expresiones de fuerzas mucho más profundas y que
arreglar las cosas implicará mucho más que reunir a todos los
Anthony Faucis del mundo y juzgarlos por crímenes contra la
humanidad.
Una corriente de análisis del Covid considera
que toda la pandemia es un complot de conspiradores globalistas
interesados en reducir la población mundial. Hay muchas variantes de
esta teoría, pero la más básica sostendría que los confinamientos
y demás fueron un medio para llevarnos a aceptar la dañina
vacunación, que causará una mortandad masiva entre los vacunados en
los próximos años y preparará el camino para cualquier futuro
sostenible Net Zero que Klaus Schwab haya planeado para los
supervivientes.
Mis lectores me envían a menudo enlaces a
podcasts, vídeos y otros medios que proporcionan pruebas de esta
Agenda de Despoblación Global. Las recopilaciones de clips como ésta
(https://rumble.com/v1ted7k-bill-gates-clips-about-population-controldepopulation.html
) constituyen un género importante en este ámbito. Generalmente
presentan a matones globalistas (en este caso Bill Gates) diciendo
cosas ominosas sobre la sobreabundancia de seres humanos en
diferentes entrevistas y mesas redondas.
Echo un vistazo a
casi todo lo que me envían y a estas alturas ya he visto lo
suficiente como para darme cuenta de que el caso
de Internet contra Gates se basa en gran medida en la
misma docena de declaraciones en vídeo. Algunas de ellas, por
ejemplo la tercera de ese enlace (en la que Gates habla de reducir la
mortalidad infantil), son deliberadamente engañosas y es una
cuestión importante por qué este área está tan llena de material
claramente manipulado
(https://twitter.com/eugyppius1/status/1604709398856679424?s=20
). El resto de los clips son representaciones más o menos exactas de
los argumentos de Gates, el único problema es que se presentan de
forma demasiado limitada.
El cuarto en ese enlace, por
ejemplo, es de una charla TED donde Gates opina que "El
mundo actual… se dirige hacia unos nueve mil millones [de
personas]. Ahora bien, si hacemos un gran trabajo con nuevas vacunas,
atención sanitaria y servicios de salud reproductiva, podríamos
reducir esa cifra en un diez o un quince por ciento".
El
quinto es muy similar. Aquí, Gates dice: El problema es que la
población está creciendo más rápido donde la gente es menos capaz
de hacer frente a ella, por lo que es en los lugares más pobres
donde se va a triplicar la población en 2050. Y por lo tanto su
capacidad para alimentar, educar, proporcionar puestos de trabajo,
estabilidad, proteger el medio ambiente significa que se en esos
lugares enfrentan a un problema casi imposible.
Si lee
estas declaraciones con atención, verá que en realidad no apoyan la
idea de que Gates quiera reducir la población mundial vacunando a la
gente hasta que meran. En primer lugar difícilmente podría
esperarse que aireara tales proyectos en un foro público y en
segundo lugar Gates casi siempre empareja sus comentarios sobre
población con otras preocupaciones sobre sanidad, alimentación y
educación. Son escrúpulos extraños para un maníaco homicida
empeñado en matar a miles de millones.
Estas
declaraciones sólo empiezan a tener sentido cuando uno se da cuenta
de que están enraizadas en la teoría
sociológica de la transición demográfica. Esta
teoría observa que, a medida que las sociedades avanzan tecnológica
y económicamente, pasan de un orden de altas tasas de natalidad y
altas tasas de mortalidad a un orden de bajas tasas de natalidad y
bajas tasas de mortalidad. Gates, a quien, como a todas las élites
globalistas, le preocupan los impactos medioambientales derivados de
que haya demasiados humanos, cree que puede reducir el pico total de
población en lugares como África introduciendo intervenciones
médicas para reducir la mortalidad y, de este modo, guiar a las
poblaciones hacia un patrón demográfico de bajas tasas de natalidad
y más allá a la transición
demográfica. Si esta teoría es correcta, o si esto
hace que las intervenciones de Gates sean moralmente defendibles, son
cuestiones aparte. Lo que es indiscutible es que eso es lo que
defiende Gates y lo que todo el mundo en su audiencia entiende que
defiende.
La verdad banal es
que Gates es un liberal occidental blando y poco original. Le
preocupan el medio ambiente, la población y la gente morena
desfavorecida y cree que puede resolver todos estos problemas
mejorando la sanidad. Esto no es una defensa suya. Creo que es una
influencia maligna y que si no podemos frenar a los Gates del mundo
estamos acabados, pero no es porque esté empeñado en usar vacunas
de ARNm para diezmar a la humanidad.
Los que se preocupan
por la Agenda de Despoblación Global no se apaciguarán con estas
aclaraciones, por supuesto. Apuntarán a los mensajes y políticas
antinatalistas de las naciones occidentales y también a
organizaciones como el Club de Roma
y a intelectuales del establishment como Paul Ehrlich, que han
despotricado abiertamente contra el espectro de la superpoblación.
Argumentarán (con razón) que toda nuestra cultura política está
sometida a un movimiento ecologista que se opone a cualquier
tecnología que pueda favorecer el florecimiento humano mediante una
energía fiable, independientemente de su impacto en las emisiones de
carbono. Dirán que yo mismo me he quejado a menudo de que países
como Alemania están dañando permanentemente sus economías al
perseguir una transición energética que no marcará ninguna
diferencia a largo plazo, porque las futuras emisiones de carbono son
casi totalmente una función del aumento de la prosperidad y el
crecimiento de la población en el Sur y el Este en desarrollo.
Si
no existe un Programa Mundial de Despoblación ¿qué está pasando y
cómo se explican todos estos acontecimientos siniestros? La
respuesta es muy importante y reside en las peculiaridades
de la ideología política de posguerra y en las
tendencias morales que esta ideología
expresa.
Hay muchas maneras de ilustrarlo,
pero la más eficaz es probablemente este clásico artículo de
Nature sobre Diferencias
ideológicas en la extensión del círculo moral
(https://www.nature.com/articles/s41467-019-12227-0
).
Entre otras cosas los autores pidieron a los
participantes en el estudio que se identificaban como "conservadores"
y "liberales" (en el sentido estadounidense)
y que indicaran sus esferas de preocupación moral primaria. Los
"conservadores" tendían a destacar las esferas más
cercanas a ellos mismos (su familia inmediata, sus parientes más
lejanos, sus amigos) como las de mayor peso moral. Los "liberales"
por su parte expresaron el mayor interés moral por las esferas más
alejadas de ellos mismos: por ejemplo "todas
las personas de todos los continentes" o "todos
los mamíferos".
Trazados como mapas de
calor en 16 círculos concéntricos, donde el primer círculo es "la
familia inmediata" y el decimosexto es "todas las cosas
existentes", los resultados comparativos tienen este aspecto
(Cf. https://www.eugyppius.com/p/bill-gates-the-global-depopulation?
):
Dado que lo que está en juego es la supervivencia de
la humanidad, deberíamos olvidarnos de las etiquetas "conservador"
y "liberal".
El mapa de calor de la izquierda no
es "conservador". Refleja la orientación
moral común y corriente de
casi todos los seres humanos que han vivido alguna vez y
de casi todos los seres humanos que viven actualmente en todo el
mundo. Sin una orientación moral que de algún modo dé prioridad a
tu progenie y a tus parientes (por muy extendida que esté) tus genes
no llegarán a ninguna parte.
El mapa térmico de la
derecha, mientras tanto, representa la anómala orientación
moral exógena (EMO)
de las élites políticas y culturales del
Occidente desarrollado, que la palabra "liberal"
ni siquiera puede empezar a describir y que aplica un énfasis
moral primario a los círculos 13 y 14. Se refieren a
"todos los animales del universo"… "todos
los animales
del universo, incluidas las
formas de vida alienígenas" y "todos
los seres vivos
del universo, incluidas las
plantas y los árboles". También se concede un valor
moral sustancial a las cosas del duodécimo círculo, "todos
los animales de la Tierra,
incluidos los paramecios y las amebas" y del
decimoquinto círculo, "todas las
cosas naturales del universo,
incluidas las entidades inertes como las rocas". Se
trata de personas que, en sentido estricto, afirman sentirse
moralmente vinculadas a familiares, amigos y parientes principalmente
en la medida en que éstos entran dentro de las categorías de "seres
vivos" o "cosas que existen".
Aunque no
estamos gobernados exactamente por lagartos que cambian de forma, sí
lo estamos por ideólogos completamente
locos que cumplirían las órdenes de los lagartos que
cambian de forma (si fuera necesario, a nuestra terrible costa) si
alguna vez se descubrieran.
Ahora bien, no es
tan grave como parece. Recordemos sobre todo que se trata de
aspiraciones e ideales morales; son cómo dicen sentirse los
encuestados del estudio. Las preferencias reveladas muestran que la
mayoría de estas personas, en su vida personal, siguen concediendo
un peso moral sustancial a sus amigos inmediatos, su familia y su
comunidad. Sin embargo es probable que sientan reparos al
respecto y cuando el contexto no es tan inmediato (cuando, por
ejemplo, toman decisiones políticas para millones de ciudadanos) lo
compensarán cediendo a su EMO idealizada siempre que sea posible.
Dicho de otro modo: A Bill Gates le gusta
la comodidad de su jet privado, aunque espera disuadir a la gente de
volar.
No hay que olvidar que el veneno es
la dosis. Un cierto grado de EMO no es malo. Es una de las razones
por las que no vemos con buenos ojos arrojar basura por aquí y por
allá, por ejemplo. Una expresión importante del creciente EMO
occidental sería el interés europeo por otros pueblos y culturas,
incluido el tan denostado colonialismo y la menos denostada campaña
británica para abolir el comercio de esclavos a finales del siglo
XVIII. Sin embargo, sobre todo desde 1900,
la
EMO de las élites gobernantes occidentales se ha hecho cada vez más
extremo, hasta el punto de que ha empezado a constituir una amenaza
existencial para la civilización humana.
Cómo
ha llegado a arraigar tanto esta EMO radical y sin precedentes
históricos es una cuestión compleja. Achacarlo a los medios de
comunicación o a la propaganda no es del todo satisfactorio, porque
tendríamos que preguntarnos de dónde sacaron los medios y los
propagandistas estas ideas en primer lugar.
Un requisito
previo es la tecnología y nuestra creciente alienación de la
naturaleza. Cualquiera que haya pasado una o dos semanas duras en la
ladera de una montaña saldrá de la experiencia personalmente
enriquecido, pero quizá también dudando
de que la naturaleza no mitigada sea tan amable, buena y merecedora
de preocupación moral como su familia inmediata. Los
lugares comunes que sitúan la sabiduría en pueblos indígenas
lejanos y en continentes extranjeros delatan igualmente una
ingenuidad sobre las realidades de la
existencia de los cazadores-recolectores y una falta
de experiencia con la vida más allá del próspero Occidente.
Un
factor causal más importante e inmediato es la alteración de los
órdenes sociales establecidos desde la Revolución Industrial, que
ha coincidido con el auge de la democracia liberal y la sustitución
de la aristocracia tradicional por nuevas élites empresariales.
Estas últimas han buscado con frecuencia alianzas tácticas con
personas ajenas a su ámbito social o con las clases bajas, para
desplazar a los establecimientos anteriores, incluidos, a medida que
prosigue la revolución silenciosa, los estratos empresariales
anteriores. Esta es la función principal de las iniciativas de
Diversidad, Inclusión y Equidad en los Estados Unidos hoy en día y
obviamente anima y depende
tanto de los orquestadores
como de los beneficiarios
a participar en rituales radicales de
EMO.
Como el problema parece agravarse con
el tiempo, es probable que también desempeñen un papel importante
los efectos de selección que se refuerzan a
sí mismos. Cuanto más pronunciada es la EMO favorecida
por la élite gobernante, más se seleccionan específicamente todos
los políticos y personas prominentes de Occidente por este rasgo o,
al menos, por su disposición a fingirlo. Aunque siempre han existido
personas con estas tendencias morales, nunca
antes habían estado tan concentradas en posiciones de influencia
y cuanto más concentradas están, más agresivamente filtran
su entorno en
busca de radicales afines a
ellos, incluso en ausencia (y en exceso) de cualquier
objetivo específico.
Una vez
que has visto esta sencilla dinámica en funcionamiento, no puedes
dejar de verla.
Explica la creciente
prominencia de protagonistas animales (e incluso alienígenas) en los
medios de entretenimiento, la preferencia manifiesta por minorías
sexuales marginales, la predilección por organismos políticos
mundiales supranacionales y organizaciones no gubernamentales que
trascienden fronteras e instituciones nacionales.
Explica,
en particular, por qué las élites
gobernantes están tan
abiertas a políticas
insensatas sin precedentes,
como la inmigración masiva. Ya no tienen categorías
morales nacionales particulares, por lo que aceptan a regañadientes
a toda la humanidad y, preferentemente, a todos los seres vivos del
mundo. Del mismo modo explica por qué las políticas liberales
dominantes agrandan alegremente la huella de carbono de millones de
inmigrantes del tercer mundo, al acogerlos en el Occidente
industrializado, al tiempo que declaran la guerra a todos los
aspectos de la sociedad industrial por sus supuestos impactos
negativos sobre la naturaleza.
De forma menos
obvia, la EMO radical de nuestros líderes y sus partidarios explica
la creciente disposición de las élites
a tolerar políticas pésimas
y activamente perjudiciales en occidente.
El mundo moral de las personas que dirigen nuestros países ha
crecido enormemente en tamaño, dejando las esferas de su
jurisdicción directa diminutas en comparación. ¿Por
qué no cerrar toda la sociedad en un esfuerzo por
matar un virus (probablemente creado por el hombre)? ¿Por
qué no inyectar vacunas novedosas de ARNm mal
probadas en miles de millones y suprimir toda evidencia de efectos
negativos en toda la población? Que las
élites traten cada vez más a sus poblaciones como
ganado es una
expresión directa
de su universo
moral ampliado. Tienen
muchas otras cosas de las que preocuparse.
Estos
sentimientos morales tardaron un tiempo en encontrar su adecuada
articulación ideológica. A principios de la década de 1970 la
gente con una EMO radical señaló, durante un breve periodo de
tiempo, los peligros de la superpoblación humana y se produjo un
momento de histeria moral en el que gente como Paul Ehrlich
escribió libros como La bomba demográfica. En los
años posteriores ha surgido un sistema ideológico más
diferenciado, que otorga una consideración menor, aunque
privilegiada, a las poblaciones del Tercer Mundo. Así los sistemas
antinatalistas se limitan sobre todo a Occidente, donde también se
aplican las políticas medioambientales más fervientes. Que Europa
pueda desaparecer mañana con efectos mínimos en las proyecciones
demográficas mundiales a largo plazo o en la composición futura de
la atmósfera es irrelevante. Lo
determinante es que se trata del círculo de menor preocupación
moral.
En el siglo XIX alguien como Bill
Gates se dedicaría mucho más a la beneficencia doméstica, pero en
nuestro mundo actual con una EMO hipertrofiada, pasa cada momento que
está despierto pensando en África y en cómo puede ayudar a los
africanos y de paso también salvar la naturaleza, acelerando la
transición africana hacia tasas de natalidad más bajas y acercando
el ideal Net Zero a la realidad. Todos los documentos políticos y
declaraciones de aspiraciones elaborados por el Foro
Económico Mundial, las Naciones
Unidas y otros organismos están animados por un
espíritu similar.
Una cábala globalista tramando la
despoblación del mundo sería un problema grave, pero con una
solución bastante clara. Nos enfrentamos
en cambio a todo un sistema moral e ideológico con raíces muy
profundas en la próspera cultura occidental. Este no
es un universo en el que todo el mundo se despierta mañana, elige
llevar a juicio a Bill Gates por sus crímenes contra la humanidad y
vuelve a partir de entonces a una política de salud pública
sensata. Es un mundo en el que millones
de personas comparten las preocupaciones ideológicas de niños
excéntricos, como Greta
Thunberg, manifiestan una creciente indiferencia ante los
resultados políticos adversos en sus propios países y sueñan
con una Tierra futura desprovista de seres humanos
como ellos. Como las fuerzas motrices operan a nivel del instinto
moral y la emoción, no hay pruebas ni
apelaciones a la razón que puedan detener esto.
Probablemente la mejor esperanza resida en su ingenuidad e idealismo.
El empeoramiento de las condiciones acabará por privar a estas
ideologías de su atractivo cultural; cuán mal tienen que ponerse
las cosas para que esto ocurra, esa es la aterradora
pregunta.
ACTUALIZACIÓN: Muchos comentarios ponen en duda
la sinceridad de Gates, sugieren segundas intenciones, etcétera. No
tengo una visión directa del hombre, pero sugiero que su estado
interior es una cuestión periférica aquí. El problema es
comprender bajo qué orientación moral afirma actuar y por
qué esa orientación moral resuena tan ampliamente en la cultura
occidental de élite.
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