Carta abierta de Francesco Benozzo y Luca Marini sobre las medidas de
"pacificación" post-Covid iniciadas por el gobierno
El
deseo de pacificación nacional post-Covid se espera estos días
desde muchos sectores y, de hecho, cuenta con el apoyo del nuevo
gobierno.
Como siempre el mundo académico no pierde
ocasión de plegarse a los nuevo vientos que soplan y lo hace
utilizando sus propias herramientas.
Así la primera
conferencia universitaria capaz de promover un enfoque pluralista de
la gestión del Covid, organizada por el Politécnico de Turín para
los días 21 a 25 de noviembre de 2022 (con el soporífero título:
"Poli-Covid-22. Salud, ciencia y sociedad a prueba de
pandemia'), en realidad no es más
que una conferencia trampa, una cortina de humo tras la que se
esconde la voluntad mencionada al principio (plegarse
a los nuevos vientos que soplan).
Una
conferencia sobre el Covid (sobre todo después de que las
confesiones de Pfizer hayan levantado el velo sobre la montaña de
mentiras que subyace a la llamada campaña de vacunación y al
abyecto instrumento de control social conocido como Pase Verde)
debería haberse limitado a hacer una cosa: condenar sin ambages una
experimentación masiva
que ha pisoteado impunemente todas las garantías bioéticas y biojurídicas, desde el principio de precaución hasta el del consentimiento informado;
que ha trastocado los pilares reguladores de los ensayos clínicos de medicamentos bajo el supuesto de que la "velocidad de la ciencia" exige y justifica la comercialización, sin vacilaciones innecesarias, de fármacos con efectos totalmente desconocidos;
que ha presentado enfoques farmacológicos arriesgados y perturbadores como innovadores y exitosos, porque se basan en la intervención en el ADN humano mediante el uso de ARN mensajero;
que ha degradado los derechos y libertades fundamentales al rango de graciosas concesiones gubernamentales y
que ha reforzado la deriva transhumanista y neomalthusiana promovida por las fuerzas mercantilistas y globalistas que medran a la sombra de la Unión Europea.
En lugar de
posicionarse abiertamente contra la gran estafa del Covid y de
estigmatizar las dinámicas y los actores
que están detrás de ella, la conferencia de Turín, en nombre de un
mal entendido sentido del pluralismo, promueve con una convicción
casi conmovedora la comparación entre las pruebas científicas que
han promovido o avalado la ruin campaña
de vacunación y las que han puesto de relieve los
riesgos, los efectos adversos y los daños vinculados
a la comercialización de la llamada vacuna y derivados de
ella.
Ahora bien, aunque por pura hipótesis las
evidencias científicas distintas a las oficiales rompieran por un
momento el muro de silencio
mafioso
(omertà)
construido
por los grandes medios de comunicación y aunque
incluso de tal confrontación surgiera una nueva y diferente
sensibilidad social sobre el tema, el problema de fondo seguiría
siendo eludido y sin resolver: la
vacunación obligatoria y todo lo que gira a su
alrededor (incluidas las políticas divisionistas de los italianos,
avaladas más o menos conscientemente por
los más altos cargos institucionales del Estado) no
es ni ha sido nunca un problema de naturaleza científica, sino sólo
y únicamente una emergencia democrática y civil.
No
darse cuenta de esta evidente verdad significa, de hecho, acabar
haciéndole el juego a quienes planearon, organizaron y gestionaron
la situación de tensión social más grave desde el advenimiento del
fascismo.
Sorprende por tanto, que tantos profesores y
expertos, que en los últimos meses se han manifestado públicamente
en contra de la gestión del Covid, hayan aceptado con tanto
entusiasmo prestarse, como hojas de parra, a una conferencia tan
singularmente concebida. ¿Falta de visión estratégica? ¿Vanidad
personal? ¿Rutina académica? ¿Necesidades de información
científica?
Quién sabe… Sin
embargo, se les advirtió en varias ocasiones. Uno de nosotros (Luca
Marini) fue de hecho implicado por el Politécnico de Turín en
la organización de la conferencia desde sus fases iniciales (como
miembro del consejo científico) y, a partir de la reunión en la que
se constituyó este último (agosto de 2022), no perdió ocasión de
advertir a sus demás colegas de las corrientes "pro-vacunación",
que agitaban el propio consejo y que, poco a poco, favorecieron la
participación en la conferencia de representantes de aquellos
organismos cuya labor, durante la llamada pandemia, fue cuando menos
controvertida: la referencia al Comité
Científico Técnico es obvia.
E incluso si
las repetidas advertencias lanzadas durante los trabajos
preparatorios hubieran pasado desapercibidas, la dimisión que se
apresuró a presentar tras la censura explícita de ciertas
propuestas operativas, juzgadas excesivamente garantistas de los
derechos y libertades fundamentales, por entrar en conflicto con el
deseado "enfoque win-win" (que todas las partes
salgan beneficiadas), tal vez debería haber suscitado una
mayor atención. Pero al fin y al cabo, esperar la solidaridad
concreta de colegas cuya visibilidad (y
autoridad) se ha visto reforzada por la dimisión en cuestión
es como esperar que un covidista (viro-star, viro-estrella) admita
públicamente que se equivocó sobre la bondad de las llamadas
vacunas y pida disculpas a los italianos… tal vez en directo, por
televisión. Al fin y al cabo esto no hace más que aclarar el
alcance del pluralismo perseguido por la conferencia de Turín y la
coherencia de ciertas cooptaciones en el seno de su consejo
científico.
El segundo de nosotros (Francesco
Benozzo), tras ser invitado a intervenir en la conferencia sobre
la gestión de pandemias en el mundo universitario, propuso
coherentemente con su propia posición (ser uno de los dos profesores
suspendidos, de un total de 70.000 profesores universitarios) hablar
de su
propia situación
personal,
del maltrato
sufrido,
de la pérdida
de su trabajo,
del mobbing
del que sigue siendo objeto: se le respondió que
sería preferible hablar de situaciones generales, más funcionales
al debate que los organizadores habían previsto. Así pues, tuvo que
renunciar a su intervención, ante la intromisión y la consiguiente
censura (totalmente
alejada de una conferencia científica a la que se ha sido invitado)
de lo que iba a decir.
Hay
que admitir, sin embargo, que los colegas que se mantuvieron en el
juego mostraron probablemente más tino que el que escribe, dado que
la consigna que impera ahora en la Italia postcovídica es la
"pacificación nacional". Un apaciguamiento (en realidad
una fachada promovida a nivel gubernamental) que, desalentando o
impidiendo las investigaciones y las acciones judiciales, no haría
sino volver a poner de moda el italiano "dejemos lo pasado"
y bajar definitivamente el telón del silencio mafioso y la impunidad
sobre los crímenes y fechorías cometidos, una vez más, en nombre
de la ciencia.
Una pacificación a la que, por cierto, los
panegiristas más fanáticos de la narrativa pandémica se obstinan
en oponerse, como demuestran las declaraciones
realizadas en los últimos días por presentadores,
periodistas,
empresarios
y gestores
sanitarios públicos y privados,
médicos,
políticos,
actrices
y demás títeres
de salón de la tele (pagados con el dinero de
todos los contribuyentes, vacunados o no vacunados), que piden
"insignias identificativas" y "campos de reeducación"
para los médicos "no-vax" o de quienes "reclaman el
derecho a no entrar en contacto con quienes no han sido vacunados"
o las propuestas de leyes regionales que, desafiando las evidencias
más obvias, insisten en mantener o incluso reintroducir los
requisitos de vacunación, las mascarillas, los Pases Verdes y otras
patéticas restricciones.
Un apaciguamiento funcional a la
necesidad de mantener ocultas, a los ojos de la opinión pública,
las relaciones orgánicas y funcionales entre las
élites financieras transnacionales, por un lado,
y los
circuitos
científicos,
académicos,
tecnológicos,
productivos,
industriales,
comerciales,
culturales,
mediáticos
y políticos,
por otro. Una pacificación capaz de favorecer, si es aceptada
acríticamente (incluso por los representantes del pensamiento
crítico), la consolidación y extensión
de los "métodos Covid" a las nuevas emergencias en curso,
desde la guerra de Ucrania a la crisis energética, pasando por la
crisis climática.
Está muy bien que
Italia sea el país de los transfugas, del 25 de julio
(https://es.wikipedia.org/wiki/Caída_del_fascismo
) permanente, de las comisiones de depuración inanes, de las
amnistías capaces de transformar de un plumazo a todos los jerarcas
fascistas en pacíficos democristianos y a todos los GUF (Grupos
Universitarios Fascistas) en intelectuales de izquierda convencidos,
de los "armarios de la vergüenza" vueltos contra la pared
de los sótanos ministeriales, para ocultar crímenes de guerra y
otras monstruosidades.
Pero pacificación nacional
postcovídica, no. Diga lo que diga el nuevo gobierno en funciones (y
sería curioso saber lo que piensan sus electores), no puede haber
pacificación nacional ni perdón para quienes promovieron o avalaron
declaraciones como estas:
- No vacunas, enfermas y
mueres (M. Draghi);
- Excluimos de la vida civilizada a
los que no se vacunan (S. Feltri);
- Creo que tarde o
temprano el Estado tendrá que agarrar a algunas personas por el
cuello para que se vacunen (L. Annunziata);
- I rider
devono sputare nel loro cibo (Los jinetes deben escupir en la
comida; D. Parenzo);
- "No vax? Serve Bava Beccaris.
Vanno sfamati col piombo" (Hay que tirotear a los que no se
vacunan; G. Cazzola);
- Ruego a Dios que los no vacunados se
contagien unos a otros y mueran rápidamente (G. Spano).
No
puede haber apaciguamiento ni perdón, para quienes han concebido,
propuesto y gestionado estrategias e instrumentos aborrecibles como:
"paracetamol y espera vigilante", la
obligación de vacunación y el Green Pass.
Y la
conferencia de Turín, con su pluralismo que evita tomar posición,
también tendrá que dar cuenta de ello.
Esperamos que
entre el 21 y el 25 de noviembre de 2022 alguien entre los
participantes en la conferencia encuentre el valor de pedir perdón a
todos los italianos por el mal que se les ha hecho. Esto, sin
embargo, no constituirá una exoneración de las responsabilidades
civiles y penales que (es nuestra esperanza) tarde o temprano se
determinarán a nivel internacional.
Francesco Benozzo,
Universidad de Bolonia "Alma Mater Studiorum".
Luca
Marini, Universidad "Sapienza" de Roma
Artículo
publicado por Giulio Bona para ComeDonChisciotte.org
https://comedonchisciotte.org/no-alla-pacificazione-nazionale-post-covid/
https://comedonchisciotte.wordpress.com/2022/11/03/no-alla-pacificazione-nazionale-post-covid/
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Italia en el era Covid
Giorgia Meloni, 22 de octubre de 2022
Mario Draghi, 13 de febrero de 2021-22 de octubre de 2022
Giuseppe Conte, 1 de junio de 2018-13 de febrero de 2021
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