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miércoles, 9 de febrero de 2022

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Whitney Webb (5 de noviembre de 2021) La Alianza Bancaria respaldada por la ONU anuncia un plan "verde" para transformar el sistema financiero mundial

Los intereses financieros privados más poderosos del mundo, al amparo de la COP26 (Climate Change Conference), han desarrollado un plan para transformar el sistema financiero global fusionándose con instituciones como el Banco Mundial y utilizándolas para erosionar aún más la soberanía nacional en el mundo en desarrollo.

El miércoles una alianza de instituciones bancarias y financieras privadas, "liderada por la industria y convocada por la ONU", anunció planes en la conferencia COP26 para revisar el papel de las instituciones financieras globales y regionales, incluyendo el Banco Mundial y el FMI, como parte de un plan más amplio para "transformar" el sistema financiero mundial. Según los miembros de la alianza el objetivo oficial de esta propuesta es promover la transición a una economía con "emisión neta cero" (https://es.rankiapro.com/cero-emisiones-netas-objetivo-BlackRock-2050/ ). Sin embargo, la "reimaginación" de las instituciones financieras internacionales propuesta por el grupo, según su "informe de progreso" recientemente publicado, también se dirigiría a fusionar estas instituciones con los intereses de la banca privada que componen la alianza, a crear un nuevo sistema de "gobernanza financiera global" y a erosionar la soberanía nacional de los países en desarrollo obligándoles a establecer entornos empresariales considerados "amigables" con los intereses de los miembros de la alianza. En otras palabras, los poderosos intereses bancarios que componen este grupo están presionando para recrear todo el sistema financiero mundial en su beneficio bajo el pretexto de promover la sostenibilidad.

Esta alianza, denominada Alianza Financiera de Glasgow para emisión Neta Cero (GFANZ, Glasgow Financial Alliance for Net Zero), fue lanzada en abril por John Kerry, enviado presidencial especial de EEUU para el cambio climático, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EEUU y ex presidenta de la Reserva Federal y Mark Carney, enviado especial de la ONU para la acción climática y las finanzas y ex presidente del Banco de Inglaterra y del Banco de Canadá. Carney, que también es el asesor financiero del primer ministro del Reino Unido para la conferencia COP26, copreside actualmente la alianza con el multimillonario estadounidense y ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg.

En el momento de su creación el GFANZ declaró que "proporcionaría un foro para la coordinación estratégica entre el liderazgo de las instituciones de todo el sector financiero para acelerar la transición a una economía neta cero" y "movilizar los billones de dólares necesarios" para lograr los objetivos de emisiones cero del grupo. El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, describió el GFANZ como "la unión de los bancos y las instituciones financieras del mundo en favor de la transición global hacia la economía de emisiones netas cero", mientras que John Kerry señaló que "los mayores actores financieros del mundo reconocen que la transición energética representa una gran oportunidad comercial". Al analizar estas dos declaraciones juntas parece claro que el GFANZ ha unido a los bancos privados y las instituciones financieras más poderosas del mundo detrás de lo que considera, en primer lugar, "una vasta oportunidad comercial", cuya explotación está comercializando como un "imperativo planetario".

La GFANZ se compone de varias "alianzas subsectoriales", como la Iniciativa de Gestores de Activos Neto Cero (NZAM, Net Zero Asset Managers), la Alianza de Propietarios de Activos Neto Cero (NZAOA, Net-Zero Asset Owner Alliance) y la Alianza Bancaria Neto Cero (NZBA, Net-Zero Banking Alliance). Juntas dominan una parte formidable de los intereses de la banca y las finanzas privadas mundiales. Sólo la NZBA representa actualmente el 43% de todos los activos bancarios mundiales. Sin embargo entre los "mayores actores financieros" que dominan la GFANZ se encuentran los directores generales de BlackRock, Citigroup, Bank of America, Banco Santander y HSBC (Hong Kong and Shanghai Banking Corporation), así como David Schwimmer, director general del London Stock Exchange Group y Nili Gilbert, presidenta del Comité de Inversiones del David Rockefeller Fund.

En particular otra entidad relacionada con los Rockefeller, la Fundación Rockefeller, ha desempeñado recientemente un papel fundamental en la creación de las Corporaciones de Activos Naturales (NAC, Natural Asset Companies) en septiembre. Estas NAC pretenden crear una nueva clase de activos que pongan a la venta el mundo natural, así como los procesos ecológicos que sustentan toda la vida, con el pretexto de "protegerlos". Los directores de GFANZ, entre ellos Larry Fink, de BlackRock, llevan mucho tiempo entusiasmados con las perspectivas de las NAC y otros esfuerzos relacionados para financiarizar el mundo natural y también ha desempeñado un papel clave en la comercialización de dicha financiarización como necesaria para combatir el cambio climático.

En el marco de la COP26 el GFANZ (un grupo clave en esa conferencia) publica un plan destinado a ampliar "los flujos de capital privado hacia las economías emergentes y en desarrollo". Según el comunicado de prensa de la alianza, este plan se centra en "el desarrollo de plataformas nacionales para conectar el ahora enorme capital privado comprometido con la red cero (net zero) con los proyectos de los países, la ampliación de la financiación combinada a través de los BMDs [multilateral development banks, bancos multilaterales de desarrollo] y el desarrollo de mercados mundiales de carbono creíbles y de alta integridad". El comunicado de prensa señala que este "enorme capital privado" es el dinero que los miembros de la alianza pretenden invertir en los países emergentes y en desarrollo, estimado en más de 130 billones de dólares, y que (para desplegar estos billones de inversión) "el sistema financiero mundial está siendo transformado" por esta misma alianza en coordinación con el grupo que los convocó, las Naciones Unidas.

Los detalles del plan del GFANZ para desplegar los billones (trillones americanos) de inversiones de sus miembros en los mercados emergentes y los países en desarrollo se publicaron en el "Informe de Progreso" inaugural de la alianza y esa publicación se hizo coincidir con la conferencia COP26. El informe detalla el "plan de trabajo y las ambiciones a corto plazo" de la alianza, que ésta resume sucintamente como un "programa de trabajo para transformar el sistema financiero".

El informe señala que la alianza ha pasado de la fase de "compromiso" a la de "implicación", siendo el principal objetivo de la fase de implicación la "movilización de capital privado hacia los mercados emergentes y los países en desarrollo a través del liderazgo del sector privado y la colaboración público-privada". Con ello, según el informe, el GFANZ pretende crear "una arquitectura financiera internacional" que aumente los niveles de inversión privada de los miembros de la alianza en esas economías. Sus principales objetivos en este sentido giran en torno a la creación de "ambiciosas plataformas nacionales" y a una mayor colaboración entre los BMDs y el sector financiero privado.

Según el GFANZ, una "plataforma de país" se define como un mecanismo que convoca y alinea a las "partes interesadas", es decir, un mecanismo de asociación público-privada/capitalismo de las partes interesadas, "en torno a una cuestión o geografía específica". Entre los ejemplos que se ofrecen está la Iniciativa de Liderazgo para la Financiación del Clima (CFLI, Climate Finance Leadership Initiative) de Michael Bloomberg, que está asociada con Goldman Sachs y HSBC, entre otras instituciones del sector privado. Aunque se enmarca como impulsada por las "partes interesadas", los ejemplos existentes de "plataformas nacionales" que ofrece el GFANZ son iniciativas dirigidas por el sector privado, como la CFLI, o asociaciones público-privadas que están dominadas por poderosas corporaciones multinacionales y por multimillonarios. Como ha explicado recientemente el periodista e investigador Iain Davis, estos modelos de mecanismos de "capitalismo de las partes interesadas", a pesar de que se presentan como una forma de capitalismo "más responsable", permiten a las corporaciones y entidades privadas participar en la elaboración de las normas que rigen sus propios mercados y les otorgan un papel mucho más importante en la toma de decisiones políticas al situarlas en pie de igualdad con los gobiernos nacionales. Es esencialmente una forma creativa de comercializar el "corporativismo", la definición de fascismo infaustamente célebre dada por el dictador italiano Benito Mussolini.

Además de la creación de "plataformas de países" "corporativistas" que se centran en áreas y/o cuestiones específicas del mundo en desarrollo, el GFANZ también pretende "corporativizar" aún más los bancos multilaterales de desarrollo (BMDs) y las instituciones financieras de desarrollo (IFD, Institutions for Development Sector) para cumplir mejor los objetivos de inversión de los miembros de la alianza. Según la alianza, esto puede describirse como un incremento de la "colaboración entre los BMDs y el sector privado". El informe del GFANZ señala que "los BMDs desempeñan un papel fundamental a la hora de ayudar a aumentar los flujos de inversión" en el mundo en desarrollo. Los BMDs, como el Banco Mundial, han sido criticados durante mucho tiempo por llevar a cabo esta tarea atrapando a las naciones en desarrollo en la deuda y luego utilizando esa deuda para obligar a esas naciones a desregular los mercados (específicamente los mercados financieros), privatizar los activos estatales y aplicar políticas de austeridad impopulares. El informe del GFANZ deja claro que la alianza pretende ahora utilizar estas mismas y controvertidas tácticas de los BMDs forzando una desregulación aún mayor en los países en desarrollo para facilitar las inversiones "verdes" de los miembros de la alianza.

El informe afirma explícitamente que los BMDs deben utilizarse para impulsar a las naciones en desarrollo "a crear los entornos propicios adecuados de alto nivel y transversales" para las inversiones de los miembros de la alianza en esas naciones. Los niveles significativamente mayores de inversión de capital privado, que son necesarios para alcanzar el cero neto según el GFANZ, requieren que los BMDs se utilicen para impulsar a las naciones en desarrollo a "establecer entornos empresariales favorables a la inversión, un marco reproducible para el despliegue de las inversiones de capital privado y líneas de oportunidades de inversión financiables". El GFANZ señala a continuación que "el capital privado y la inversión fluirán hacia estos proyectos si los gobiernos y los responsables políticos crean las condiciones adecuadas", es decir, habilitan entornos para las inversiones del sector privado.

En otras palabras, a través de la propuesta de aumentar la participación del sector privado en los BMDs, como el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, los miembros de la alianza pretenden utilizar los BMDs para imponer globalmente una desregulación masiva y extensa a los países en desarrollo, utilizando el impulso de la descarbonización como justificación. Los bancos multilaterales de desarrollo ya no tienen que endeudar a los países en desarrollo para forzar políticas que beneficien a las entidades extranjeras y multinacionales del sector privado, ya que las justificaciones relacionadas con el cambio climático pueden utilizarse ahora con los mismos fines.

Esta nueva modalidad para los BMDs, junto con su fusión con el sector privado, es en definitiva lo que propone el GFANZ en cuanto a la "reimaginación" de estas instituciones. El director del GFANZ y CEO de BlackRock, Larry Fink, durante un panel de la COP26 que tuvo lugar el 2 de noviembre, se refirió explícitamente al plan de revisión de estas instituciones cuando dijo: "Si vamos a tomarnos en serio el cambio climático en el mundo emergente, vamos a tener que centrarnos realmente en la reimaginación del Banco Mundial y el FMI".

Fink continuó:

"Son el prestamista principal, y no hay suficiente capital privado que entre en el mundo emergente hoy en día debido a los riesgos asociados con el riesgo político, invirtiendo en terrenos baldíos… si nos tomamos en serio el incremento de la inversión de capital en el mundo emergente… Estoy instando a los propietarios de esas instituciones, los propietarios del capital, a que se centren en cómo reimaginar estas instituciones y replantear sus estatutos".

Los planes propuestos por el GFANZ para reimaginar los bancos multilaterales de desarrollo son especialmente alarmantes, dado que los documentos militares filtrados de Estados Unidos muestran que dichos bancos se consideran esencialmente "armas financieras", que se han utilizado como "instrumentos financieros y diplomáticos del poder nacional de Estados Unidos", así como instrumentos de lo que esos mismos documentos denominan el "actual sistema de gobernanza mundial", que se utilizan para obligar a los países en desarrollo a adoptar políticas que de otro modo no adoptarían.

Además, dadas las declaraciones de Fink, no debería sorprender que el informe del GFANZ señale que su esfuerzo por establecer "plataformas de países" y alterar el funcionamiento y los estatutos de los BMDs es un componente clave de la aplicación de las recomendaciones preconcebidas destinadas a "aprovechar el nuevo momento Bretton Woods" y rehacer el sistema de "gobernanza financiera mundial" para que "promueva la estabilidad económica y el crecimiento sostenible".

Como se señala en otros documentos del GFANZ y en su sitio web, el objetivo de la alianza es la transformación del sistema financiero mundial y es obvio, a partir de las declaraciones de los miembros y de los documentos de la alianza, que el objetivo de esa transformación es facilitar los objetivos de inversión de los miembros de la alianza más allá de lo que es posible en la actualidad, utilizando los dictados relacionados con el cambio climático, en lugar de la deuda, como medio para ese fin.

La ONU y la "revolución silenciosa"

A la vista de la composición del GFANZ y de las ambiciones de sus miembros, algunos pueden preguntarse por qué las Naciones Unidas apoyarían una iniciativa tan depredadora. ¿Acaso las Naciones Unidas no trabajan principalmente con los gobiernos nacionales y no con los intereses del sector privado?

Aunque ciertamente esa es la percepción pública predominante de la ONU, la organización lleva décadas siguiendo un modelo de "capitalismo interesado" que privilegia al sector privado y a los "filántropos" multimillonarios frente a los gobiernos nacionales, siendo la tarea de estos últimos simplemente mantener "entornos propicios" para las políticas creadas por y en beneficio de los primeros.

En su intervención en el Foro Económico Mundial de 1998, el Secretario General Kofi Annan hizo explícito este cambio:

"Las Naciones Unidas se han transformado desde la última vez que nos reunimos aquí en Davos. La Organización ha sufrido una revisión completa que he descrito como una "revolución silenciosa" Se ha producido un cambio fundamental. Antes, las Naciones Unidas sólo se ocupaban de los gobiernos. Ahora sabemos que la paz y la prosperidad no pueden lograrse sin asociaciones en las que participen los gobiernos, las organizaciones internacionales, la comunidad empresarial y la sociedad civil… El negocio de las Naciones Unidas implica a los negocios del mundo".

Dado que la ONU es ahora esencialmente un vehículo para la promoción del capitalismo de las partes interesadas, es lógico que "convoque" y apoye los esfuerzos de un grupo como el GFANZ para extender ese modelo de capitalismo de las partes interesadas a otras instituciones implicadas en la gobernanza global, específicamente la gobernanza financiera global. Permitir que los miembros del GFANZ, es decir, muchos de los mayores bancos privados e instituciones financieras del mundo, se fusionen con los BMDs, rehagan el "sistema de gobernanza financiera global" y obtengan un mayor control sobre las decisiones políticas en el mundo emergente es el sueño de los banqueros hecho realidad. Para llegar hasta aquí lo único que han necesitado es convencer a un número suficiente de la población mundial de que esos cambios son necesarios debido a la percepción de la urgencia del cambio climático y la necesidad de descarbonizar rápidamente la economía. Sin embargo, si se pone en práctica, el resultado no será un mundo más "verde", sino un mundo dominado por una pequeña élite financiera y tecnocrática que tiene libertad para beneficiarse y saquear tanto el "capital natural" como el "capital humano".

En la actualidad los BMDs se utilizan como "instrumentos de poder" que utilizan la deuda para obligar a las naciones en desarrollo a aplicar políticas que beneficien a los intereses extranjeros en lugar de a sus propios intereses nacionales. Si el GFANZ se sale con la suya, los bancos multilaterales de desarrollo del futuro se utilizarán básicamente para eliminar la soberanía nacional, privatizar los "activos naturales" (por ejemplo los ecosistemas, los procesos ecológicos) del mundo en desarrollo y forzar políticas cada vez más tecnocráticas diseñadas por las instituciones de gobernanza global y los grupos de reflexión sobre poblaciones cada vez más privadas de derechos.

Aunque el GFANZ se ha revestido de la elevada retórica de "salvar el planeta", sus planes equivalen en última instancia a un golpe de estado dirigido por las empresas que hará que el sistema financiero mundial sea aún más corrupto y depredador y reducirá aún más la soberanía de los gobiernos nacionales del mundo en desarrollo.

https://unlimitedhangout.com/2021/11/investigative-reports/un-backed-banker-alliance-announces-green-plan-to-transform-the-global-financial-system/

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Aquí se puede plantear qué es más nefasto, si los gobiernos que conocemos o la corporatocracia cleptómana. No sólo ambos son funestos para la gente común, que respalda y respaldará a ambos, sino que los dos son la misma cosa. Alguien preguntaba a Alfonso Longo ¿por qué se calla la izquierda ante lo que viene pasando en 2020/2021? Solo hay que mirar quienes se encargan de gestionar el programa político de los trillonarios anticapitalistas: son gente de las cinco franquicias políticas globales… pero precisamente en España y en el caso de ese programa político (en su cara más abierta al público, que es la Agenda 2030) son comunistas, uno detrás de otro: Pablo Iglesias Turrión, Ione Belarra y Enrique de Santiago. Por supuesto, a estos efectos casi todos (si no todos) los políticos están en la misma chalupa.

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Creo que lo de trillonarios anticapitalistas se entiende bien, pero si cupiera alguna duda dejo aquí la expresión ya manida de Olavo de Carvalho:

Una historia de quince siglos

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 17 de junio de 2004

Con el Imperio desmantelado, las iglesias dispersas por el territorio se convirtieron en los sustitutos de la dispersa administración romana. En la confusión general, mientras las formas de una nueva época apenas eran visibles entre las brumas provisionales, los sacerdotes se convirtieron en notarios, defensores del pueblo y alcaides. Las semillas de la futura aristocracia europea germinaron en el campo de batalla, en la lucha contra el invasor bárbaro. En cada aldea y parroquia los líderes comunitarios que destacaban en el esfuerzo de defensa eran recompensados por el pueblo con tierras, animales y monedas, por la Iglesia con títulos de nobleza y la unción legitimadora de su autoridad. Se convirtieron en grandes agricultores, condes, duques, príncipes y reyes.

La propiedad agraria nunca fue el fundamento ni el origen, sino el fruto de su poder. Poder militar. Poder de una casta feroz y altiva, enriquecida por la espada y no por el arado, celosa de no mezclarse con los demás, de no dedicarse ni al cultivo de la inteligencia (cosa buena sólo para los sacerdotes y las mujeres) ni al de la tierra (incumbencia de siervos y arrendatarios) ni al de los negocios (ocupación de burgueses y judíos).

Durante más de un milenio gobernó Europa por la fuerza de las armas, apoyada en el trípode de la legitimación eclesiástica y cultural, de la obediencia popular traducida en trabajo e impuestos, del apoyo financiero obtenido extorsionado a comerciantes y banqueros en tiempos de crisis y guerra.

Su ascenso culmina y su declive comienza con la fundación de las monarquías absolutistas y el advenimiento del Estado nacional. Culmina porque estas nuevas formaciones encarnan el poder de la casta guerrera en estado puro, fuente de sí misma por delegación directa de Dios, sin la intermediación del sacerdocio, reducido a la condición subordinada de cómplice forzoso y recalcitrante. Pero esto es ya el principio del declive, porque el monarca absoluto, procedente de la aristocracia, se desmarca de ella y tiene que buscar contra ella (y contra la Iglesia) el apoyo del Tercer Estado, que acaba convirtiéndose así en una fuerza política independiente, capaz de intimidar conjuntamente al rey, al clero y a la nobleza.

Si el sistema medieval había durado diez siglos, el absolutismo no duró más de tres. Menos aún durará el reinado de la burguesía liberal. Un siglo de libertad económica y política es suficiente para que algunos capitalistas sean tan formidablemente ricos que ya no quieran someterse a los caprichos del mercado que los hizo ricos. Quieren controlarlo y los instrumentos para ello son tres: la dominación del Estado, para la aplicación de las políticas estatistas necesarias para la eternización del oligopolio; el fomento de los movimientos socialistas y comunistas que favorecen invariablemente el crecimiento del poder del Estado y el reclutamiento de un ejército de intelectuales para preparar a la opinión pública a decir adiós a las libertades burguesas y entrar felizmente en un mundo de represión omnipresente y obsesiva (que se extiende hasta el último detalle de la vida privada y el lenguaje cotidiano), presentado como un paraíso adornado a la vez con la abundancia del capitalismo y la "justicia social" del comunismo. En este nuevo mundo la libertad económica indispensable para el funcionamiento del sistema se preserva en la estricta medida necesaria para que subvencione la extinción de la libertad en los ámbitos político, social, moral, educativo, cultural y religioso.

De este modo, los megacapitalistas cambian la base misma de su poder. Ya no se basan en la riqueza como tal, sino en el control del proceso socio-político. Un control que, liberándoles de la exposición aventurera a las fluctuaciones del mercado, les convierte en un poder dinástico duradero, una neo-aristocracia capaz de pasar indemne por las variaciones de la fortuna y la sucesión de generaciones, alojada en la fortaleza del Estado y de las organizaciones internacionales. Ya no son megacapitalistas: son metacapitalistas, la clase que ha trascendido el capitalismo y lo ha transformado en el único socialismo que ha existido o existirá: el socialismo de los grandes señores y los ingenieros sociales a su servicio.

Esta nueva aristocracia no nace, como la anterior, del heroísmo militar premiado por el pueblo y bendecido por la Iglesia. Nace de una premeditación maquiavélica basada en el interés propio y, a través de un falso clero de intelectuales subvencionados, se bendice a sí misma.

Queda por ver qué tipo de sociedad puede crear esta aristocracia autoinventada y cuánto puede durar una estructura tan obviamente basada en la mentira.

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