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miércoles, 31 de enero de 2024

A propósito del cambio climático

 

M.B.P. (2006) La historia del clima


https://www.tiempo.com/ram/2424/la-historia-del-clima/


En mi indagación personal sobre el tema del Cambio Climático he intentado aprender algo sobre el pasado del clima, desde el principio de la Tierra hasta el presente. Como resultado he escrito este texto. Es un resumen donde trato de mostrar una panorámica de la evolución del clima terrestre y de las causas de los cambios que ha habido.


En 1837 el suizo Louis Agassiz presentó un trabajo de campo en los Alpes y demostró que hubo épocas pasadas en que los hielos, los glaciares, se extendieron mucho más allá de su ubicación actual, épocas que se llamaron glaciaciones. Agassiz no había sido el primero en postular esa teoría. Después se descubrió que una gran placa de hielo que ocupaba el Norte de Europa se había llegado a extender hasta el Norte de Alemania, alcanzando la zona que hoy ocupa Berlín. También en Norteamérica se localizaron las huellas de otro casquete de hielo que llegó hasta el territorio de la actual ciudad de Nueva York.


Muchos habrán visto huellas glaciares, como las que hay en el Pirineo, se trata de valles en forma de U, de morrenas frontales o laterales, de rocas estriadas o aborregadas, de grandes bloques de roca aislados, de lagos... También hay huellas indirectas de los glaciares: son las terrazas fluvioglaciares.


Los glaciares de valle de los Pirineos, en su vertiente sur, cubrieron varias decenas de kilómetros, finalizando, en la mayor parte de los casos, entre 700 y 900 m de altitud, con espesores de hielo cercanos a los 500 m, excepcionalmente 900 m en las cubetas de sobreexcavación.


Como en otros fenómenos de la historia natural, en el caso de las glaciaciones las pruebas están ahí, visibles y abundantes, pero hizo falta una observación adecuada y un estudio riguroso para interpretarlas, por eso menciono al ilustre Louis Agassiz.


Las huellas glaciares son uno de los indicadores de la evolución del clima terrestre. Con el tiempo se han estudiado otros muchos, como por ejemplo los sondeos de los hielos, bien sea de la Antártida, de Groenlandia o de montañas tropicales, los sondeos de sedimentos del fondo marino, el estudio de los anillos de los árboles, los documentos escritos y, desde finales del siglo XVIII, las medidas instrumentales de las variables meteorológicas.


Con todo ello se ha desarrollado la Paleoclimatología, la ciencia que estudia el clima de otras épocas. Según Wikipedia, la enciclopedia libre de Internet, versión en inglés, la Paleoclimatología es el estudio del cambio climático durante toda la historia de la Tierra.


Hoy en día conocemos bastante de la evolución de las temperaturas, de las precipitaciones y de otras variables climatológicas, aunque quedan bastantes incertidumbres, lo mismo que ocurre respecto a las causas de esas variaciones.


El variable clima terrestre


Nota: utilizo el término era glacial para referirme a una época de millones de años durante la cual hay una disminución de la temperatura global de la Tierra y en alguno de los polos o en ambos se forman casquetes continentales de hielo. Periodos glaciales son periodos más fríos durante las eras glaciales y periodos interglaciales son periodos más cálidos durante ellas. El término glaciación lo uso en ambos sentidos, como era y como periodo glacial (a veces se utiliza el término edad de hielo, que dejo para las películas infantiles).


La edad de la Tierra es de unos 4.500 millones de años (Ma), la vida apareció en ella hace unos 3.800 Ma y los homínidos hace unos 4 Ma.


La Tierra primitiva tardó unos 700 Ma en moderar sus altas temperaturas, debidas al intenso bombardeo de meteoritos y a la elevada radiactividad inicial. Después, a pesar de que el Sol le enviaba una energía menor, algo más de un 20 % menos que hoy en día, las temperaturas en la Tierra fueron relativamente altas, es de suponer que por el efecto invernadero de una atmósfera con una concentración elevada de CO2, producido por el vulcanismo. Además, a partir de hace unos 3.500 Ma hubo también una elevada concentración atmosférica de metano, debido a la acción masiva de bacterias productoras de metano, lo cual contribuyó a ese elevado efecto invernadero de la Tierra joven.


La Historia Del Clima


Después la Tierra ha pasado al menos por cinco eras glaciales, épocas de temperaturas bajas y formación de casquetes de hielo en los polos. La primera fue hace entre 2700 y 2300 millones de años, es la llamada Glaciación Huroniana, y se supone que pudo ser producida por diferentes factores, como el aumento de tamaño de los continentes y la disminución del CH4 atmosférico al reaccionar con el O2 producido por las bacterias fotosintéticas. La segunda era glacial se produjo hace entre 750 y 580 millones de años, al final de Precámbrico, afectó a casi todo el planeta y sus causas son discutidas. La tercera sucedió en el Ordovícico, hace 450 Ma, duró sólo 20 Ma, de ella hay huellas en el Sáhara, su causa fue la situación del supercontinente Gondwana en el Polo Sur y produjo una gran extinción masiva de los seres vivos.


La cuarta era glacial fue hace entre 350 y 250 Ma, en los periodos Carbonífero y Pérmico, de ella hay huellas en Sudamérica, Sudáfrica, Australia... ya que el supercontinente de Gondwana se fue desplazando sobre el Polo Sur. Entre sus causas está la reducción del CO2 atmosférico por la formación de carbón y de carbonatos y la disminución del vulcanismo. En ella hubo avances y retrocesos de los hielos, como en el Cuaternario, pero de mayor duración. Hubo más de 40 periodos glaciares y los correspondientes interglaciares.


En la actualidad la Tierra está en una era glacial, con un continente permanentemente helado: la Antártida. Esta era comenzó a gestarse hace unos 34 Ma, cuando la Antártida se separó de Sudamérica y se formó la fría Corriente Marina Circumpolar Antártica, que aisló el continente de la influencia de otras corrientes marinas más cálidas. Después comenzó a acumularse el hielo, en un proceso discontinuo… probablemente la Antártida estuvo descongelada entre hace unos 22 Ma y hace unos 13 Ma.


Según Jhon C. Crowell ha habido más eras glaciales y de mayor duración. De cualquier forma, desde hace millones de años estamos dentro de una de ellas.


También hubo en la historia de la Tierra épocas en que las temperaturas medias fueron notablemente más altas, por ejemplo en el Paleozoico Inferior, entre 600 y 430 Ma. Las temperaturas globales medias de unos 22ºC permitieron un gran desarrollo de las especies de seres vivos que se conoce como la Explosión Cámbrica. Más adelante, en el Cretácico, la época de los dinosaurios, se estima que la temperatura global media de la superficie terrestre pudo alcanzar valores entre 20 y 24ºC, frente a los 15ºC que tenemos hoy en día. Esta diferencia fue mayor en las latitudes medias y altas, donde las aguas oceánicas estaban entre 10 y 20ºC más cálidas que ahora.


Se considera que las épocas cálidas han estado asociadas a emisiones volcánicas masivas y la consiguiente elevación de la concentración atmosférica de CO2, a la formación de supercontinentes con clima continental o a altos niveles de metano en el aire, debido a la abundancia de pantanos o por la liberación de metano de los fondos oceánicos.


En cuanto a las precipitaciones, se piensa que en general han sido mayores a escala mundial en los periodos cálidos, por la mayor evaporación y la mayor capacidad de la atmósfera para almacenar y transportar humedad. Por el contrario, en las glaciaciones hubo más aridez y aumentaron las zonas de tundra y los desiertos.


Hace entre 3 y 2,5 Ma se acentuó el enfriamiento. Desde entonces se suceden periodos glaciales en que se forman casquetes de hielo en Norteamérica y en el Norte de Eurasia y periodos interglaciales en que esos mantos desaparecen. La oscilación térmica de los ciclos glaciales ha ido aumentando, sobre todo en el último millón de años. La periodicidad ha ido variando desde 40.000 años hace 2,5 Ma a 80.000-120.000 años a partir de hace 600.000 años.


Así pues, en los últimos 400.000 años ha habido cuatro periodos glaciales, separados por periodos cálidos de unos 10.000 años llamados interglaciales. Ahora estamos en un interglacial.


Hace 125.000 años empezó el anterior periodo interglacial, el Eemiense, y hace 115.000 años la última glaciación, llamada Würm o Wiscosin. Durante ella hubo periodos de enfriamiento progresivo, que acabaron con episodios de suelta masiva de icebergs al océano Atlántico, los episodios Heinrich. Luego había periodos de calentamiento brusco. Del análisis de los sondeos de hielo de Groenlandia se pueden distinguir más de veinte de estos calentamientos abruptos, en unas decenas de años, durante el último periodo glacial. En el Último Máximo Glacial, hace 18.000 años, las aguas de los océanos estaban unos 120 metros más bajas que ahora y los casquetes de hielo cubrían buena parte de Norteamérica y el Norte de Eurasia. Las precipitaciones fueron en general menores, hubo un avance de los desiertos y un retroceso de las zonas boscosas.


Hace 180.00 años comenzaron a ascender las temperaturas. Hace unos 12.500 años hubo un periodo de enfriamiento que duró unos mil años, el Younger Dryas. Tras el posterior calentamiento, hace 11.500 años, las temperaturas han variado poco, fueron un poco más cálidas hace entre 6.000 y 4.500 años, el llamado Máximo del Holoceno, y luego fueron descendiendo ligeramente. Después del 800 d.C., en el llamado Periodo Cálido Medieval los vikingos llegaron a colonizar algunas costas de Groenlandia. La Pequeña Edad del Hielo fue un enfriamiento que tuvo lugar entre los años 1.550 y 1.850 aproximadamente. En el siglo XX ha habido unas décadas iniciales de calentamiento, luego ha habido otras de enfriamiento entre 1940 y 1970 y las últimas han sido de calentamiento, así el año 1998 fue el más cálido del siglo XX.


Las causas de los cambios climáticos


La tectónica de placas, o sea la dinámica de las placas de la litosfera debida a la convección en el manto terrestre, influye en la aparición de casquetes polares y las correspondientes eras glaciales de dos formas. La primera es por la ubicación de un continente en alguno de los polos, donde puede irse acumulando nieve que se transforma en hielo y llega a formar un casquete polar de kilómetros de grosor. La otra situación tectónica favorable es la ubicación de masas continentales en la zona tropical, que impiden una fuerte corriente oceánica ecuatorial, entonces las corrientes marinas forman circuitos que llevan agua cálida hacia altas latitudes, donde la evaporación aumenta y el aire cargado de humedad permite unas precipitaciones suficientes de nieve, necesarias para la formación del casquete polar. Por ejemplo hace 3,5 millones de años se cerró el Istmo de Panamá, impidiéndose la corriente que había entre los océanos Atlántico y Pacífico. A partir de entonces aumentó la Corriente del Golfo, que se dirige desde el Caribe hacia el Atlántico Norte, permitiendo el aporte de humedad que favoreció la formación de casquetes polares en el Hemisferio Norte.


Además la tectónica de placas hace posible y regula el ciclo geoquímico del carbono. Cuando aumenta la actividad tectónica, es mayor el vulcanismo y la emisión de CO2, con el consiguiente calentamiento del clima. La elevación de cordilleras puede ser causa de enfriamiento del clima, además de alterar la circulación atmosférica, ya que al haber más tierras elevadas hay una mayor erosión de las rocas, el agua de lluvia lleva CO2 disuelto que reacciona con los minerales y como consecuencia disminuye el CO2 atmosférico.


Las variaciones orbitales de la Tierra, debidas a la atracción gravitatoria de los otros planetas, estarían asociadas a la aparición de los periodos glaciales, los últimos han sucedido aproximadamente cada 100.000 años. Son los llamados Ciclos de Milankovitch. Hay tres tipos de variaciones: la inclinación del eje de rotación de la Tierra, con un periodo 41.000 años, la precesión de los equinoccios, o giro del eje de rotación, con un periodo de 23.000 años y la variación de la excentricidad de la órbita (que se hace más o menos elíptica), con un periodo de unos 100.000 años. El resultado es la variación de la insolación que reciben las diversas latitudes del planeta. Milankovitch consideró que lo más decisivo en el comienzo de un periodo glacial era un mínimo de insolación en las latitudes altas del Hemisferio Norte durante el verano, lo cual impediría que se fundiese toda la nieve caída en el invierno anterior, que se iría acumulando en forma de hielo. Como el hielo refleja en mayor medida los rayos solares (se dice que tiene mayor albedo) el enfriamiento se reforzaría.


Así pues, en una primera mirada a la historia del clima de la Tierra es tentador adoptar una visión cíclica, relacionando las eras glaciales de millones de años con las fases de la tectónica de placas de formación de supercontinentes y su posterior fragmentación y asociando los periodos glaciales de miles de años que se suceden dentro de las eras glaciales con las variaciones de la órbita terrestre cuyos periodos son conocidos.


Pero las cosas son algo más complejas. En un enfoque más evolutivo hay que considerar la variación del propio Sol, que ha aumentado su intensidad alrededor de un 30 % en 4.500 millones de años. También hay que tener en cuenta la evolución de la vida, la vegetación ha modificado el albedo terrestre y los seres vivos han cambiado la composición de la atmósfera, interviniendo además en la regulación de los niveles de CO2 y CH4 atmosféricos.


Ha podido haber épocas de gran aumento del CO2 atmosférico y consiguiente efecto invernadero por vulcanismo masivo. También ha podido haber grandes aumentos de la concentración de metano en la atmósfera, ya sea por el aumento de zonas pantanosas o por liberación de metano de los fondos marinos, de los llamados hidratos de metano. Se sabe también que las caídas de grandes meteoritos producen oscurecimiento del cielo y consiguiente enfriamiento, pero son episodios de corta duración.


Se sabe del importante papel de la circulación oceánica termohalina, que transporta aguas frías del Atlántico Norte y Sur al resto de los océanos por los fondos oceánicos. La Corriente del Golfo lleva agua muy salada, que al enfriarse cerca del Ártico se hunde y desciende por el fondo del Atlántico, llegando hasta los océanos Índico y Pacífico, donde las aguas emergen. Según Wallace Broecker, el sistema climático en su configuración actual tiene dos modos de funcionamiento: el interglacial y el glacial. En el modo interglacial la corriente termohalina funciona como la conocemos hoy en día, y en el modo glacial está reducida o alterada. Esa corriente tiene un periodo de unos mil años, podría tener su propia dinámica o verse afectada por aportes masivos de agua dulce de menor densidad en latitudes altas, lo cual disminuiría el hundimiento de las aguas. La alteración de la corriente termohalina pudo ser la causa del episodio de enfriamiento llamado Joven Dryas, hace 12.500 años.


La variación del número de manchas solares y por tanto de la radiación solar se relaciona con las variaciones de temperatura del último milenio. Cuando aumentan las manchas solares aumentan también las fáculas, que son estructuras más pequeñas y numerosas y que aparecen más brillantes que el resto de la superficie solar. El efecto global es un muy ligero aumento de la radiación emitida por el Sol. El número de manchas solares varía en ciclos de unos 11 años, con una variación del 0,1% de la irradiancia solar. Es mayor la variación de la actividad solar en periodos mayores e irregulares, de entre 80 y 200 años, estas variaciones afectan al clima. Así, por ejemplo la Pequeña Edad del Hielo se asocia al Mínimo de Maunder: durante la segunda mitad del siglo XVIII se observaron muy pocas manchas solares. Al final de la Pequeña Edad de Hielo hubo el Mínimo de Dalton, que fue a principios del siglo XIX y duró unos 30 años. Durante el resto del siglo XIX hubo un ligero ascenso de la actividad solar, un pequeño descenso a principios del siglo XX y posteriormente ha ido en aumento hasta ahora.

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https://disidentia.com/por-que-digo-que-no-soy-ecologista/

L.I.G.F. (2019)


Las masas no han sentido nunca sed por la verdad. Se apartan de los hechos que nos les gustan y adoran los errores que las conquistan. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctima” (Gustave Le Bon, 1895)


El movimiento ecologista puede presumir de ser protagonista de la historia de éxito más espectacular jamás escrita. Absolutamente inexistente hace 50 años, su ideología domina hoy la vida política y cultural, cuenta con innumerables organizaciones de apoyo y apostolado, determina contenidos y normas en escuelas y forma parte intrínseca de las nuevas leyes. ¿Cómo ha sido posible llegar hasta aquí?


Demos un breve repaso al contexto político-ideológico en el que nace el movimiento “verde”. Para los estrategas de la política se daban entonces tres circunstancias claves:


1) El comunismo ya se adivinaba como el perdedor en la batalla económica. Además, la construcción del muro de Berlín, en un intento por evitar la sangría de descontentos, no fue otra cosa que el reconocimiento tácito de la derrota a nivel ideológico. Su caída era previsible e inevitable.


2) Las religiones en general, pero las cristianes en particular, vieron acelerado el proceso de pérdida de influencia en la vida social. Su papel como fuente de orientación moral y ética pasaba a segundo plano.


3) Tras la segunda guerra mundial comenzó un proceso de recuperación económica que llevó a la mayoría de los habitantes de los países industrializados a disfrutar de un alto grado de bienestar. Los políticos empezaron a constatar que los ciudadanos, cuanto más ricos, más reacios eran a dejarse conducir por consignas meramente políticas. Con la cuasi-desaparición de la clase proletaria los llamamientos a la envidia social cayeron en el vacío. Con la movilidad y la riqueza también comenzaron a difuminarse los sentimientos nacionalistas.


Nacía una especie de vacío ideológico que era observado por buena parte del stablishment como una amenaza para sus privilegios. A ellos se unirían los burócratas estatales, siempre ávidos de aumentar sus cuotas de poder. Era necesaria una nueva ideología: nace el ecologismo.


La tarea le fue encargada al Club de Roma, fundado en 1968 por David Rockefeller, quien en sus memorias escribía: “Algunos incluso creen que nosotros [la familia Rockefeller] formamos parte de una cábala secreta que trabaja en contra de los intereses de Estados Unidos, caracterizándonos a mi familia y a mí de "internacionalistas" y de conspirar con otros en todo el mundo para construir una estructura política y económica global más integrada (un solo mundo, si se quiere). Si esa es la acusación, me declaro culpable y estoy orgulloso de ello.”


El Club de Roma pronto se caracterizó por sus ideas innovadoras y sus propuestas sobre cómo ocupar el vacío ideológico existente. En el estudio del Club The First Global Revolution. A Report by the Council of the Club of Rome (1991) queda claro que para alcanzar un nivel óptimo de integración política internacional es necesario un enemigo común: “Necesitamos identificar nuevos enemigos” […] “ya sean reales o inventados, para lograr los objetivos” (página 70). Y es aquí donde se introduce la nueva idea: “Al buscar un nuevo enemigo que nos uniera, se nos ocurrió que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, la hambruna y otros peligros similares encajarían en el perfil... Todos estos peligros están causados por la intervención humana y sólo pueden superarse mediante un cambio de actitudes y comportamientos. Así pues, el verdadero enemigo es la propia humanidad.” (Página 115).


En Mankind at the Turning Point (1973), el segundo informe solicitado por el Club de Roma, leemos lo siguiente: “Ha llegado el momento de elaborar un plan maestro de crecimiento sostenible y desarrollo mundial basado en la asignación global de todos los recursos y en un nuevo sistema económico mundial.”


Es la recomendación, por escrito, para crear un gobierno ecototalitario mundial que dicte y dirija el reparto de todos los recursos. El sistema económico mundial resultante de tal mandato no tiene espacio para la libertad individual. De hecho los creadores del Club de Roma no están dispuestos a consentir que la voluntad democrática de los individuos (ignorantes la mayoría) se interponga en su camino. Tampoco la de sus representantes democráticamente elegidos. En The First Global Revolution (1991) leemos: “Aunque suene sacrílego, la democracia ya no está bien preparada para las tareas que tenemos por delante. La complejidad y el carácter técnico de muchos de los problemas actuales no siempre permiten a los representantes elegidos tomar decisiones competentes en el momento oportuno...


No les basta con reducir los ámbitos de decisión a unos pocos “sabios” nombrados a dedo, las masas son apenas eso: números. La misantropía no es una condición de la que avergonzarse: “La tierra tiene un cáncer y el cáncer es el Hombre” (Mankind at the Turning Point, 1973). Por lo que, en última instancia lo lógico es: “La población sostenible ideal resultante es, por tanto, superior a 500 millones pero inferior a 1.000 millones”(Goals for Mankind. A report by the Club of Rome on the new horizons of global community, 1976). En otras palabras, cinco de cada seis humanos DEBEN ser eliminados del planeta.


Para los miembros del Club de Roma está claro que estos objetivos sólo son alcanzables si sus correligionarios están dotados de una fe inquebrantable: “La mayor esperanza para la Tierra reside en que los religiosos y los científicos se unan para despertar al mundo de su situación casi fatal y, a continuación, guiar a la humanidad fuera del desconcertante laberinto de las crisis internacionales hacia la futura utopía de la esperanza humanista…” (Goals for Mankind, 1976).


Como todo movimiento totalitario, en el ecologismo se trata también de crear un “hombre Nuevo”. Uno de los capítulos de Mankind at the Turning Point lleva el título “The Transition - A New Mankind”. En él podemos leer:


“…son necesarios cambios drásticos en el estrato normativo, es decir, en el sistema de valores y los objetivos del hombre…” (página 54)

Los cambios en las actitudes sociales e individuales que recomendamos requieren un nuevo tipo de educación…”(página 148)

Desarrollo de un marco internacional práctico en el que la cooperación esencial para el surgimiento de una nueva humanidad, en una senda de crecimiento orgánico, se convierta en una cuestión de necesidad en lugar de dejarse en manos de la buena voluntad y la preferencia…” (página 145).


Esto es sólo un breve retrato de lo que está ocurriendo hoy. Se preguntarán cómo es posible que una ideología como la descrita haya alcanzado las cuotas de aceptación que hoy disfruta. Y si escarban un poco más se preguntarán a qué se debe que los medios de comunicación se hayan abandonado TODOS al papel de evangelistas, sin ningún tipo de escrúpulos.


Mis tres metas fundamentales serían reducir la población mundial a unos 100 millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobre en todo el mundo”.


Dave Foreman, cofundador de Earth First!


No importa lo que es verdad. Sólo cuenta lo que la gente cree que es la verdad”.


Paul Watson, cofundador de Greenpeace

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Algunas citas célebres que resumen el ecofascismo:


"Cualquier tipo de tecnología compleja es un atentado contra la dignidad humana. Sería una catástrofe para nosotros si se descubriese una fuente de energía rica, limpia y barata si pensamos en lo que el hombre haría con ella: quitar el hambre, eliminar las guerras, calor en donde hace frio y frio donde hace calor..."


Amory Lovins.


"La perspectiva de poder contar con energía barata a partir de reactores de fusión es lo peor que le podría ocurrir al planeta, porque se haría lo que tú dices, Amory".


Jeremy Rifkin.


"Poner en manos de la sociedad energía barata y en gran cantidad sería como darle a un niño idiota una ametralladora. Yo seguro que lo haría mucho mejor".


Paul Ehrlich.


"La extinción de la especie humana no sólo es inevitable, es una buena cosa".


Christopher Manes


"Necesitamos un amplio apoyo. Para estimular la fantasía del público... debemos ofrecer escenarios terroríficos, realizar declaraciones dramáticas y simples y no permitir demasiadas dudas... Cada uno de nosotros debe decidir dónde está el balance entre efectividad y honestidad".


Stephen Schneider.


"Estamos al principio de una transformación global. Lo único que necesitamos es una gran crisis".


David Rockefeller.

sábado, 27 de enero de 2024

Matthew Ehret (12 de marzo de 2022) La sociedad fabiana, la eugenesia y las fuerzas históricas detrás del colapso sistémico actual

 


https://matthewehret.substack.com/p/the-fabian-society-eugenics-and-the

El sistema financiero se dirige claramente hacia un punto de disolución.

No es exagerado decir que el colapso en sí ya ocurrió y simplemente aún no hemos sentido toda la fuerza brutal de la onda de choque que se acelera hacia nosotros. Este proceso es comparable a un chasquido tectónico en lo profundo de la corteza debajo del océano. Se produce el chasquido y ha comenzado un tsunami. Golpeará la playa con consecuencias devastadoras y sólo rompiendo el hábito de vivir en el “momento” miope, los que están en la playa tendrán la oportunidad de llegar a un lugar más seguro antes de que sea demasiado tarde. La pregunta no es "¿colapsará el sistema", sino más bien cuándo llegará el tsunami con toda su fierza? Además, ¿cuál será el sistema operativo que se pondrá en línea, para reemplazar el caos de las crisis de la cadena de suministro, la hiperinflación, la escasez y la violencia que se producirán?

Choque de dos sistemas


Ya podemos ver claramente dos patrones opuestos que han tomado forma, ilustrados en los comentarios hechos recientemente por el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, quien dijo:

Me temo que nuestro mundo avanza lentamente hacia dos conjuntos diferentes de reglas económicas, comerciales, financieras y tecnológicas, dos enfoques divergentes en el desarrollo de la inteligencia artificial y, en última instancia, dos estrategias militares y geopolíticas diferentes. Ésta es una receta para tener problemas. Sería mucho menos predecible y mucho más peligroso que la Guerra Fría”. Guterres habla de dos paradigmas divergentes… entonces, ¿cuáles son?

Por un lado está la ideología que el propio Guterres apoya devotamente y que ha recibido el título en los últimos años de “La Agenda de Davos” o “El Gran Reinicio”.

Guterres incluso llegó a firmar el tratado de integración ONU-FEM en junio de 2020, que une a ambos organismos globalistas en un sistema operativo similar a los Borg (https://es.wikipedia.org/wiki/Borg_(Star_Trek) ) y anunció: “El Gran Reinicio es un reconocimiento bienvenido de que esta tragedia humana debe ser una llamada de atención. Debemos construir economías y sociedades más igualitarias, inclusivas y sostenibles, que sean más resilientes frente a las pandemias, el cambio climático y muchos otros cambios globales que enfrentamos”.

Si bien el Gran Reinicio profesa utilizar la pandemia actual para impulsar una reforma completa de la sociedad humana, bajo un gobierno mundial tecnocrático, el sistema opuesto, impulsado por aquellas naciones no invitadas a la reciente “Cumbre de la Democracia Global” y etiquetadas como “autoritarias” por Soros y la camarilla de Davos desea evitar ser sacrificada.

Mientras que un sistema se basa en una agenda de despoblación gestionada científicamente desde arriba, el otro sistema afirma el derecho de las naciones soberanas a continuar como la única base legítima para el derecho internacional y el progreso científico como base de la ideología económica. Los términos del nuevo sistema fueron nuevamente enfatizados recientemente a lo largo de la Declaración Conjunta Rusia-China de 5.000 palabras sobre los términos de la Nueva Era que ahora está surgiendo.

El propio Putin expuso recientemente estos términos afirmando: “Sólo los Estados soberanos pueden responder eficazmente a los desafíos de los tiempos y a las demandas de los ciudadanos. En consecuencia, cualquier orden internacional eficaz debe tener en cuenta los intereses y capacidades del Estado y proceder sobre esa base y no tratar de demostrar que no deberían existir. Además, es imposible imponer nada a nadie, ya sean los principios que subyacen a la estructura sociopolítica o los valores que alguien, por sus propias razones, ha llamado “universales”. Después de todo está claro que cuando ocurre una crisis real, sólo queda un valor universal y es la vida humana, que cada Estado decide por sí mismo cómo proteger mejor en función de sus capacidades, cultura y tradiciones”.


¡Qué soplo de aire fresco! Compare eso con el infame "no poseerás nada y serás feliz" de Klaus Schwab. ¿De dónde surgió el orden mundial distópico de la Camarilla de Davos?

La conspiración abierta de H.G. Wells


Puede que le sorprenda, pero para responder a esa pregunta, tendremos que retroceder casi un siglo en el pasado y conocer a un anciano ingeniero social misántropo, llamado Herbert George Wells, que escribió una obra en 1928 llamada The Open Conspiracy: Blueprint for a World Revolution Calling (La conspiración abierta: Plan para un llamamiento a una revolución mundial), que abogaba por un gobierno mundial y la despoblación diciendo:

La Conspiración Abierta se basa en una falta de respeto a la nacionalidad y no hay ninguna razón por la que deba tolerar gobiernos nocivos u obstructivos sñolo porque se mantengan arraigados en tal o cual porción de territorio poblado por humanos”.

Wells era miembro de una organización llamada The Fabian Society, que a su vez fue establecida en 1884 por un círculo de eugenistas y malthusianos británicos, con el fin de promover un nuevo orden social diseñado para moldear la sociedad en un nuevo orden mecanizado, dirigido desde arriba por una élite gerencial integrada por un “grupo social” elitista de científicos.

A lo largo del siglo XX la Sociedad Fabiana penetraría todas las ramas del gobierno, el ejército, el mundo académico, los medios de comunicación e incluso juntas corporativas privadas de todo el mundo, creando sistemas globales de quintas columnas, que operaban dentro de células jerárquicamente unificadas por un comando central, dentro de los niveles más altos de la administración de la Inteligencia británica.

Desde abajo la plebe y los trabajadores se sentirían atraídos por “palabras” promovidas por los fabianos, como igualdad, justicia social y redistribución de la riqueza, utilizando términos marxistas, sin darse cuenta de que esas palabras eran sólo una dulce ilusión sin pretensión de realidad.

Al igual que las órdenes jesuíticas y masónicas, muchos fabianos nunca tendrían idea de qué era realmente la máquina de la que eran simplemente partes. Esta es la razón por la que el Partido Laborista Británico (también conocido como el Partido Fabiano de Gran Bretaña) estuvo tan a menudo ocupado por miembros bien intencionados, que nunca tuvieron ni idea de qué se trataba realmente el juego. La Escuela Fabiana oficial, que se convirtió en un centro de control ideológico y campo de reclutamiento para el talento de la próxima generación (en paralelo a la Universidad de Oxford y la Mesa Redonda Rhodes/Milner) actuó desde la London School of Economics.

De hecho, a lo largo del siglo XX, estas dos operaciones oligárquicas a menudo interactuaron estrechamente, con el fabiano Lord Mackinder, trabajando con la Mesa Redonda de Lord Milner, para diseñar una estrategia para América del Norte en 1908 o la fundación de la Sociedad Fabiana Canadiense por cinco Rhodes Scholars en 1932.

HG Wells fue explícito en sus numerosas obras de no ficción de 1904: “La naturaleza siempre ha matado a los últimos y todavía no hay otra manera, a menos que podamos impedir que nazcan aquellos que se convertirían en los últimos. Es en la esterilización del fracaso, y no en la selección de los éxitos para la reproducción, donde reside la posibilidad de mejorar el linaje humano”.

Transformando nuestros sueños en pesadillas a través de la narrativa


No es coincidencia que Wells pasara las tres décadas anteriores creando una nueva forma de guerra cultural, denominada “programación predictiva”.


Ya fuera en sus historias de ciencia ficción La guerra de los mundos, El hombre invisible, El mundo liberado, La isla del doctor Morrow o La máquina del tiempo, Wells siempre infundió caballos de Troya en sus narrativas, que sabía que tendrían un valor duradero en condicionar apliamente el espíritu de la época.

Estos caballos de Troya fueron simplemente: 1) la naturaleza humana es intrínsecamente absurda, egoísta e incapaz de resolver de manera creíble la paradoja deber-libertad, 2) la ciencia y la tecnología, por lo tanto, siempre se utilizarían con fines egoístas y destructivos y 3) el gobierno mundial es la única salvación para la humanidad.

La única solución a tales problemas era que la sociedad tenía que ser reformulada de nuevo de acuerdo con una intelectulidad científica, que supiera cómo tomar el tipo de decisiones “difíciles” que las masas cochambrosas nunca tendrían la inteligencia ni el valor de tomar por sí mismas. El tema del gobierno mundial y la colectivización de la riqueza, bajo un mando central, también fueron temas propuestos por Wells, quien escribió en 1940:

Colectivización significa el manejo de los asuntos comunes de la humanidad por un control común responsable ante toda la comunidad. Significa la supresión de hacer lo que se quiera en los asuntos sociales y económicos, tanto como en los asuntos internacionales. Significa la franca abolición de la búsqueda de ganancias y de cualquier mecanismo mediante el cual los seres humanos se las arreglen para ser parásitos de sus semejantes. Es la realización práctica de la fraternidad del hombre, a través de un control común”.

El órgano de propaganda de la Sociedad Fabiana, The New Statesman, escribió en 1931: “Las legítimas afirmaciones de la eugenesia no son inherentemente incompatibles con la perspectiva del movimiento colectivista. Por el contrario, se esperaría que encontraran a sus oponentes más intransigentes entre aquellos que se aferran a puntos de vista individualistas sobre la paternidad y la economía familiar”.

Mientras que los socialistas genuinos, que realmente se preocupaban por los derechos laborales en oposición a las fuerzas oligárquicas, generalmente no se llevaban bien con los fascistas, la peculiar especie de socialistas fabianos siempre estuvo unida a la causa fascista y siempre se esforzó por destruir los movimientos obreros genuinos en cualquier nación que estuvieran permeando. Si tan solo esos fascistas pudieran curarse de su nacionalismo, escribió Wells, entonces con mucho gusto defendería el dicho de la esvástica en 1932: "Estoy pidiendo fascistas liberales, nazis ilustrados".

Eugenesia y fascismo: soluciones milagrosas a la gran depresión

Mientras se pronunciaban estas palabras, la oligarquía financiera angloamericana a la que Wells servía, estaba en camino de establecer un sistema global de economía política diseñado para imponer la eugenesia a la humanidad, mediante su apoyo a Hitler. Esta nueva ciencia del gobierno (con su sabor corporativista en Italia) fue lanzada al mundo como la “solución económica milagrosa” a los horrores de la gran depresión de 1929-1932 (en sí misma también causada por una desintegración controlada de una burbuja financiera).

A pesar de que el proyecto fascista fracasó en 1933 (cuando la dictadura de los banqueros centrales fue descarrilada por Franklin Roosevelt) y nuevamente cuando el monstruo Frankenstein hitleriano dejó de obedecer las órdenes de Londres y tuvo que ser sofocado, el plan para un Nuevo Orden Mundial continuó en la posguerra del siglo XX, siguiendo el diseño de una conspiración abierta.

Con la muerte de Wells en 1946, otros fabianos e ingenieros sociales continuaron su trabajo durante la Guerra Fría (incluido el diseño de la Guerra Fría misma, como una forma de destruir el sistema de cooperación en el que todos ganan, así como la amistad entre Estados Unidos, Rusia y China imaginada por FDR).

Fascismo de posguerra: hacer pensable lo impensable


Uno de los principales grandes estrategas, durante este período oscuro, fue el asociado de Wells (y ex miembro de la Sociedad Fabiana), Lord Bertrand Russell, quien escribió en su libro de 1952 El impacto de la ciencia en la sociedad:

Creo que el tema que será de mayor importancia política es la psicología de masas… Su importancia ha aumentado enormemente con el crecimiento de los métodos modernos de propaganda. De ellos, el más influyente es lo que se llama "educación". La religión desempeña un papel, aunque cada vez menor; la prensa, el cine y la radio desempeñan un papel cada vez más importante... se puede esperar que con el tiempo cualquiera pueda convencer a alguien de cualquier cosa, si consigue atrapar al joven paciente y si el Estado le proporciona dinero y equipamiento”.

El asunto avanzará mucho cuando lo aborden los científicos bajo una dictadura científica. Los psicólogos sociales del futuro tendrán varias clases de escolares, con quienes probarán diferentes métodos para producir una convicción inquebrantable de que la nieve es negra. Pronto se llegará a varios resultados. Primero, que la influencia del hogar es obstructiva. En segundo lugar no se puede hacer mucho a menos que el adoctrinamiento comience antes de los diez años. En tercer lugar, los versos musicalizados y entonados repetidamente son muy eficaces. Cuarto, que la opinión de que la nieve es blanca debe considerarse como muestra de un gusto morboso por la excentricidad. Pero lo anticipo. Corresponde a los futuros científicos precisar estas máximas y descubrir exactamente cuánto cuesta por cabeza hacer creer a los niños que la nieve es negra y cuánto menos costaría hacerles creer que es gris oscuro”.

La visión distópica de Russell fue paralela a la de su amigo Sir Julian Huxley, fundador de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en 1946, quien dijo:

La moraleja para la UNESCO es clara. La tarea que se le ha encomendado de promover la paz y la seguridad nunca podrá realizarse plenamente mediante los medios que se le han asignado: la educación, la ciencia y la cultura. Debe prever alguna forma de unidad política mundial, ya sea a través de un gobierno mundial único o de otra manera, como el único medio seguro de evitar la guerra... en su programa educativo puede enfatizar la necesidad fundamental de una unidad política mundial y familiarizar a todos los pueblos con las implicaciones. de la transferencia de plena soberanía de naciones separadas a una organización mundial”.

¿A qué fin apuntaría esta “unidad política mundial”? Varias páginas después la visión de Huxley se presenta con todos sus retorcidos detalles:

Por el momento es probable que el efecto indirecto de la civilización sea disgénico en lugar de eugenésico y en cualquier caso parece probable que el peso muerto de la estupidez genética, la debilidad física, la inestabilidad mental y la propensión a las enfermedades, que ya existen en la especie humana, resultará una carga demasiado grande para lograr un progreso real. Por lo tanto, aunque es muy cierto que cualquier política eugenésica radical será durante muchos años política y psicológicamente imposible, será importante para la UNESCO velar por que el problema eugenésico se examine con el mayor cuidado y que la mente pública esté informada de las cuestiones que están en juego, para que mucho de lo que ahora es impensable pueda al menos volverse pensable”.

La recolonización económica del mundo

Si bien muchos piensan que los años de la posguerra estuvieron determinados principalmente por la Guerra Fría, la realidad es que la Cortina de Hierro siempre fue simplemente una tapadera para imponer una infiltración y colonización completa de las mentes de los ciudadanos, a lo largo de la comunidad transatlántica, que había dado tanto para detener el ascenso del fascismo. La atención se centró especialmente en la joven generación del “baby boom”, que sufriría el condicionamiento de espectro completo más intenso que cualquier otra generación en la historia.

Mientras la población se vio conducida a estados de locura durante la era del terror nuclear constante, las guerras asimétricas en el extranjero y las revoluciones contraculturales de drogas, sexo y rock'n'roll a nivel nacional.


En el momento del asesinato de Bobby Kennedy y el derrocamiento de De Gaulle, se había preparado el escenario para una nueva fase de colonialización de los estados nacionales occidentales mediante la flotación del dólar estadounidense y la destrucción del sistema de reservas de oro, que había servido como base del sistema de Bretton Woods posterior a 1945. Mientras los tipos de cambio fueran fijos, la guerra económica contra las naciones mediante la especulación a corto plazo (que siempre había sido una herramienta de la City de Londres) no sería posible. Además la estabilidad proporcionada por los tipos de cambio fijos permitió el pensamiento y la planificación a largo plazo necesarios para construir infraestructura a gran escala y otros proyectos científicos, que requirieron el tipo de paciencia y previsión que el pensamiento a corto plazo impulsado por el mercado nunca permitió.

Bajo esta nueva era de desregulación posterior a 1971, la humanidad se atomizó aún más en torno a una nueva idea de “valor”, impulsada por la noción de que los deseos individuales no limitados por la regulación “causan” cambios creativos, dentro de las fuerzas supuestamente autorreguladoras del mercado. Cuanto más se incrustó la fórmula “codicia=bien” en el sistema operativo de los estados occidentales, más se apoderaron de las estructuras más amplias de esos estados las corporaciones y bancos privados, que cada vez más se fusionaron y fusionaron una y otra vez entre sí durante una era de “supervivencia del poder” darwiniana del más apto". Cuanto más se fusionaban estas entidades supranacionales interconectadas, más esas palancas de poder económico fueron arrancadas de los estados nacionales soberanos y puestas en manos de finanzas privadas, en deuda con fuerzas antagónicas a la humanidad. Durante este proceso, los sectores de la economía que alguna vez fueron productivos y que dieron vitalidad a las naciones fueron atrofiados y subcontratados en el extranjero.

Las tasas normales de inversión en el mantenimiento y mejora de la infraestructura intensiva en capital se paralizaron y los sectores industriales fueron cerrados y trasladados a sectores de mano de obra barata en el extranjero, que a su vez se convirtieron en nuevas zonas de mano de obra esclava moderna, llenando el consumismo occidental con “bienes baratos” de China y productos baratos robados al sur global. Mientras que anteriormente el crecimiento monetario había estado vinculado al crecimiento de la producción industrial, el paradigma posterior a 1971 vinculó el crecimiento monetario a tasas cada vez mayores de deuda impagable y capital especulativo ilimitado y no al mundo real.

Dos caras del mal: el FEM y el Grupo Inter-Alfa

Durante ese mismo fatídico año de 1971 se crearon otras dos entidades siniestras.

En enero de 1971, un protegido de Henry Kissinger llamado Klaus Schwab creó una entidad en Suiza que denominó "Foro Económico Mundial". Un miembro fundador destacado fue Maurice Strong, un elitista canadiense conectado con Rockefeller que se había convertido en padre fundador del movimiento ecologista moderno y coarquitecto del Club de Roma. Una de las iniciativas que Strong había ayudado a construir en 1970 fue el 1001 Nature Trust, que era un proyecto dedicado a recaudar capital para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el nuevo movimiento ambientalista. Uno de los fundadores de fue Sir Julián Huxley.

La otra siniestra entidad formada en 1971 fue el grupo de bancos Rothschild Inter-Alpha (https://en.wikipedia.org/wiki/Inter-Alpha_Group_of_Banks ), bajo el paraguas del Royal Bank of Scotland (https://en.wikipedia.org/wiki/Royal_Bank_of_Scotland ). La intención declarada de este grupo se encuentra en el discurso de 1983 de Lord Jacob Rothschild: “dos grandes tipos de instituciones gigantes, las compañías mundiales de servicios financieros y los bancos comerciales internacionales con competencia comercial global, pueden converger para formar la institución definitiva y completa, un poderoso conglomerado financiero de muchas cabezas”.

A lo que se refería Lord Rothschild era a la destrucción de las leyes de separación bancaria Glass-Steagall (https://en.wikipedia.org/wiki/Glass-Steagall_legislation ) en todo el ámbito transatlántico, que habían mantenido compartimentadas en mundos separados la banca comercial, la banca de inversión y las actividades de seguros desde la Segunda Guerra Mundial. En 1986 esta destrucción de los límites divisorios en la banca comenzó con el Big Bang de Margaret Thatcher, seguido poco después por la destrucción de los Cuatro Pilares (https://www.bis.org/publ/confp07g.pdf ) por parte de Canadá. Aunque tomó otros 14 años, el último clavo fue puesto en el ataúd de la Glass-Steagall cuando Clinton eliminó la ley en uno de sus últimos actos en el cargo. Después de este punto, los contratos de derivados que sólo habían representado 2 billones de dólares en 1991 y 80 billones de dólares en 1999 pronto se dispararon a más de 650 billones de dólares en 2007, cuando el mercado inmobiliario estalló en Estados Unidos.


La economía se convierte en una bomba

Lo que es importante tener en cuenta es que a lo largo de todo este proceso, con posterioridad a 1971, el capitalismo mismo se fue convirtiendo lentamente en una bomba de tiempo que no podía hacer nada más que colapsar. Esto significa que es fatalmente erróneo considerar los abusos de la globalización o el colapso que ahora se está produciendo como errores, sino más bien como la consecuencia prevista del diseño mismo del sistema.

Los estados nacionales occidentales habían perdido su soberanía económica, al vender sus futuros al precio de saldo en el exterior, lo que los volvió adictos a mantener pobres a las naciones pobres y a mantener barata la mano de obra barata (las naciones en desarrollo y en proceso de modernización tienden a tener mano de obra cualificada y bien remunerada y no se convierten en repúblicas bananeras).

Y así la humanidad cayó cada vez más en la jaula del “fin de la historia” que, en última instancia, buscaba un nuevo orden mundial para reemplazar el viejo orden de estados nacionales y democracias que habían gobernado los dos siglos anteriores. Un control supranacional más centralizado de los estados nacionales por parte de la oligarquía financiera se produjo detrás de acuerdos de “libre comercio”, como el NAFTA (North American Free Trade Agreement ( 1992 https://en.wikipedia.org/wiki/North_American_Free_Trade_Agreement ) y el Tratado de Maastricht (1992 https://en.wikipedia.org/wiki/Maastricht_Treaty ) a principios de los años noventa.

Esta fue, por supuesto, la tendencia casi imparable después de la desintegración de la Unión Soviética (y la replicación de la globalización occidental en el corto período de la Terapia de Choque de Rusia (https://thesaker.is/the-rape-of-russia-saker-blog-exclusive-interview/ ) en la década de 1990). Afortunadamente digo “casi imparable” porque algo muy especial e inesperado sucedió que descarriló este plan en 2013.

Surge un nuevo sistema operativo

Me refiero aquí al momento en que Xi Jinping hizo saber al mundo que China no continuaría indefinidamente como el centro de mano de obra barata de Occidente y, en cambio, se dio a conocer un nuevo programa, denominado "Iniciativa de la Franja y la Ruta" (1913 https://en.wikipedia.org/wiki/Belt_and_Road_Initiative ), como la fuerza impulsora de la política exterior de China. Pronto este programa se fusionó con la Unión Económica Euroasiática liderada por Rusia y atrajo a más de 140 naciones del mundo a su sistema operativo, con ramas que se extienden hasta el Ártico, denominado Ruta de la Seda Polar. El sistema multipolar de Eurasia, que había avanzado lentamente entre 1999 y 2013, comenzó a adquirir una tasa de crecimiento acelerada con nuevas instituciones financieras, proyectos de infraestructura a gran escala y nuevas plataformas diplomáticas construidas a lo largo del camino.

En 2015, tanto Rusia como China habían creado sus propias alternativas al SWIFT (controlado por Estados Unidos) y ese mismo año Rusia entró en Siria en defensa del principio de soberanía nacional.

Ahora Rusia y China, ambas cercadas por el complejo industrial militar estadounidense, han emitido una poderosa declaración conjunta en la que establecen un manifiesto para un nuevo sistema operativo que consagre el principio de estados nacionales soberanos y actividades que promuevan la cooperación beneficiosa para todos y el crecimiento demográfico como base del orden.

Entonces, cuando Guterres se mea en los pantalones, quejándose del peligro de que ahora surjan dos sistemas opuestos o cuando los asesores de Biden promueven cumbres sobre la democracia, que excluyen a todas las naciones del mundo que no quieren ser sacrificadas en el altar de Gaia, pueden estar seguros que es porque ha surgido algo compatible con la dignidad humana.

¿Podrían los actuales movimientos por la libertad, que están surgiendo a través del Atlántico, forzar un cambio en los elementos de la clase política, que no han perdido su humanidad ante un compromiso tipo Borg del Foro Económico Mundial, de asimilarlo todo en un sacerdocio transhumanista unipolar? Eso aún está por verse.

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(1) The Origins and Development of the Fabian Society, 1884-1900, Stephen J. O’Neil Loyola University Chicago

(2) George Bernard Shaw, Prefaces (London: Constable and Co., 1934)

(3) H.G. Wells, American Journal of Sociology, Vol. 10 (1904)


Matthew Ehret es el editor en jefe de la Canadian Patriot Review y miembro principal de la Universidad Americana de Moscú. Es autor de la serie de libros "Historia no contada de Canadá" y de Choque de las dos Américas. En 2019 cofundó la Fundación Rising Tide, con sede en Montreal.

miércoles, 24 de enero de 2024

Matthew Ehret (08-AGO-SEPT 2013) Orígenes del Estado profundo en América del Norte. Parte III: ¿Qué es la Sociedad Fabiana y con qué fin se creó?

 


https://canadianpatriot.org/2022/01/27/what-is-the-fabian-society-and-to-what-end-was-it-created/

Nuestras dos primeras entregas han abordado los orígenes del Estado Profundo en América del Norte, revisando la creación de la red Rhodes Scholarship/Chatham House a finales del siglo XIX y la infiltración de académicos adoctrinados en todas las ramas gobernantes de la sociedad occidental. Rastreamos a los actores clave de esta red, con sede en Oxford, que se formaron con la intención de cumplir la voluntad de Cecil Rhodes de “formar una iglesia del Imperio Británico” y deshacer los efectos de la Revolución Americana como fenómeno global. También vimos cómo estas redes trabajaron en estrecha colaboración con otro de los primeros “grupos de expertos”, llamado Sociedad Fabiana, para promover una agenda que requería la destrucción del sistema de Estado Nación soberano, que se había fundado en el Tratado de Westfalia de 1648. Esto quedó ejemplificado en el “discurso de Chicago” de 1999 del activo fabiano Tony Blair, cuando afirmó que el mundo ahora debe embarcarse en un “orden poswestfalianoque prepare el escenario para el 11 de septiembre y la nueva era de cambio de régimen que pronto se desató. En el siguiente informe analizaremos los orígenes de la Sociedad Fabiana, examinando a algunos de sus miembros fundadores y la filosofía que la rige.

La naturaleza de la bestia

La polarización es el nombre del Imperio. Si se puede mantener a una sociedad bajo el control de sus creencias en lo que les dicen sus sentidos, entonces las estructuras invisibles que gobiernan su comportamiento seguirán siendo místicas e incognoscibles. Más importante aún, aquellas intenciones que configuran tales estructuras hacia un objetivo predeterminado también seguirán siendo incognoscibles. Si es incognoscible, entonces está más allá del alcance del juicio, y si está más allá del alcance del juicio, entonces es inmutable. Éste ha sido el gran secreto del Imperio desde los días del sacerdocio babilónico y de la Ramera de Babilonia, desde cuyo colapso tres encarnaciones más se han manifestado en las formas de los imperios bizantino, veneciano y angloholandés. Ésta es la dinámica central de lo que hoy se conoce como “el Estado profundo”.

Con el redescubrimiento en el siglo XV del poder eficiente de la razón autoconsciente como un potencial de conocimiento y autodesarrollo en el alma de cada ser humano, la concepción humanista renacentista de ser humano había florecido. Con esa concepción de imago viva dei, liderada en gran medida por los descubrimientos únicos y la devoción de la vida del cardenal Nicolás de Cusa (1401-1460), se produjo una revolución en la ciencia, las artes y la forma de gobernar. La ley natural, tanto en las ciencias como en las artes y especialmente como norma, a la hora de configurar la política económica física, se volvió accesible a la autoconciencia.

Con tales descubrimientos surgieron nuevos principios de autoorganización, como la Paz de Westfalia de 1648, que no sólo puso fin a los 30 años de guerra religiosa de la oligarquía, sino que estableció el principio del "beneficio del otro" como base de la soberanía nacional. A partir de la Paz de 1648 se creó una nueva plataforma sobre la cual podría comenzar la próxima gran revolución, con la Declaración de Independencia Americana de 1776. Con la Declaración de 1776 y la Constitución de 1789, se instituyó por primera vez entre los hombres una nación fundada en la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. En 1791 Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro y protegido de Benjamin Franklin, estableció su Sistema Americano de Economía Política con sus informes de 1791 sobre el Banco Nacional, el Crédito Público y, lo más importante, el tema de las manufacturas, donde Hamilton definió el propósito y el valor de la planificación económica no según “placer/dolor, utilidad o dinero”, sino más bien “apreciar y estimular la actividad de la mente humana, multiplicando los objetos de la empresa no es uno de los menos considerables de los expedientes mediante los cuales se puede aumentar la riqueza de una personay puede ser promovida la de una nación. Incluso las cosas que en sí mismas no son positivamente ventajosas, a veces lo son por su tendencia a provocar esfuerzo. Cada nuevo escenario que se abre a la naturaleza ocupada del hombre para despertarse y esforzarse es la adición de una nueva energía al acervo general del esfuerzo”.

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Este sistema americano fue el efecto de estudios rigurosos de textos platónicos, como la República, y la escuela económica cameralista (también conocida como dirigista) francesa (https://es.wikipedia.org/wiki/Cameralismo ), aplicada por organizadores destacados del Tratado de Westfalia, como el cardenal Mazarino y el ministro de Finanzas de Francia, Jean-Baptiste Colbert, por no hablar de su heredero espiritual, el gran científico y estadista Gottfried Leibniz. Estos hombres, casi eliminados de los libros de historia actuales, desempeñaron un papel directo en la formación de las primeras colonias de América y Nueva Francia. En su libro de 1984 ¿Quiere aprender todo sobre economía?, un representante moderno de esta tradición, Lyndon H. LaRouche (1923-2019), atribuye a Leibniz el mérito de haber sido también el fundador de la ciencia de la economía física y la inspiración intelectual de la economía estadounidense. Prácticamente todos los presidentes nacionalistas estadounidenses que intentaron revivir este sistema a lo largo de los dos siglos siguientes, incluido el actual presidente Trump, tuvieron que lidiar con las estructuras del Estado profundo de Gran Bretaña dentro del propio Estados Unidos.

Marx y Smith: dos reacciones imperiales al progreso estadounidense

Nuestros 500 años más recientes de historia universal han sido impulsados principalmente por el miedo ardiente de la oligarquía británica a la verdad aplicada de estos principios descubiertos de autoorganización de la humanidad en su conjunto. Cada innovación del Imperio Británico desde entonces, ha sido efectuada específicamente con la intención de deshacer la verdad, que tales saltos singulares en potencial, implican para el verdadero destino de la humanidad.

Para oscurecer la verdad del éxito e incluso la existencia del Sistema Americano como idea, dos programas fueron formulados por mentirosos y tontos, directamente a sueldo y bajo el control de los principales sacerdotes del Imperio Británico. La primera fue conocida como la doctrina del libre comercio de Adam Smith, elaborada en su obra La riqueza de las naciones de 1776. La segunda fue la doctrina del comunismo de Marx, tal como la desarrolló en su Das Capital de 1867. La Riqueza de las Naciones fue una respuesta a la Revolución Americana y sirvió como marco para convencer a la nueva república de abandonar los planes de desarrollar la industria manufacturera y seguir siendo agraria, enfatizando la libertad y el placer individuales pero no el bienestar del conjunto. En la doctrina de Smith, los derechos nacionales al proteccionismo contra el dumping de bienes baratos y el crédito dirigido eran antagónicos a los “mercados autorregulados”. A la inversa, El Capital de Marx se produjo como respuesta a la "Segunda Revolución Americana" de 1865 y sirvió como un argumento sofista para intentar controlar la industrialización construida por el Sistema Americano Hamiltoniano desde 1791. Das Capital se centró en el "Bien" utilitario del todo a expensas del individuo.

Ambos sistemas, de Smith y Marx, no sólo se basan en un empirismo radical (creencia en la validez de las impresiones sensoriales), sino también en el corolario necesario del empirismo: que la humanidad no es en esencia más que 1) su carne material y 2) su capacidad de adaptarse a su entorno material, tanto político como físico. Así, contrariamente a la visión humanista del Renacimiento, que basa la esencia de la humanidad en su alma y en su capacidad de expresar su personalidad creativa, descubriendo y cambiando las leyes del universo para mejorarlas, el empirista de izquierda o de derecha concluye que la humanidad es en realidad una bestia. Los empiristas deben asumir que los saltos creativos de progreso en las artes y las ciencias, que aparentemente separan al hombre de la biosfera y permiten el aumento de los poderes productivos del trabajo, sin límites intrínsecos, son meras anomalías quiméricas que deben mantenerse lo más oscuras posible ante la masa del ganado humano.

En la época de Marx, la tesis de Darwin de la selección natural como efecto de una lucha constante por la existencia había proporcionado nuevo combustible para la visión del mundo de los imperialistas y había alimentado la tesis de Marx. Después de leer El origen de las especies, Marx envió una copia de Das Capital firmada personalmente a Darwin, en 1873, y dedicó una edición en alemán “En profundo agradecimiento a Charles Darwin”.

Ambos sistemas también comparten la mentira común de que, dado que los principios universales son incognoscibles, las únicas métricas que una sociedad puede utilizar para juzgar el valor son una mezcla de “placer” y “utilidad”. De los dos, Smith fue mucho más explícito en sus escritos sobre este punto. En su Teoría de los sentimientos morales (1759), escribe:

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“El hambre, la sed y la pasión que une a los dos sexos, el amor al placer y el temor al dolor nos impulsan a aplicar esos medios por sí mismos y sin consideración alguna de su tendencia hacia aquellos fines benéficos que el Gran Arquitecto de la Naturaleza quiso producir con ellos.”

Fabianismo: fascismo de izquierda

Es un hecho que el intelecto honesto no puede pasar por alto que la historia reciente ha sido moldeada por agenciasl que operan fuera del campo general de percepción de la mayoría de la población. Como han documentado informes anteriores, dichas agencias se expresaron en forma de dos polaridades, que operaban desde una mente de Oxford durante los primeros años del siglo XX. Esas dos operaciones fueron el Movimiento de Mesa Redonda, que por un lado se dirigía a los llamados anglófilos de la “nueva derecha” del mundo, y una secta de “nueva izquierda” conocida como Socialistas Fabianos, por el otro. A través de sus diversas manifestaciones a lo largo del siglo, ambas organizaciones han trabajado juntas para crear estructuras de pensamiento, creencias y leyes, que encierran a sus víctimas en un mundo donde se abandona la mejora creativa del hombre y la naturaleza mediada por la razón autoconsciente.

En este mundo sin cambios no se puede evitar el desagradable hecho de los rendimientos decrecientes, ya que no pueden surgir nuevos recursos, excepto los que ya están en la práctica. En este sistema de escasez, la desagradable necesidad de esterilizar y asesinar a los no aptos basándose en consideraciones materiales (tanto genéticas como ambientales) se vuelve real y las leyes de Malthus se vuelven hegemónicas. Este proceso de decadencia se ha conocido popularmente como “entropía” o “segunda ley de la termodinámica” y ha sido tratado por un lenguaje desarrollado como consecuencia de la creencia denominada "análisis de sistemas". La hegemonía actual del análisis de sistemas se debe directamente a las redes de la Sociedad Fabiana y a los aliados del Rhodes Trust, que trabajaron a través de los sistemas soviéticos y occidentales a lo largo de la Guerra Fría.

La Sociedad Fabiana fue fundada por una camarilla elitista de propagandistas darwinianos en 1884, que vieron el sistema recién publicado de Karl Marx como el vehículo perfecto para llevar la lógica de Darwin a la estructura de creencias de las masas. De hecho todos los miembros eran racistas devotos, obsesionados con el problema de convencer a la humanidad de que se sometiera a una limpieza racial siguiendo las líneas prescritas por el darwinismo social de Herbert Spencer y la eugenesia de Francis Galton. Tanto Spencer como Galton estaban estrechamente dirigidos por el X Club de Thomas Huxley, que en ese momento estaba enteramente a cargo de la política científica imperial. El misterioso símbolo fabiano presenta un lobo vestido con piel de oveja.

Los miembros fundadores más destacados fueron Sidney y Beatrice Webb y George Bernard Shaw. A este grupo pronto se unieron varios aspirantes a sacerdotes influyentes del Imperio Británico, a saber, la destacada teósofa Annie Besant, el protegido de Huxley, H.G. Wells, Bertrand Russell, Arthur Balfour y el fundador de la Geopolítica, Halford Mackinder. El término "Fabian" fue elegido para el general romano Fabius Maximus (llamado Cunctator, el que retrasa), cuya fama se basa en haber vencido a Aníbal sin participar nunca en un combate directo, sino más bien por pura resistencia y desgaste. En el documento fundacional de la Sociedad Fabiana se escribió:

Debes esperar el momento adecuado, como lo hizo Fabio con mucha paciencia cuando guerreó contra Aníbal, aunque muchos censuraron sus demoras; pero cuando llegue el momento debes golpear fuerte, como lo hizo Fabio, o tu espera será en vano e infructuosa.”

El programa de la sociedad fabiana se centró en amplios programas de bienestar social, como atención médica universal, educación masiva y mejores condiciones laborales, que fueron diseñados para atraer a las masas marginadas. Bajo el programa fabiano, tales propósitos no tenían en la realidad sustancia, ya que los verdaderos medios para justificar su creación estaban prohibidos a priori (el también conocido como progreso científico y tecnológico). Es decir, la activación de la razón autoconsciente en todos los miembros de la sociedad.

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Por lo tanto esta artimaña fue diseñada simplemente para someter la voluntad de las clases bajas a la influencia más profunda de una oligarquía gobernante, a través de la promesa de un “socialismo democrático” y un ideal ingenuamente utópico del “fin de la historia”. Todo lo que las masas tienen que hacer para recibir sus delicias es aceptar ser gobernadas por un sacerdocio científico, que administrará sus vidas y eventualmente los matará si se los considera demasiado numerosos o problemáticos para mantenerlos. Este sacerdocio administrará la riqueza preexistente de tal manera que sea conveniente para aplacar a la mafia, pero no permitirá la creación de nueva riqueza a través de la activación de los poderes de la mente, ya que eso obligaría a cambiar los parámetros de los canales fijos del sistema que pretenden gestionar como dioses. Los controladores del socialismo fabiano no son, ni han sido nunca, “socialistas democráticos”, sino brutales darwinistas sociales. Como dijo la teósofa Annie Besant al Partido del Congreso de la India:

“Pero la idea general es que cada hombre debe tener poder según su conocimiento y capacidad […] Y la tónica es la de mi Fairy State: De cada hombre según su capacidad; a cada uno según sus necesidades. Un socialismo democrático, controlado por la mayoría de votos y guiado por los números, nunca podrá tener éxito; un socialismo verdaderamente aristocrático, controlado por el deber, guiado por la sabiduría, es el siguiente paso hacia la civilización.”

Sin un compromiso genuino con el descubrimiento científico y el aumento ilimitado de los poderes productivos del trabajo, como se establece claramente en el Sistema Americano de Economía Política, ninguna promesa de medidas de bienestar social será duradera. Cualquier donación de este tipo resultará necesariamente en una crisis de la pirámide Ponzi que, por su propia naturaleza, impondrá la lógica del triaje y, por tanto el fascismo, sobre los incautos que “democráticamente” permitieron su hegemonía. Todos los argumentos actuales para recortar la seguridad social, los planes de pensiones, la atención sanitaria y la educación se derivan de este criterio. El ascenso del ambientalismo como una “nueva religión postindustrial”, hoy impulsado por un Green New Deal, tiene una espeluznante agenda de despoblación detrás de su nominal disfraz socialista.

Trabajando estrechamente con figuras destacadas de Oxford y especialmente con el Rhodes Trust, los fabianos establecieron su propia escuela con financiación de Rothschild, denominada London School of Economics (LSE), en 1895. El marco ideológico empleado tanto por los agentes de la LSE como por Oxford siempre fue formulado por Cambridge, que hasta el día de hoy sigue siendo el núcleo intelectual de las ideas podridas del imperio. Oxford y la LSE siguen existiendo principalmente con el propósito de establecer programas que "aplican" esas ideas "puras" formuladas en Cambridge a la práctica general, en interés de la oligarquía gobernante. Los controladores fabianos destacados, que reclutaron jóvenes talentos en la LSE, fueron Bertrand Russell, H.G. Wells, John Maynard Keynes y Harold Laski.

Cinco años después de la creación de la LSE se creó el Partido Laborista como partido político oficial fabiano. Su función era esencialmente asumir el papel de izquierda de los liberales, en oposición al gobierno conservador que anteriormente habían sido los dos partidos hegemónicos en Gran Bretaña. Uno de los miembros más perversos del movimiento, el dramaturgo George Bernard Shaw, expuso el método de penetración que había regido el éxito de los fabianos en la penetración de instituciones sociopolíticas influyentes:

“Nuestra propaganda fue de penetración. Instamos a nuestros miembros a unirse a las Asociaciones Liberales y Radicales de su distrito, o, si lo preferían, a las Asociaciones Conservadoras. Impregnamos las organizaciones del partido y movimos todos los hilos que pudimos conseguir con la mayor destreza y energía y lo logramos tan bien que en 1888 obtuvimos la sólida ventaja de una mayoría progresista llena de ideas, que nunca se les habrían ocurrido si los fabianos no las hubieran puesto allí”.

Esto es exactamente lo que se hizo. A lo largo de este siglo la LSE ha condicionado a decenas de jefes de Estado, decenas de miles de funcionarios y varias generaciones de académicos.

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En Canadá este proceso se replicó en 1931, cuando cinco becarios Rhodes crearon la “Sociedad Fabiana de Canadá” y la denominaron Liga de Reconstrucción Social. Rápidamente creó un partido político pro-eugenesia llamado Federación Cooperativa de la Commonwealth en 1932, que cambió su nombre por el de New Democratic Party (NDP) en 1961. Muchos de sus principales controladores se hicieron cargo del Partido Liberal después de la purga del estadista pro-sistema estadounidense C.D. Howe y sus aliados, después de 1957.

Más funcionarios del gabinete de Barack Obama habían estudiado en Oxford y la LSE que sus homólogos estadounidenses en Yale, Harvard o Princeton. Ésta es la esencia del Estado profundo que ha buscado derrocar al presidente Trump desde que se convirtió en un candidato serio en las elecciones de 2016.

Este método de “infiltración” es análogo a un virus que se apodera de los glóbulos blancos de una víctima. Al principio la presencia del virus en el sistema apenas se nota, pero cuando los órganos comienzan a funcionar mal inesperadamente, la persona irreflexiva puede optar tontamente por no buscar ayuda y esperar hasta el punto en el que haya superado el punto sin retorno. Esta infección tuvo lugar hace miles de años y si bien la humanidad produjo explosiones de potencial lideradas por el genio creativo a lo largo de generaciones, la humanidad todavía no ha aprendido la lección.

Liberarse de los grilletes de Zeus

Es absolutamente necesario que ahora, incluso en esta fecha tan tardía, se aprendan las lecciones de los errores pasados antes de que el resultado legal de este virus siga su curso y mate a su huésped. La esencia de los problemas de la humanidad no se deriva de ningún defecto en nuestra naturaleza o de nuestro “anhelo codicioso de progreso”. No se debe a nuestra fija “naturaleza egoísta”, ni nuestros problemas se resolverán adoptando un sistema “sostenible” de crecimiento tecnológico cero bajo los “Nuevos Acuerdos Verdes”. Un sistema así sólo existe en la mente delirante de un oligarca o de sus víctimas, pero no en la naturaleza. Si se impusiera un sistema así en nuestra sociedad del siglo XXI, el resultado sería un genocidio de magnitud mayor que cualquier cosa que Hitler hubiera podido soñar.

Así que dejemos de lado teorías fabianas como el “calentamiento global provocado por el hombre” y las “tecnologías verdes de crecimiento cero”, que sólo producirán hambrunas, guerras y caos. En lugar de ello redescubramos la identidad que se inspiró en el descubrimiento de la luz eléctrica por parte de Benjamin Franklin. El camino más rápido para despertar nuevamente esta identidad, dentro de la mayor parte de la especie, es participar en grandes proyectos, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, embarcarse en un renacimiento total de la energía nuclear y regresar a la visión de John F. Kennedy de una exploración espacial ilimitada cuando los presidentes Trump , Xi y Putin han establecido prioridades nacionales. Si la naturaleza de la humanidad es vivir verdaderamente como está hecha, a imagen del creador, entonces adaptarnos como un animal a los ciclos inmutables e incognoscibles de la naturaleza no es compatible con nuestro propósito.