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domingo, 30 de abril de 2023

Paul Joseph Watson (27 de abril de 2023) Ex experto en guerra psicológica del ejército estadounidense: Fox News despidió a Carlson para mantener una "población semi lobotomizada cuasi retardada"

 


Un ex-oficial de guerra psicológica del Ejército de EEUU dice que Tucker Carlson fue despedido por Fox News debido a la agenda del régimen para mantener una "población desinformada, semi lobotomizada, cuasi retardada."
Las declaraciones fueron realizadas por el experto antiterrorista estadounidense Scott Bennett.
Carlson y Fox News "separaron sus caminos" el lunes y todavía se especula sobre la razón concreta por la que la cadena despidió a su presentador mejor valorado y más popular.
Según Bennett, Carlson suponía una amenaza excesiva para el poder institucional porque convertía a los estadounidenses en auténticos "investigadores y pensadores".
Carlson ofrecía un "intelectualismo, veracidad y una profundidad analítica que ninguna otra personalidad de los informativos ha ofrecido en la historia de Estados Unidos desde que tengo uso de razón", dijo Bennett.
Había que "silenciar" a Tucker porque representaba una amenaza demasiado grande para los "poderes y principados, instituciones y agendas que buscan una población semi lobotomizada, casi retrasada, desinformada y no ilustrada que no cuestione, no investigue, no analice, sino que simplemente digiera y siga instrucciones", según Bennett.
"Tucker Carlson también expuso el fraude y los delitos de chantaje, de lavado de dinero, de FTX y el Partido Demócrata en Ucrania, que involucran al gobierno de Estados Unidos. Expuso los laboratorios bioquímicos estadounidenses en Ucrania y su conexión con el Partido Demócrata, el presidente Barack Obama, el vicepresidente Biden, Hillary Clinton, George Soros, Bill Gates y otras agencias gubernamentales y compañías farmacéuticas estadounidenses", dijo Bennett a Sputnik.
La retórica antirrégimen del ex presentador "ya no podía ser tolerada por los corruptos medios de comunicación y el establishment político estadounidenses", dijo Bennett, añadiendo que su salida señala "la muerte de los medios de comunicación estadounidenses".
El ex oficial de operaciones psicológicas del ejército estadounidense sugirió que el senador Chuck Schumer había amenazado con utilizar a la CIA y al FBI para desplegar operaciones secretas del gobierno contra Tucker, para sacarlo del aire a menos que fuera despedido.
Anteriormente Schumer había pedido que Carlson dejara de emitir después de que difundiera imágenes que mostraban que a los líderes de los "disturbios" del 6 de enero, en realidad se les permitió entrar en el Capitolio y fueron acompañados por las autoridades.
Como destacamos anteriormente, uno de los motivos del despido de Tucker es una demanda interpuesta por la ex productora del programa Abby Grossberg, que afirma que fue intimidada y sometida a acoso sexista y antisemita.
Sin embargo el propio abogado de Grossberg reveló que ni siquiera se ha reunido nunca con Carlson.

https://www.infowars.com/posts/ex-us-army-psyops-expert-fox-news-fired-carlson-to-maintain-semi-lobotomized-quasi-retarded-population/

sábado, 29 de abril de 2023

Simon Elmer (16 de febrero de 2023) La oligarquía occidental

 


Uno de los obstáculos para entender la destrucción dirigida y aparentemente deliberada de las pequeñas y medianas empresas (que en el Reino Unido se han reducido en medio millón desde 2020) y la eliminación de nuestra soberanía nacional con la justificación de salvarnos, una tras otra, de una crisis sanitaria, medioambiental, energética o del coste de la vida, es la cuestión de cómo puede alguien beneficiarse de ello. Siempre es difícil mirar al futuro y predecir lo que va a ocurrir, pero podemos echar la vista atrás e intentar aprender del pasado reciente. Si queremos saber adónde nos lleva este empobrecimiento y privación de derechos del pueblo británico y quién se beneficiará, podríamos recordar lo que le ocurrió a Rusia en la década de 1990.

Cuando Mijail Gorbachov se convirtió en Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, en marzo de 1985, inició inmediatamente su programa de perestroika ("reestructuración") de la economía y la política de la URSS. Cinco años más tarde, en septiembre de 1990, en el marco de la reforma política denominada glasnost ("apertura"), el Parlamento soviético concedió a Gorbachov, entonces recién elegido Presidente de la URSS, poderes de emergencia en materia de privatización. Esto incluía la autoridad para transformar las empresas estatales en sociedades anónimas por acciones negociables en bolsa. Tras la dimisión de Gorbachov y la disolución formal de la URSS, en diciembre de 1991, el primer Presidente ruso, Boris Yeltsin, inició un programa de privatizaciones que pretendía comprimir veinte años de neoliberalismo occidental en unos pocos años y en un país cuya población no tenía experiencia de cómo funciona el capitalismo financiero. Dos años después, más del 85% de las pequeñas empresas rusas y más de 82.000 empresas estatales rusas, aproximadamente un tercio del total existente, habían sido privatizadas.

Una de las primeras iniciativas fue la privatización mediante vales, que entre 1992 y 1994 distribuyó 144 millones de vales, canjeables por acciones de más de 100.000 empresas estatales, entre el 98% de la población rusa, repartiendo entre los ciudadanos una parte de la riqueza nacional. Sin embargo el trabajador ruso, empobrecido y cada vez más golpeado por el desempleo, debido al desmantelamiento de la economía soviética, entendía poco de capitalismo accionarial y estos vales fueron comprados, casi en su totalidad, a cambio de unos pocos rublos, por burócratas rusos que tenían una idea más clara del estado de la economía rusa, directores de empresas estatales, que tenían una mejor comprensión del valor de los recursos rusos, y la mafia, que después de años de comercio de productos básicos occidentales en el mercado negro soviético, tenía una mejor idea del valor futuro de estas acciones. A finales de junio de 1994 la propiedad del 70% de las grandes y medianas empresas rusas y de cerca del 90% de las pequeñas empresas había pasado a manos privadas.

En 1995, cuando el Gobierno se enfrentaba al déficit fiscal y a cambio de financiar su campaña de reelección, Yeltsin puso en marcha el Plan de Préstamos por Acciones, mediante el cual los activos industriales estatales en petróleo, gas, carbón, hierro y acero se subastaron para obtener préstamos de los bancos comerciales. Como estos préstamos nunca se devolvieron, en gran parte porque se utilizaron para pagar los intereses de la deuda pública existente, y como las subastas estaban amañadas por personas con información política privilegiada, los activos estatales se vendieron en la práctica por una fracción de su valor. Yukos Oil, por ejemplo, valorada en unos 5.000 millones de dólares, se vendió por 310 millones; Sibneft, el tercer mayor productor de petróleo de Rusia y valorada en 3.000 millones, se vendió por 100 millones y Norilsk Nickel, que producía una cuarta parte del níquel mundial, se vendió por 170 millones, la mitad que una oferta competidora.

Este esquema creó una nueva clase de oligarcas industriales y banqueros que ahora controlaban no sólo la economía rusa, sino también el gobierno ruso. Conscientes, sin embargo, de que futuros gobiernos podrían revertir la venta fraudulenta de la riqueza de la nación por parte de Yeltsin, los oligarcas, en lugar de invertir en estas industrias, se dedicaron inmediatamente a vaciarlas de sus activos para incrementar su patrimonio personal. La enorme riqueza que acumularon al hacerlo se invirtió en el extranjero, principalmente en bancos suizos, pero también en propiedades británicas a través del mayor servicio de blanqueo de dinero del mundo, la City de Londres.

Esta fuga de capitales del país dejó al Gobierno incapaz de recaudar impuestos, lo que lo condujo al impago de la deuda y, en última instancia, a la crisis financiera rusa de 1998. Cuando los inversores extranjeros empezaron a retirarse del mercado, vendiendo divisas y activos rusos. El Banco Central de Rusia, que recién había sido fundado en julio de 1990, tuvo que gastar sus reservas de divisas para defender la moneda rusa, gastando aproximadamente 27.000 millones de dólares de esas reservas en dólares estadounidenses. Esto provocó el colapso económico más catastrófico de la historia de un país industrializado en tiempos de paz. En 1999 el producto interior bruto de Rusia había caído más de un 40%… y el aumento de los precios al por menor en 1992 ascendió al 2.520%, acabando con los ahorros personales que el pueblo ruso había acumulado. El descenso del consumo de carne se vio reflejado en un enorme aumento de la delincuencia, la corrupción y la mortalidad, esta última la más alta de la historia en un país industrializado que no estaba en guerra. El desempleo, en un país donde antes era desconocido, alcanzó el 13%. La inflación alcanzó un máximo del 85,7%. La deuda pública alcanzó el 135% del PIB y, en consecuencia, Rusia se convirtió en el mayor prestatario del Fondo Monetario Internacional, con préstamos por un total de 20.000 millones de dólares en la década de 1990. Sin embargo poco de esto sirvió a su propósito aparente. Una cuarta parte de esta suma, unos 4.800 millones de dólares, fue robada a su llegada a Rusia en vísperas de la crisis financiera y desapareció en una cuenta anónima registrada en la jurisdicción fiscal extraterritorial de Jersey.

Si todo esto le suena familiar, las reformas de Yeltsin se basaban en el Consenso de Washington, diez principios de neoliberalización económica implantados por primera vez en el Chile de Augusto Pinochet y por la Junta argentina en los años setenta, e impuestos por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Tesoro estadounidense como condición para recibir préstamos. Estas reformas incluyen

  • la reorientación del gasto público desde la financiación de los servicios estatales, como la educación y la sanidad, a la inversión en servicios favorables al crecimiento;

  • la eliminación de las restricciones al comercio de importación y a la inversión extranjera;

  • la abolición de las normativas sobre seguridad, sanidad y contaminación del medio ambiente, que obstaculizan el mercado y, sobre todo,

  • la privatización de las industrias estatales.

Como consecuencia de estas reformas, en octubre de 1998 el Gobierno de Rusia, a pesar de ser el mayor exportador de gas natural y reservas de petróleo del mundo, tuvo que recurrir a la ayuda humanitaria internacional. Fue un largo camino recorrido en poco tiempo, desde cuando la Unión Soviética fue una de las dos superpotencias mundiales, y fue una lección de lo rápido que pueden despojarse a un país de la riqueza y los activos nacionales, cuando su población se expone desnuda a las depredaciones del capitalismo financiero.

Rusia se ha "recuperado", hasta el punto de que hoy (sobre todo tras la subida de los precios de la energía derivada de las sanciones) se encuentra entre las diez mayores economías del mundo por PIB nominal (aunque el PIB per cápita la sitúa en el puesto 53º). Hace una década la brecha entre ricos y pobres en Rusia era la mayor de cualquier país del mundo, con el 35% de la riqueza de un país de 144 millones de personas en manos de sólo 110 multimillonarios, con gran parte de esa riqueza almacenada en jurisdicciones financieras extrajeras. En 2021 los 500 rusos más ricos, cada uno con un patrimonio neto de más de 100 millones de libras esterlinas y que representaban sólo el 0,001% de la población total, seguían controlando el 40% de toda la riqueza familiar del país, más que el 99,8% más pobre, 114,6 millones de personas en total. Esto es lo que el capitalismo financiero hace a una nación y a un pueblo privado de los medios políticos e institucionales para defenderse.

Hoy en día, en todas las democracias neoliberales de Occidente, los gobiernos nacionales sometidos por las nuevas formas de gobernanza mundial, creadas con la justificación de hacer frente a múltiples "crisis" manufacturadas, están aplicando programas equivalentes de colapso económico gestionado ideados por las mismas instituciones internacionales de gestión macroeconómica mundial. En lugar de Perestroika, Glasnost, Privatización de Vales y Préstamos por Acciones, estos programas de "reforma" económica y política se llaman Agenda 2030, Objetivos de Desarrollo Sostenible, Renta Básica Universal y Moneda Digital del Banco Central. Y aunque se están aplicando no en el colapso de una economía dirigida centralizada, como la de la Unión Soviética, sino en economías neoliberales que se enfrentan a la segunda crisis financiera mundial en doce años, el objetivo de estos programas es el mismo: el empobrecimiento de las poblaciones nacionales, la quiebra de las empresas independientes, la expropiación de tierras y recursos nacionales, la instalación de gobiernos títeres para presentar una fachada de democracia al gobierno tecnocrático y una toma de poder económico y político por una clase dominante financiera.

La supresión de nuestros derechos, la rebaja de nuestro nivel de vida, la reducción de nuestro consumo de alimentos y energía, la espiral inflacionista y las sanciones económicas y programas que las imponen, están todos diseñados para transferir nuestros activos nacionales y personales a manos de esta élite global. Al igual que sucedió en Rusia en la década de 1990, el Banco de Inglaterra ha aumentado su programa de flexibilización cuantitativa para rescatar a la economía del Reino Unido, gastando recientemente 19.300 millones de libras en la compra de bonos del Gobierno para apuntalar la libra, con el compromiso de gastar 65.000 millones de libras si es necesario. El número de insolvencias de empresas en 2022 es el más alto de los últimos 13 años y las pequeñas empresas se han visto abocadas a la quiebra tras dos años de cierre forzoso impuesto por el gobierno y la subida vertiginosa de los precios de la energía, cuya cuota de mercado ha sido comprada por monopolios corporativos. El Banco de Inglaterra predijo que la inflación alcanzaría el 13% a principios de 2023 y algunas estimaciones pronostican un máximo del 18%. Y los deberes y la autoridad del Estado del Reino Unido siguen siendo externalizados por nuestro Gobierno a empresas internacionales, que están siendo facultadas por la nueva legislación para establecer los límites de nuestros derechos y libertades antes inalienables. Por último nuestro nuevo Primer Ministro globalista no ha sido elegido por los votantes del Reino Unido, ni siquiera por su propio partido parlamentario, sino por los financieros y tecnócratas internacionales que, al igual que hacen en Rusia y Ucrania, dictan ahora no sólo nuestras políticas económicas, sino también nuestras políticas en general.

Permítanme aclarar lo que quiero decir y lo que no quiero decir con esta comparación. No estoy diciendo que la Rusia postsoviética sea un espejo del Reino Unido en 2023. Las diferencias entre las circunstancias históricas y las economías de ambos países son demasiado grandes. Lo que sostengo es que la destrucción gestionada de la economía rusa tras la disolución de la Unión Soviética es una imagen de hacia dónde nos dirigimos y por qué nos están llevando a tal extremo. Los oligarcas rusos y ucranianos no sólo estaban motivados por la riqueza que podían sacar de sus países y llevarla a jurisdicciones fiscales externas gestionadas por asesores financieros de la City londinense; estaban y están interesados en el poder político que esa riqueza les daba. Y del mismo modo que eligieron a Vladimir Putin como sucesor del tambaleante Boris Yeltsin, nuestros oligarcas han elegido a Rishi Sunak como sucesor del tambaleante Boris Johnson.

El Reino Unido no ha sido un Estado democrático por lo menos desde marzo de 2020, cuando el país fue colocado en un Estado de Emergencia de facto y miles de regulaciones que nos despojaban de nuestros derechos y libertades fueron hechas por decreto ministerial, sin la supervisión o aprobación de nuestros representantes electos en el Parlamento. Pero después de que esas restricciones se hayan levantado en gran medida en marzo de 2022 (aunque siguen siendo impuestas por empresas privadas y públicas, incluidas las aerolíneas y el Servicio Nacional de Salud, como condición de acceso, servicio o empleo), la decisión unilateral de Sunak de imponer los programas de bioseguridad y la Agenda 2030 al margen de cualquier proceso democrático es la admisión descarada de que ahora nos gobiernan tecnocracias internacionales de gobernanza global dirigidas por directores ejecutivos de empresas, banqueros internacionales y tecnócratas nombrados por los gobiernos. Y aunque hoy los llamemos "filántropos", "empresarios" e "inversores globales", las acciones de estos globalistas no elegidos son tan criminales como las de la oligarquía rusa y ucraniana en la década de 1990, salvo que actúan en un escenario mucho más grande y con consecuencias mucho más perjudiciales para su público, a veces indignado o aplaudidor, pero siempre engañado.

Las sanciones económicas y culturales impuestas a Rusia y la inmensa inversión financiera y militar en Ucrania por parte de este gobierno global, desde marzo de 2022, son instrumentales para la guerra financiera que estos globalistas occidentales están librando contra los oligarcas rusos; pero contrariamente a la retórica de nuestros políticos y actores, lo hacen no para defender los derechos humanos de los ucranianos y a un gobierno títere instalado por EEUU en 2014 precisamente por ese motivo, sino para emular, sustituir y superar a esa oligarquía en riqueza, influencia política y, sobre todo, control sobre los inmensos recursos naturales de Rusia y, más inmediatamente, de Ucrania.

El reciente anuncio del presidente Volodymyr Zelensky de que, tras los 100.000 millones de euros en ayuda militar, financiera y humanitaria que Occidente entregó a su Gobierno en 2022, los gestores de activos estadounidenses BlackRock, JP Morgan y Goldman Sachs "coordinarán" sus inversiones en Ucrania y en sus vastos recursos naturales (no sólo en cereales, petróleo y gas, sino también en minerales y en litio, que es el componente principal de las baterías eléctricas) debería demostrar a todos, excepto a los más fervientes fanáticos de la bandera azul y amarilla, qué interés tiene Occidente en esta crisis geopolítica, militar y energética prefabricada. Para preparar la neoliberalización de Ucrania, Zelenskyy ya ha prohibido los partidos políticos de la oposición, los sindicatos de trabajadores y las plataformas de medios de comunicación independientes, ha aprobado leyes para privatizar empresas, bancos y activos estatales, ha prometido reducir el tipo impositivo máximo y desregular las empresas, ha publicado listas negras de periodistas críticos con las políticas de su Gobierno y ha pedido a la OTAN que lance ataques nucleares preventivos contra Rusia. Si queremos una imagen de a dónde nos lleva este golpe globalista (que se está aplicando con las espurias justificaciones de proteger nuestra salud de un nuevo virus mortal, defender a Europa del "Loco Vlad" Putin y salvar al planeta del calentamiento global provocado por el hombre) la desigualdad económica, la corrupción financiera y la privación de derechos políticos del pueblo ruso y, más cerca en el tiempo, el Gobierno títere de Ucrania y su presidente guerreador es un buen lugar para mirar. Esta es una imagen de nuestro futuro.

https://architectsforsocialhousing.co.uk/2023/02/16/the-western-oligarchy/

viernes, 28 de abril de 2023

James Corbett (19 de noviembre de 2018) La conspiración de la Primera Guerra Mundial - PRIMERA PARTE - PARA COMENZAR UNA GUERRA

 


¿De qué iba la primera guerra mundial? ¿Cómo comenzó? ¿Quién ganó? ¿Y qué ganaron? Ahora, 100 años después de que sonaran esos disparos finales, estas preguntas aún desconciertan a historiadores y legos por igual. Pero, como veremos, esta confusión no es una casualidad de la historia, sino la venda que nos han puesto sobre los ojos para impedirnos ver lo que fue realmente la Primera Guerra Mundial. Esta es la historia de la Primera Guerra Mundial que usted no leyó en los libros de historia. Esta es La Conspiración de la Primera Guerra Mundial.
PRIMERA PARTE - PARA EMPEZAR UNA GUERRA
28 de junio de 1914.
El archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro, y su esposa Sofía se encuentran en Sarajevo para una inspección militar. En retrospectiva es una provocación arriesgada, como arrojar una cerilla a un barril de pólvora. El nacionalismo serbio va en aumento, los Balcanes están sumidos en un tumulto de crisis diplomáticas y guerras regionales y las tensiones entre el reino de Serbia y el Imperio Austrohúngaro están a punto de desbordarse.
Pero a pesar de las advertencias y los malos presagios, la seguridad de la pareja real es extremadamente laxa. Suben a bordo de un coche deportivo descapotable y avanzan en una caravana de seis coches por una ruta anunciada de antemano. Tras una inspección de los cuarteles militares, se dirigen al Ayuntamiento para una recepción programada por el alcalde. La visita se desarrolla exactamente según lo previsto.
Y entonces estalla la bomba.
Como ahora sabemos, la caravana era una trampa mortal. Seis asesinos se alinearon en la ruta de la pareja real esa mañana, armados con bombas y pistolas. Los dos primeros no actuaron, pero el tercero, Nedeljko Čabrinović, entró en pánico y lanzó su bomba sobre la cubierta trasera plegada del descapotable del Archiduque. Rebotó en la calle y explotó bajo el siguiente coche del convoy. Francisco Fernando y su esposa, ilesos, fueron conducidos a toda prisa hacia el Ayuntamiento, pasando ante los demás asesinos apostados por el camino, demasiado rápido para que pudieran actuar.
Tras escapar por los pelos de la muerte, el Archiduque suspendió el resto de su itinerario previsto, para visitar a los heridos del atentado en el hospital. Por un notable giro del destino, el conductor llevó a la pareja por una ruta equivocada y, cuando se le ordenó dar marcha atrás, detuvo el coche justo delante de la tienda de delicatessen a la que había acudido el presunto asesino Gavrilo Princip, tras fracasar en su misión en el camino de la caravana. Allí, un metro y medio delante de Princip, estaban el Archiduque y su esposa. Disparó dos veces, matándolos a ambos.
Sí, incluso los libros de historia oficiales (los libros escritos y publicados por los "vencedores") registran que la Primera Guerra Mundial comenzó como resultado de una conspiración. Al fin y al cabo, fue (como se enseña a todos los estudiantes de historia de primer año) la conspiración para asesinar al archiduque Francisco Fernando lo que provocó el estallido de la guerra.
Esa historia, la historia oficial de los orígenes de la Primera Guerra Mundial, ya es bastante conocida: En 1914 Europa era un engranaje de alianzas y planes de movilización militar que, una vez puesto en marcha, avanzaba inevitablemente hacia una guerra total. El asesinato del Archiduque no fue más que la excusa para poner en marcha ese engranaje y la consiguiente "crisis de julio", con las escaladas diplomáticas y militares, condujo con perfecta previsibilidad a la guerra continental y, finalmente, mundial. En esta versión cuidadosamente expurgada de la historia, la Primera Guerra Mundial comienza en Sarajevo, el 28 de junio de 1914.
Pero esta historia oficial omite tanto de la historia real sobre la preparación de la guerra que equivale a una mentira. Sin embargo hay algo en lo que acierta: La Primera Guerra Mundial fue el resultado de una conspiración.
Para entender esta conspiración no debemos dirigirnos a Sarajevo y al cónclave de nacionalistas serbios que tramaban el asesinato en el verano de 1914, sino a un frío salón de Londres en el invierno de 1891. Allí tres de los hombres más importantes de la época (hombres cuyos nombres apenas se recuerdan hoy) dan los primeros pasos concretos hacia la formación de una sociedad secreta que llevan años discutiendo entre ellos. El grupo que surge de esta reunión aprovechará la riqueza y el poder de sus miembros para dar forma al curso de la historia y, 23 años más tarde, llevará al mundo a la primera guerra verdaderamente global.

Su plan parece una extravagante ficción histórica. Formarán una organización secreta dedicada a la "extensión del dominio británico por todo el mundo" y "la recuperación definitiva de los Estados Unidos de América como parte integrante de un Imperio Británico". El grupo se estructurará siguiendo las líneas de una hermandad religiosa (la orden de los jesuitas se invoca repetidamente como modelo) dividida en dos círculos: un círculo interior, llamado "La Sociedad de los Elegidos", que dirigirá la actividad del círculo exterior más amplio, apodado "La Asociación de Ayudantes", que no debe conocer la existencia del círculo interior.
"Dominio británico", "círculos internos" y "sociedades secretas". Si hoy se les presentara este plan, muchos dirían que es obra de un imaginativo guionista de cómics. Pero los tres hombres que se reunieron en Londres aquella tarde de invierno de 1891 no eran simples escritores de historietas; se contaban entre los hombres más ricos e influyentes de la sociedad británica y tenían acceso a los recursos y los contactos para hacer realidad ese sueño.
Presentes en la reunión de aquel día William T. Stead, famoso editor de periódicos cuya Pall Mall Gazette fue pionera del periodismo sensacionalista y cuya Review of Reviews tuvo una enorme influencia en todo el mundo de habla inglesa; Reginald Brett, más tarde conocido como Lord Esher, historiador y político que se convirtió en amigo, confidente y consejero de la reina Victoria, el rey Eduardo VII y el rey Jorge V, y que era conocido como uno de los principales poderes detrás del trono de su época y Cecil Rhodes, el magnate del diamante enormemente rico, cuyas hazañas en Sudáfrica y ambición por transformar el continente africano le valdrían el apodo de "Coloso" por parte de los satíricos de la época.
Pero la ambición de Rhodes no era cosa de risa. Si alguien en el mundo tenía el poder y la capacidad para formar un grupo semejante en aquella época, ése era Cecil Rhodes.
Richard Grove, investigador histórico y autor, TragedyAndHope.com (https://tragedyandhope.com/ ).
RICHARD GROVE: Cecil Rhodes también era de Gran Bretaña. Fue educado en Oxford, pero sólo fue a Oxford después de ir a Sudáfrica. Tenía un hermano mayor que residía en Sudáfrica. El hermano mayor estaba trabajando en las minas de diamantes y para cuando Rhodes llega allí ya tenía todo listo y su hermano dice "¡Voy a ir a cavar en las minas de oro. Acaban de encontrar oro!" Y así deja a Cecil Rhodes, su hermano menor (que tiene unos 20 años) con toda esa operación minera de diamantes. Rhodes entonces fue a Oxford, volvió a Sudáfrica con la ayuda de Lord Rothschild, que tenía intereses financieros detrás de De Beers (https://en.wikipedia.org/wiki/De_Beers ), y aprovechó esa situación. A partir de ahí empezó a utilizar lo que no se puede llamar de otra forma que "mano de obra esclava", que luego llegó a ser la política de apartheid de Sudáfrica.
GERRY DOCHERTY: Bueno, Rhodes fue particularmente importante porque en muchos sentidos, a finales del siglo XIX, personificó seriamente dónde estaba el capitalismo [y] dónde estaba realmente la riqueza.
Gerry Docherty, estudioso de la Primera Guerra Mundial y coautor de Hidden History: The Secret Origins of the First World War (Historia oculta: los orígenes secretos de la Primera Guerra Mundial).
DOCHERTY: Rhodes tenía el dinero y los contactos. Era un gran personaje al servicio de Rothschild y su riqueza minera era literalmente incalculable. Quería asociarse con Oxford porque Oxford le daba el prestigio de la universidad, del conocimiento, de ese tipo de poder… Y de hecho eso se situaba en un reducto muy secreto, llamado "All Souls College". Todavía se encuentran muchas referencias a All Souls College, "gente detrás de la escena" y frases como "poder detrás de del trono". Rhodes tuvo una importancia fundamental a la hora de poner dinero, para empezar a reunir a personas de ideas afines y de gran influencia.
Rhodes no era tímido en cuanto a sus ambiciones y sus intenciones de formar tal grupo eran conocidas por muchos. A lo largo de su corta vida, Rhodes habló abiertamente de sus intenciones con muchos de sus socios, que como era de esperar se contaban entre las figuras más influyentes de la sociedad británica de la época.
Y lo que es más sorprendente, esta sociedad secreta (que iba a ejercer su poder detrás del trono) no era en absoluto un secreto. El New York Times incluso publicó un artículo sobre la fundación del grupo en su edición del 9 de abril de 1902, poco después de la muerte de Rhodes.

El artículo, titulado "El ideal de grandeza anglosajona del Sr. Rhodes" y con el notable subtítulo "Creía que una rica sociedad secreta debía trabajar para asegurar la paz del mundo y una federación británico-estadounidense", resumía este sensacional plan señalando que la "idea de Rhodes para el desarrollo de la raza de habla inglesa, era la fundación de 'una sociedad copiada, en cuanto a organización, de los jesuitas'". Señalando que su visión implicaba unir "el Congreso de los Estados Unidos y la Cámara de los Comunes para lograr 'la paz del mundo'"… el artículo cita a Rhodes diciendo: "Lo único factible para llevar a cabo esta idea es una sociedad secreta que absorba gradualmente la riqueza del mundo".
Esta idea está plasmada en blanco sobre negro en una serie de testamentos que Rhodes escribió a lo largo de su vida, testamentos que no sólo exponían su plan para crear dicha sociedad y proporcionaban los fondos para ello, sino que, lo que es aún más notable, fueron recopilados en un volumen publicado tras su muerte por el co-conspirador William T. Stead.
GROVE: Rhodes también dejó su enorme fortuna (no tuvo hijos, no se casó y murió a una edad temprana) en un testamento muy conocido, del que hubo varias ediciones diferentes, en las que se designó a diferentes beneficiarios… se nombró a diferentes albaceas. Así que en 1902 muere Cecil Rhodes. Se publica un libro que contiene su última voluntad y testamento. El tipo que escribió el libro, William T. Stead, estaba a cargo de una publicación británica llamada The Review of Reviews. Formaba parte del grupo de la Mesa Redonda de Rhodes. En un momento dado fue albacea testamentario… En ese testamento Rhodes dice que lamenta la pérdida de América para el Imperio Británico y que deberían formar una sociedad secreta con el objetivo específico de devolver América al Imperio. Luego nombra todos los países que necesitan incluir en esa lista, para alcanzar la dominación mundial, para conseguir una unión de habla inglesa, para imponer a la raza británica y su cultura sobre todos los países del mundo. El testamento establece un objetivo. El objetivo es perfilado a lo largo de los años y utilizado para ganar apoyo. Entonces, en el momento de su muerte, en 1902, hay financiación, hay un plan, hay una agenda, hay grupos de trabajo y todo se pone en marcha y se consolida. No mucho tiempo después se producen la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y un siglo de control y esclavitud que podría haberse evitado.
Cuando, en el momento de la muerte de Rhodes en 1902, esta sociedad "secreta" decidió hacerse pública parcialmente, lo hizo bajo el manto de la paz. Sólo porque deseaban la paz mundial, insistían, habían creado su grupo en un principio y sólo por la más noble de las razones pretendían "absorber gradualmente la riqueza del mundo."
Pero contrariamente a esta imagen pública pacífica, desde sus inicios el grupo estuvo interesado principalmente en la guerra. De hecho, una de las primeras medidas adoptadas por esta "Mesa Redonda" de Rhodes (como era conocida por algunos) fue maniobrar para que el Imperio Británico entrara en guerra en Sudáfrica. Esta "Guerra de los Bóers" de 1899-1902 serviría a un doble propósito: uniría las dispares repúblicas y colonias de Sudáfrica en una sola unidad bajo el control imperial británico y, no por casualidad, pondría los ricos yacimientos de oro de la República de Transvaal, en la órbita de la Compañía Británica de Sudáfrica, controlada por Rothschild y Rhodes.
La guerra fue, según admite el propio grupo, enteramente obra suya. El hombre clave de la operación fue Sir Alfred Milner, estrecho colaborador de Rhodes y miembro del círculo interno de la sociedad secreta, que era entonces gobernador de la colonia británica del Cabo. Aunque en gran parte olvidado hoy en día, Alfred Milner (más tarde 1er Vizconde Milner) fue quizás la figura individual más importante de Gran Bretaña en los albores del siglo XX. Desde la muerte de Rhodes en 1902, se convirtió en el jefe oficioso del grupo de la mesa redonda y dirigió sus operaciones, aprovechando la enorme riqueza e influencia de los exclusivos miembros del grupo para sus propios fines.
Con Milner, no había escrúpulos ni reparos morales en los métodos utilizados para alcanzar esos fines. En una carta a lord Roberts, Milner confesaba despreocupadamente haber urdido la guerra de los Boers: "Precipité la crisis, que era inevitable, antes de que fuera demasiado tarde. No es muy agradable y a ojos de muchos no es un recurso muy loable, haberse servido en gran parte de la provocación de una guerra para hacer negocios".

Cuando el co-conspirador de Rhodes y miembro del círculo interno de la sociedad secreta, William Stead, se opuso a la guerra en Sudáfrica, Rhodes le dijo: "Apoyarás a Milner en cualquier medida que pueda tomar sin llegar a la guerra. Yo no hago tal limitación. Apoyo a Milner absolutamente sin reservas. Si dice paz, digo paz; si dice guerra, digo guerra. Pase lo que pase, yo digo lo mismo que Milner".
La guerra de los bóers, que supuso una brutalidad inimaginable [incluida la muerte de 26.000 mujeres y niños en los primeros campos de concentración -británicos- de la historia], terminó como Rhodes y sus socios pretendían: con la unión de las partes de Sudáfrica, antes separadas, bajo control británico. Tal vez aún más importante desde la perspectiva de la sociedad secreta, dejó a Alfred Milner como Alto Comisionado del nuevo Servicio Civil Sudafricano, una posición desde la que formaría un equipo de hombres brillantes, jóvenes, en gran parte educados en Oxford, que pasarían a servir al grupo y sus fines.
Y desde el final de la Guerra de los Boers en adelante, esos fines se centraron cada vez más en la tarea de eliminar lo que Milner y la Mesa Redonda percibían como la mayor amenaza para el Imperio Británico: Alemania.
DOCHERTY: Así que al principio fue la influencia (la gente que podía influir en la política, la gente que tenía el dinero para influir en los estadistas) y la ambición. La ambición de aplastar a Alemania. Esa fue una mentalidad básica del grupo cuando empezó a actuar.
Alemania. En 1871 los estados anteriormente separados de la actual Alemania se unieron en un solo imperio, bajo el gobierno de Guillermo I. La consolidación e industrialización de una Alemania unida había cambiado fundamentalmente el equilibrio de poder en Europa. En los albores del siglo XX el Imperio Británico no se enfrentaba a sus tradicionales enemigos franceses o a sus antiguos rivales rusos por la supremacía en Europa, sino al advenedizo Imperio Alemán. Desde el punto de vista económico, tecnológico e incluso militar, si las tendencias continuaban, no pasaría mucho tiempo antes de que Alemania empezara a rivalizar con el Imperio Británico e incluso a superarlo.
Para Alfred Milner y el grupo que había formado a su alrededor a partir de la antigua sociedad de la Mesa Redonda de Rhodes, era obvio lo que había que hacer: convertir a Francia y Rusia de enemigos en amigos, como forma de aislar y finalmente aplastar a Alemania.
Peter Hof, autor de The Two Edwards: How King Edward VII and Foreign Secretary Sir Edward Grey Fomented the First World War (Los dos Edwards: Cómo el Rey Eduardo VII y el Secretario de Asuntos Exteriores Sir Edward Grey fomentaron la Primera Guerra Mundial).
PETER HOF: Sí, bueno, desde la perspectiva británica Alemania, después de su unificación en 1871, se hizo muy fuerte y muy rápidamente. Y con el tiempo esto preocupó a los británicos cada vez más y comenzaron a pensar que Alemania representaba un desafío a su hegemonía mundial. Y de forma lenta pero segura, llegaron a la decisión de que había que hacer frente a Alemania, al igual que habían llegado a la misma decisión con respecto a otros países: España y Portugal y, sobre todo, Francia y ahora Alemania. Los productos acabados alemanes eran ligeramente mejores que los británicos, construían barcos que eran algo mejores que los británicos y todo eso. La élite británica llegó muy lentamente a la decisión de que había que enfrentarse a Alemania mientras fuera posible hacerlo. Podría no ser posible hacerlo si esperaban demasiado tiempo. Y así es como cristalizó la decisión. Creo que Gran Bretaña podría haber aceptado el ascenso alemán, pero tenían algo que estaba disponible y que era la Alianza Franco-Rusa. Y pensaron que si podían unirse a esa alianza, entonces tenían la posibilidad de derrotar a Alemania rápidamente y sin demasiados problemas. Y eso es básicamente lo que intentaron.
Pero crear una alianza con dos de los mayores rivales de Gran Bretaña y poner a la opinión pública en contra de uno de sus amigos continentales predilectos no era una tarea fácil. Para ello era necesario nada menos que Milner y su grupo se hicieran con el control de la prensa, el ejército y toda la maquinaria diplomática del Imperio Británico. Y eso es exactamente lo que hicieron.
El primer gran golpe ocurrió en 1899, mientras Milner estaba todavía en Sudáfrica ejecutando la Guerra contra los Boers. Ese año el Grupo Milner desplazó a Donald Mackenzie Wallace, director del departamento exterior de The Times, e instaló a su hombre, Ignatius Valentine Chirol. Chirol, un antiguo empleado del Foreign Office, con acceso interno a los funcionarios del mismo, no sólo ayudó a garantizar que uno de los órganos de prensa más influyentes del Imperio daría la vuelta a todos los acontecimientos internacionales en beneficio de la sociedad secreta, sino que ayudó a preparar a su íntimo amigo personal, Charles Hardinge, para asumir el crucial puesto de embajador en Rusia en 1904 y, en 1906, el puesto aún más importante de subsecretario permanente del Foreign Office.

Con Hardinge el Grupo de Milner tenía un pie en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico. Pero necesitaban algo más que el pie en esa puerta si querían llevar a cabo su guerra con Alemania. Para culminar el golpe necesitaban instalar a uno de los suyos como Ministro de Asuntos Exteriores. Y con el nombramiento de Edward Grey como Ministro de Asuntos Exteriores, en diciembre de 1905, eso es precisamente lo que ocurrió.
Sir Edward Grey era un aliado valioso y de confianza del Grupo Milner. Compartía su sentimiento antialemán y, en su importante cargo de Ministro de Asuntos Exteriores, no mostró ningún reparo en utilizar acuerdos secretos y alianzas no reconocidas para preparar aún más el escenario de la guerra con Alemania.
HOF: Se convirtió en secretario de Asuntos Exteriores en 1905, creo, y el secretario de Asuntos Exteriores en Francia era, por supuesto, Delcassé. Delcassé era muy antialemán y estaba empeñado en la recuperación de Alsacia-Lorena, por lo que él y el rey congeniaron muy bien. Edward Grey compartía este sentimiento antialemán con el rey -en mi libro explico cómo llegó a tener esa actitud respecto a Alemania-. Pero en cualquier caso tenía la misma actitud que el rey. Trabajaron muy bien juntos. Edward Grey reconoció libremente el importante papel que el rey desempeñaba en la política exterior británica y dijo que eso no era un problema, porque él y el rey estaban de acuerdo en la mayoría de las cuestiones y por eso trabajaban muy bien juntos.
Las piezas ya empezaban a encajar para Milner y sus socios. Con Edward Grey como secretario de Asuntos Exteriores, Hardinge como subsecretario con una influencia inusual, Lord Esher, co-conspirador de Rhodes, instalado como vicegobernador del castillo de Windsor, donde tenía acceso directo al rey, y el propio rey (cuyo enfoque inusual y práctico de la diplomacia exterior y el odio de su propia esposa hacia los alemanes, encajaban perfectamente con los objetivos del grupo), el escenario diplomático estaba preparado para la formación de la Triple Entente entre Francia, Rusia y Gran Bretaña. Con Francia al oeste y Rusia al este, la diplomacia secreta de Inglaterra había forjado la pinza que aplastaría a Alemania.
Todo lo que se necesitaba era un acontecimiento que el grupo pudiera hacer girar a su favor y conseguir preparar a la población para la guerra contra sus antiguos aliados alemanes. Una y otra vez, a lo largo de la década que precedió a la "Gran Guerra", los influyentes agentes del grupo en la prensa británica trataron de convertir cada incidente internacional en otro ejemplo de la hostilidad alemana.
Cuando estalló la guerra ruso-japonesa, en Londres corrió el rumor de que habían sido los alemanes quienes habían provocado las hostilidades. La teoría era que Alemania (en un intento de encender el conflicto entre Rusia e Inglaterra, que recientemente había concluido una alianza con los japoneses) había avivado las llamas de la guerra entre Rusia y Japón. La verdad, por supuesto, era casi exactamente lo contrario. Lord Lansdowne había mantenido negociaciones secretas con Japón antes de firmar un tratado formal en enero de 1902. Habiendo agotado sus reservas en la construcción de su ejército, Japón recurrió a Lord Nathan Rothschild, co-conspirador de Cecil Rhodes, para financiar su guerra. Negando a la armada rusa el acceso al Canal de Suez y al carbón de alta calidad, que sí proporcionaron a los japoneses, los británicos hicieron todo lo posible para asegurarse de que los japoneses aplastaran a la flota rusa, eliminando de hecho a su principal competidor europeo por el control del Lejano Oriente. La armada japonesa se construyó incluso en Gran Bretaña, pero estos hechos no llegaron a la prensa controlada por Milner.
Cuando los rusos dispararon "accidentalmente" contra barcos pesqueros británicos en el Mar del Norte, en 1904, matando a tres pescadores e hiriendo a varios más, la opinión pública británica se indignó. Sin embargo, en lugar de exacerbar la indignación, The Times y otros portavoces de la sociedad secreta trataron de ocultar el incidente. Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico trató de culpar a los alemanes del incidente, lo que desencadenó una amarga guerra de prensa entre Gran Bretaña y Alemania.
Las provocaciones más peligrosas del periodo se centraron en Marruecos, cuando Francia (envalentonada por las garantías militares secretas de los británicos y respaldada por la prensa británica) se involucró en una serie de provocaciones, rompiendo repetidamente las garantías dadas a Alemania de que Marruecos permanecería libre y abierto al comercio alemán. A cada paso, los acólitos de Milner, tanto en el gobierno como en la prensa británica, vitoreaban a los franceses y demonizaban cualquier respuesta de los alemanes, real o imaginaria.

DOCHERTY: Dado que estábamos en un mundo de expansión territorial, hubo un incidente inventado sobre Marruecos y la alegación de que Alemania estaba intentando en secreto hacerse con la influencia británica/francesa en Marruecos. Eso era literalmente una tontería, pero se convirtió en un incidente y se dijo a la gente: "¡Preparaos! Será mejor que os preparéis para la posibilidad de una guerra porque no nos va a dictar nada ese Kaiser de Berlín". Uno de los incidentes (al que tendría que buscar para no equivocarme de fecha) se refería a una amenaza… bueno, se presentó como una amenaza. No era más amenaza de lo que lo sería una mosca si entrara en tu habitación en este momento: un cañonero frente a la costa de África. Y se pretendía que esto era una señal de que, de hecho, Alemania iba a tener un puerto de aguas profundas y que iban a utilizarlo como trampolín para interrumpir la navegación británica. Cuando lo investigamos, Jim y yo descubrimos que el tamaño de esa supuesta cañonera era físicamente más pequeño que el yate real del rey de Inglaterra. Pero la historia lo ha retratado como una enorme amenaza para el Imperio Británico y su "masculinidad", si se quiere, porque así es como se veían a sí mismos.
Al final las crisis marroquíes pasaron sin ocasionar la guerra porque, a pesar de los esfuerzos de Milner y sus socios, prevalecieron las cabezas frías. Del mismo modo los Balcanes fueron a la guerra en los años anteriores a 1914, pero Europa en su conjunto no se unió a ellos. Pero como bien sabemos, los miembros de la Mesa Redonda en el gobierno británico, en la prensa, en el ejército, en las finanzas, en la industria y en otras posiciones de poder e influencia finalmente consiguieron su deseo: Francisco Fernando fue asesinado y en menos de un mes saltó la trampa de las alianzas diplomáticas y los pactos militares secretos, que tan cuidadosamente se había tendido. Europa estaba en guerra.
En retrospectiva las maquinaciones que condujeron a la guerra son una clase magistral sobre cómo funciona realmente el poder en la sociedad. Los pactos militares que comprometieron a Gran Bretaña (y en última instancia al mundo) con la guerra no tenían nada que ver con los parlamentos elegidos ni con la democracia representativa. Cuando el Primer Ministro conservador Arthur Balfour dimitió en 1905, hábiles manipulaciones políticas aseguraron que los miembros de la Mesa Redonda, incluidos Herbert Henry Asquith, Edward Grey y Richard Haldane (tres hombres a los que el líder liberal Henry Campbell-Bannerman acusó en privado de "adorar a Milner") se deslizaran sin problemas a puestos clave del nuevo gobierno liberal y continuaran la estrategia de cerco a Alemania sin perder un instante.
De hecho los detalles de los compromisos militares de Gran Bretaña con Rusia y Francia e incluso las propias negociaciones, se mantuvieron deliberadamente ocultos a los miembros del Parlamento e incluso a los miembros del gabinete que no formaban parte de la sociedad secreta. No fue hasta noviembre de 1911, seis años después de iniciadas las negociaciones, que el gabinete del Primer Ministro Herbert Henry Asquith empezó a conocer los detalles de estos acuerdos, acuerdos que habían sido repetida y oficialmente negados en la prensa y en el Parlamento.
Así funcionaba la camarilla: con eficacia, en silencio y convencidos de la rectitud de su causa, despreocupándose por completo de cómo lograban sus fines. Es a esta camarilla y no a las acciones de ninguna conspiración en Sarajevo, a la que podemos atribuir los verdaderos orígenes de la Primera Guerra Mundial, con los nueve millones de soldados masacrados y los siete millones de civiles muertos que se amontonaron a su paso.
Pero para esta cábala, 1914 era sólo el principio de la historia. De acuerdo con su visión final de un orden mundial angloamericano unido, la joya de la corona del Grupo Milner era involucrar a Estados Unidos en la guerra; unir a Gran Bretaña y América en su lucha contra el enemigo alemán.
Al otro lado del Atlántico, el siguiente capítulo de esta historia oculta acababa de comenzar.

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jueves, 27 de abril de 2023

Los bulos y anti-bulos como armas de destrucción masiva

 

El asunto del “cambio climático” es uno más, dentro del conjunto de colosales fraudes que es “la narrativa” en general, por llamarla de alguna manera. Lo que tiene “la narrativa” (o las narrativas) es que las ponen en circulación y adquieren vida propia. El descerebrado maestro que enseña a comer no sé que bichos en un video anterior, casi seguro que se ha tragado el sapo. Una parte de los que participan en las amputaciones y castraciones (incluidos padres), más de lo mismo. No voy a decir ya los chiquillos esos a los que adoctrinan para que reclamen que les corten la polla o las tetas. Las ideas las tienen los técnicos que mantiene a sueldo en sus ejércitos y sus universidades y luego las difunden desde los papas, obispos y clérigos a los maestros, profesores, catedráticos y periodistas. En La primera revolución global se puede leer aquello de «En la búsqueda de un enemigo común contra el cual pudiéramos unificarnos, tuvimos la idea que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, las hambrunas y demás, encajarían perfectamente. En su totalidad y en sus interacciones, estos fenómenos constituyen una amenaza común que debe ser enfrentada por todos. Pero al designar a estos peligros como si fueran el enemigo, caemos en la trampa, sobre la cual ya hemos advertido a nuestros lectores, que es confundir los síntomas con las causas. Todos estos peligros son provocados por la intervención humana en los procesos naturales y es solo mediante el cambio de actitudes y comportamientos que pueden superarse. El verdadero enemigo es, entonces, la humanidad misma». Pues nada “tuvieron la idea”… “se les ocurrió” ¿Y quién se lo iba a tragar? Pues eso, la puta tropa, como decíamos en el ejército.


Más allá de que eso de “cambio climático” sea una redundancia, he observado que los muchachos esos que trabajan para las corporaciones, en esto como en todo, tienen gente borrando información de su Wikipedia, pero aún así siguen encontrándose cosas incluso ahí, en la Wikipedia, que en términos generales es un arma de destrucción masiva. Este artículo todavía informa (https://en.wikipedia.org/wiki/Sahara ). No sé como no lo borran. Quizá piensan que su clientela no lo va leer en ningún caso y que esa ya tiene de sobra con sus mass media, sus escuelas y universidades y sus políticos.


En la universidad de Málaga han creado una cátedra de cambio climático financiada por la Sociedad Financiera y Minera, S.A. (lo que desde que yo era niño llamábamos la fábrica del cemento), que ahora tiene un Observatorio ESG (https://www.fundacioncema.org/observatorio-asg/ ) y una Contribución a los ODS (https://www.fundacioncema.org/ods/ ). Esto sí que es un indicador de hasta qué punto tienen a la especie humana cogida por los huevos.


Conocí a una profesora del departamento de Biología Vegetal, que se especializó a flora ornamental y palinología. Tuve curiosidad por ver qué “publicaba” y encontré, entreverado con los títulos de sus “publicaciones”, el “cambio climático”. Parece que las publicaciones “con perspectiva de género” y con “cambio climático” se multiplican hasta el infinito.


Dejando de lado que la locura climática puede provocar en algunos una sana curiosidad por la realidad del clima, que en ausencia de las olas de vesania no habría aparecido (es mi caso, que desde que leí la Geografía de Strahler no había vuelto sobre eso y ahora hago cosas como esta: https://parerga-und-paralipomena.blogspot.com/2023/04/sahara-i-desertificacion-y-clima.html ), lo más aparente es lo que se refiere a la Guerra Psicológica. Por ejemplo, ellos ponen en circulación una idea (“se nos ocurrió”… “tuvimos la idea”…), como los comunistas lanzaron la idea de “kulak” y los nazis la idea de “judío”, pero además lanzan ideas parásitas (grafeno, chemtrails) e inician campañas de descrédito de las ideas parásitas. Que en una guerra recurran a cualquier cosa que facilite sus operaciones es lógico; puede que haya o que no haya grafeno en las inoculaciones o en determinados lotes (ni podemos saberlo ni tiene ninguna relevancia), pero lo relevante es el incremento de la mortalidad y el descenso de la esperanza de vida. Puede que estén utilizando chemtrails como arma de guerra o que no los estén utilizando, con no podemos saber qué propósito concreto; lo relevante está en los objetivos de su agenda bélica: objetivo 1 promover la pobreza, objetivo 2 promover la hambruna, objetivo 3 promover la enfermedad y el malestar, etc. etc. etc. No obstante, en la interacción entre las ideas parásitas y las intervenciones de los fact checkers y mass media, se alcanzan unos muy importante objetivos tácticos de confusión, miedo, pérdida de tiempo, enfrentamientos internos, etc. en la masa “disidente”, entre grafenistas y antigrafenistas, antenas 5G sí y antenas 5G no, deltoides magnéticos y deltoides sudorosos, chemtrails sí y chemtrails no, etc. etc. etc.