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lunes, 3 de abril de 2023

Joseph Plummer (2009) Dinero fraudulento. Financiando el camino hacia la ruina - CAPÍTULO 3 EL RESCATE

 


El rescate

Basta ya de preparación, echemos un vistazo al Sistema de la Reserva Federal tal como efectivamente actúa. Limitándonos a un periodo de aproximadamente 20 años (de 1970 a 1990) seleccionaremos algunos de los rescates más interesantes y mejor documentados. Durante la lectura, recuerde que se están preparando rescates "mayores y mejores". Mientras a la élite financiera le resulte rentable cometer este tipo de "errores", las historias que vienen a continuación no tendrán fin.

Penn Central Railroad

En 1970 Penn Central era el mayor ferrocarril de Estados Unidos. Empleaba a 96.000 personas, tenía una nómina semanal de 20 millones de dólares y estaba al borde de la quiebra. Si alguna vez hubo un candidato para un rescate para "proteger al público", era éste. Una cosa a tener en cuenta a medida que avanzamos es que muchos de los grandes bancos que habían prestado a Penn Central hasta que la empresa alcanzó una deuda insalvable, también tenían funcionarios bancarios en el consejo de administración de Penn Central. En otras palabras, Penn Central fue "mal gestionada hasta la insolvencia" por los mismos bancos a los que debía dinero. Ayudaron a cavar el gigantesco agujero del que la empresa (y los banqueros) serían finalmente rescatados.

El presidente del Comité Bancario y Monetario de la Cámara de Representantes, Wright Patman, llevó a cabo una investigación en 1972 y descubrió lo siguiente: "Los bancos concedieron grandes préstamos para desastrosos proyectos de expansión y diversificación. Prestaron millones adicionales al ferrocarril para que pudiera pagar dividendos a sus accionistas. Esto creó una falsa apariencia de prosperidad e infló artificialmente el precio de mercado de sus acciones el tiempo suficiente para arrojarlas sobre un público desprevenido. Así, los gerentes banqueros fueron capaces de diseñar una triple bonanza para ellos. Los banqueros:

(1) recibieron dividendos de acciones
carentes de valor,
(2) ganaron intereses sobre los préstamos que proporcionaron el dinero para pagar esos dividendos
, y
(3) pudieron deshacerse de 1
,8 millones de acciones (después de cobrar los dividendos, por supuesto) a precios absurdamente altos".

Incluso si se hubiera permitido que el ferrocarril entrara en quiebra, los banqueros habrían estado protegidos. Los activos de Penn Central se habrían vendido y, como en cualquier liquidación, se habría pagado primero a los bancos. Los accionistas, por su parte, sólo podían esperar obtener algunas migajas (si es que quedaba algo) una vez saldadas las deudas de la empresa. Sabiendo esto, los banqueros individuales que diseñaron la crisis ya se habían deshecho de la mayoría de sus acciones antes de que se hicieran públicos los problemas del ferrocarril.

Pero ¿por qué recurrir a la quiebra cuando el Sistema de la Reserva Federal se había creado precisamente para este tipo de situaciones? Los ejecutivos de Penn Central, los banqueros, los representantes sindicales e incluso el Departamento de Marina acudieron en masa al Congreso para hablar de la grave amenaza para el "interés público" (incluso para la seguridad nacional) que supondría la quiebra de Penn Central. El Congreso respondió patrióticamente ordenando un aumento salarial inmediato del 13,5% para todos los empleados sindicados, añadiendo otra carga financiera a la ya fracasada empresa. Y con la "Ley de Servicios Ferroviarios de Emergencia" autorizaron 125 millones de dólares en garantías de préstamos federales.

Por supuesto, ninguna de estas medidas resolvió la causa subyacente de los problemas financieros de Penn y el ferrocarril fue "nacionalizado" ("...un eufemismo para convertirlo en un agujero negro en el que desaparece el dinero de los impuestos"-Griffin) en 1971. En 1973 se había dividido en dos partes: Amtrak y Conrail. Amtrak se ocupaba de los servicios de pasajeros y Conrail del transporte de mercancías. En 1998, el Congreso había invertido 21.000 millones de dólares en Amtrak y su pasivo seguía superando a sus activos en unos 14.000 millones. En 2002 gastaba unos 25.000 dólares por hora (24 horas al día, 7 días a la semana) del dinero de los contribuyentes. Afortunadamente, el gobierno vendió Conrail en 1987. Desde que volvió al sector privado ha conseguido obtener beneficios. Ahora paga impuestos en lugar de consumirlos.

Lockheed Corporation

También en 1970, el mayor contratista de defensa del país, Lockheed Corporation, se encontró sumido en una deuda de casi 500 millones de dólares. Para salvar al gigante de la quiebra y, por supuesto, evitar que los bancos perdieran un enorme activo y una fuente de ingresos, un grupo de interesados acudió al Congreso. Los bancos, la dirección de Lockheed, los accionistas y los sindicatos explicaron cómo se perderían puestos de trabajo, los subcontratistas quedarían fuera del negocio y se pondría en peligro la seguridad nacional si Lockheed no podía pedir más dinero prestado y rápido (... dinero que ningún banco quería prestar sin una garantía del gobierno).
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El gobierno respondió con un plan de rescate de 250 millones de dólares en garantías de préstamos, aumentando la deuda de la empresa en más de un 50%. Pero ¿no supondría este aumento demencial de la deuda un riesgo aún mayor de insolvencia para la empresa? En circunstancias normales sí, pero no en este caso. ¿Por qué? Porque ahora el gobierno (responsable de 250 millones de dólares) tenía todo el incentivo del mundo para dirigir lucrativos contratos de defensa a Lockheed para que pudiera pagar sus facturas. De nuevo premiando el fracaso y castigando el éxito. Aquellos contratistas que operaban su negocio de forma más eficiente no tenían la ventaja añadida de decir: "Si fracasamos, entonces ustedes (el gobierno) tienen que aportar cientos de millones de dólares". Sería absurdo pensar que eso no entraba en juego a la hora de decidir a quién se adjudicaba un contrato y a quién no.

Lockheed acabó devolviendo sus préstamos, pero en este caso realmente no habría importado que no lo hiciera. Como explica G. Edward Griffin: "…todo el dinero utilizado para pagar los préstamos procedía de contratos de defensa que fueron adjudicados por el mismo gobierno que garantizaba esos préstamos… Los contribuyentes estaban condenados a pagar la factura de cualquier manera".

First Pennsylvania Bank

Cuando un banco se ha metido tanto en un agujero del que no puede salir, la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation, Corporación Federal de Seguro de Depósitos) tiene varias formas de intervenir:

1) La opción de liquidación: Se paga a los depositantes asegurados y se deja que el banco entre en quiebra y se liquiden sus activos. Si se trata de un banco pequeño sin influencia política, esto es lo más probable.

2) La opción de venta: Se paga a los depositantes asegurados y se hacen arreglos para que un banco más grande asuma el control de los activos y pasivos del banco en quiebra. El nombre del banco cambia, pero no hay interrupción del servicio y pocas personas se dan cuenta de lo que ha ocurrido. Tal vez usted sea un banco mediano, tal vez tenga un poco más de influencia; en cualquier caso, ésta es una opción mejor si puede conseguirla.

3) La opción del rescate: El banco no cierra y se paga a todos los depositantes (asegurados y no asegurados). Si tiene la suerte de conseguir esta opción lo más probable es que sea un banco muy grande y bien conectado. La importancia de que se pague a todos los depositantes es la siguiente: Los grandes bancos suelen tener muchas cuentas no aseguradas. Como la FDIC sólo cobra a los bancos participantes un porcentaje de los depósitos asegurados, el gran banco acaba cobrando un seguro que nunca tuvo que pagar. Ese enorme ahorro da una ventaja competitiva aún mayor a los bancos más grandes. Pero eso no debería sorprendernos; es exactamente lo que quería el grupo de Jekyll Island.

Como ya habrán adivinado el First Pennsylvania Bank era un gran banco. En 1980, con activos superiores a 9.000 millones de dólares, ocupaba el puesto 23 del país. Después de caer en la insolvencia, su movimiento final era predecible. Los banqueros fueron a Washington con su solicitud de rescate. Como si las advertencias de consecuencias catastróficas en Filadelfia no fueran suficientes, se inventaron historias de una crisis financiera internacional en caso de que First Penn no fuera salvado. First Penn, decían, sería la primera ficha de dominó en una cadena de colapsos que darían la vuelta al mundo.

Huelga decir que nadie quería ser responsable de negarse a hacer todo lo posible para evitar semejante catástrofe. En respuesta la FDIC concedió a First Penn un préstamo de 325 millones de dólares, a un año, sin intereses. Eso, por sí solo, ahorró al banco un par de millones al mes. Tras el año sin intereses, el préstamo pasó a aproximadamente la mitad del tipo de mercado (muchos millones más ahorrados). Los bancos vinculados a First Penn prestaron otros 175 millones de dólares y ofrecieron una línea de crédito de 1.000 millones. La FDIC insistió en esta medida. Quería demostrar que el sector bancario tenía fe en el rescate. La Reserva Federal ofreció a esos bancos fondos a bajo interés para asegurarse de que había crédito de sobra para todos. Al final, se recompensó de nuevo el fracaso y todos ganaron mucho dinero (excepto los ciudadanos que lo acabaron pagando todo).

Continental Illinois

Es triste decirlo, pero First Penn fue literalmente un juego de niños comparado con Continental Illinois. Con 12.000 empleados, oficinas en países de todo el mundo y 42.000 millones de dólares en activos, ocupaba el séptimo lugar del país. Durante un tiempo, parecía imparable.

(Continental Illinois) "…los ingresos netos por préstamos se habían duplicado literalmente en sólo cinco años y en 1981 se habían disparado a una cifra anual de 254 millones de dólares. Se había convertido en la niña mimada de los analistas del mercado e incluso había sido nombrada por la revista Dun como una de las cinco empresas mejor gestionadas del país. Estos líderes de opinión no percibieron que los espectaculares resultados se debían, no a una pericia en banca o inversión, sino a la financiación de empresas poco sólidas y gobiernos extranjeros que no podían obtener préstamos en ningún otro sitio."
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Continental Illinois había realizado grandes inversiones en Argentina, México y una serie de empresas de alto riesgo. En 1982, cuando la crisis de la deuda argentina y mexicana llegó a su punto álgido y una serie de empresas se declararon en quiebra, el banco sufrió un duro golpe. Pero al igual que había hecho Penn Central Railroad 12 años antes, el banco hizo todo lo posible por proyectar una imagen de "business as usual" (lo de siempre). Siguió pagando dividendos que realmente no podía permitirse e hizo un buen uso de lo que el presidente del banco llamó "La brigada de reaseguro de Continental Illinois". Se trataba de los empleados del banco, por todo el mundo, haciendo lo que podían para calmar los nervios de los depositantes y accionistas).

La medida funcionó durante un tiempo, pero en 1984 los préstamos dudosos del banco habían alcanzado los 2.700 millones de dólares y la cifra iba en aumento. Con literalmente cientos de millones de dólares en ingresos perdidos, pagar a los accionistas y mantener una imagen de prosperidad era cada vez más difícil. Era sólo cuestión de tiempo. Las noticias sobre la precaria situación financiera del banco empezaron a circular (un rumor por aquí, otro por allá) y, al poco tiempo, las compuertas se abrieron de par en par.

La primera corrida bancaria electrónica del mundo

Si se mirara Continental Illinois desde fuera, nunca se sabría lo que estaba pasando. Nunca se sabría, cuando amaneció el miércoles 9 de mayo de 1984, que se estaba produciendo una corrida bancaria de proporciones históricas. Ese día mil millones de dólares en dinero asiático fueron retirados en silencio, electrónicamente. El viernes, el banco se vio obligado a pedir prestados 3.600 millones de dólares a la Reserva Federal para cubrir la escalada de retiradas y, el viernes siguiente, ¡el total de retiradas superó los 6.000 millones de dólares!

"La corrida del Continental fue como una fantasía modernista: no había multitudes de depositantes histéricos, sólo fríos destellos de pesadilla en las pantallas de los ordenadores…" -Ron Chernow

"Dentro del banco todo estaba en calma, las filas en los cajeros se movían como siempre y los funcionarios del banco no recordaban ningún signo visible de problemas, excepto en la sala de transferencias. Aquí los empleados sabían lo que estaba ocurriendo, mientras una orden de retirada de fondos tras otra llegaba por cable, desangrando Continental hasta la muerte…" -Irvine Sprague

Este sería el momento de decir la verdad: Si se hubiera permitido el colapso de Continental, sus accionistas habrían sido aniquilados, sus depositantes habrían perdido una fortuna y el mundo financiero se habría visto gravemente sacudido. Pero ¿por qué eso habría sido malo? Las pérdidas habrían despertado la ira y la ira habría impulsado las exigencias de cambio. Sería casi imposible ocultar y excusar la naturaleza intrínsecamente fraudulenta del sistema bajo tal escrutinio y legítima indignación. Los beneficios a largo plazo para nuestra nación (de deshacerse de un sistema defectuoso) habrían sido enormes. Pero, por supuesto, nunca se consideró tal alternativa. El "Sistema" se había creado por una razón y era ésta. Era el momento de que la Fed y la FDIC hicieran su trabajo mágico, lo que significa que era el momento de que los ciudadanos pagaran.

Anteriormente mencionamos que los grandes bancos son los más propensos a ser rescatados y también son los más propensos a beneficiarse de un rescate, ya que son propensos a tener muchos depósitos no asegurados. Continental resultó ser un ejemplo paradigmático. El 96% de depósitos de Continental no estaba asegurado cuando llegó la ayuda. O dicho de otro modo, el banco sólo había pagado para asegurar el 4%, pero ahora "para proteger al público" estaría cubierto al 100%.

"El paquete de rescate final fue enorme. Básicamente, el gobierno se hizo cargo de Continental Illinois y asumió todas sus pérdidas. En concreto, la FDIC se hizo con 4.500 millones de dólares en préstamos fallidos y pagó a Continental 3.500 millones por ellos. La diferencia se compensó con la infusión de 1.000 millones de dólares en capital fresco, en forma de compra de acciones. El banco, por lo tanto, tenía ahora al gobierno federal como un accionista que controlaba el 80% de sus acciones y sus préstamos dudosos se habían descargado sobre el contribuyente… En 1984, el "apoyo ilimitado de liquidez" se había traducido en la asombrosa suma de 8.000 millones de dólares. A principios de 1986, la cifra alcanzó 9.240 millones de dólares y seguía aumentando. Mientras explicaba este robo al contribuyente ante el Comité Bancario del Senado, el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, dijo: La operación es la función más básica de la Reserva Federal. Para eso se fundó'".


Detrás de la creación de todo este dinero estaba el Sistema de la Reserva Federal. Es interesante que la Reserva Federal sea conocida como el "Prestamista de Último Recurso" cuando, en realidad, no tiene dinero que prestar. No tiene dinero… es decir, hasta que crea algo de la nada, lo vierte en nuestra economía y, a través del impuesto oculto de la inflación, confisca el poder adquisitivo de nuestros bolsillos.

Como explica G. Edward Griffin "…el sistema fue creado en la Isla Jekyll para fabricar cualquier cantidad de dinero que fuera necesaria para cubrir las pérdidas del cártel". Y eso es exactamente lo que hace (para los "grandes"). Si eres alguien pequeño, no esperes ningún favor.

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Durante los 6 primeros meses de 1984, mientras Continental recibía el trato de favor, 43 bancos más pequeños sufrieron de primera mano la correspondiente lección: como bancos pequeños, los únicos depósitos que quedaban cubiertos fueron los que habían pagado para asegurar y podían estar seguros de que no recibirían ninguna oferta de rescate. Si tienes problemas no te queda más remedio que venderte a un banco más grande. Esta es otra ventaja para los conspiradores de Jekyll Island. Expulsar o comprar a la competencia; en cualquier caso, ellos ganan.

El mercado de la vivienda (las Cajas de Ahorros y Préstamos)

Hasta ahora, hemos visto cómo las sanciones por mala gestión y fraude (en los negocios y la banca) pueden convertirse en grandes recompensas. Ahora echaremos un vistazo a la industria de Préstamo y Ahorro (Cajas de Ahorros y Préstamos) y cómo las promesas del gobierno de "una vivienda en cada parcela" condujeron a rescates de las Cajas de Ahorros y Préstamos de proporciones épicas. Basta con decir: "aún no has visto nada".

Durante la Gran Depresión los marxistas culparon al sistema capitalista de la grave situación financiera del país. Difundieron visiones de una utopía socialista. Estaban empezando a ganar apoyo popular. Muchos de los políticos de nuestra nación, antes campeones de la responsabilidad personal y el individualismo, aprendieron rápidamente las ventajas de predicar el paternalismo gubernamental.

De repente era más que "aceptable" impulsar políticas socialistas en Estados Unidos, que eran ahora políticamente rentables. Parecía haber algo para todos. Las élites estaban más que dispuestas a considerar la implantación de una economía planificada; al fin y al cabo eran ellos los intelectuales ricos y bien conectados, quienes se encargarían de la planificación. Los políticos tenían todas las de ganar. No sólo podían ampliar enormemente el poder y el control del gobierno (lo que a su vez aumentaba su propio poder y control), sino que podían hacerlo bajo la bandera de "hacer lo correcto para el país". Por último, pero no menos importante, un gran porcentaje de la población, financieramente aplastada y desmoralizada por lo que se les decía que era la "inestabilidad del libre mercado", estaba dispuesta a aceptar casi cualquier cosa. Muchos estadounidenses estaban arruinados por la Depresión; no era demasiado difícil vender la idea de un poco de ayuda gubernamental.

Franklin Delano Roosevelt (FDR) llegó a representar el epítome del nuevo político estadounidense. "Al principio de su carrera política había sido el campeón de la libre empresa y el individualismo. Habló en contra del gran gobierno y a favor del libre mercado, pero a mediados de su vida reajustó su vela para atrapar el cambiante viento político. Pasó a la historia como pionero del socialismo en Estados Unidos… Mientras los marxistas prometían una gallina en cada olla, los nuevos traficantes (de Roosevelt) ganaban elecciones impulsando una casa en cada parcela".

A través de la FHA (Federal Housing Authority, Autoridad Federal de la Vivienda), los préstamos hipotecarios privados serían ahora subvencionados por el gobierno federal. Al principio muchas personas que no habrían podido permitirse una casa se beneficiaron de la ayuda de la FHA. Sin embargo no pasó mucho tiempo antes de que estos nuevos compradores "subvencionados por la FHA" empezaran a hacer subir el precio de las viviendas y eso contrarrestara cualquier ventaja real.

Como otra medida para ayudar al mercado inmobiliario, se exigió a los bancos que pagaran menos intereses a sus depositantes que las Cajas de Ahorros y Préstamos. Esto hizo que los depósitos se dirigieran a las Cajas de Ahorros y Préstamos aumentando la cantidad de dinero disponible para préstamos hipotecarios, pero también disminuyó el capital disponible para préstamos en todas las demás industrias. Eso es estupendo si tu negocio forma parte de la industria de la vivienda, pero no es tan estupendo para todos los demás que compiten por los mismos dólares de inversión.

Fue también en esta época cuando surgieron la FDIC (mencionada anteriormente) y la FSLIC (Federal Savings and Loan Insurance Corporation, https://en.wikipedia.org/wiki/Federal_Savings_and_Loan_Insurance_Corporation ). Si había pérdidas, la gente ya no tenía que preocuparse, "el gobierno pagaría por ello". Muy pocos se dieron cuenta, entonces como hoy, de que el gobierno no paga nada. Cada dólar es confiscado de una forma u otra de lo que otros han ganado. Considera la ironía de que el gobierno te obligue a dar dinero para poder protegerte de perder tu dinero (o a entregarlos a través de la inflación).

Desgraciadamente las soluciones gubernamentales son siempre derrochadoras y a menudo contraproducentes. Incluso si aceptas la idea de que los programas y políticas gubernamentales están pensados para servirnos (en lugar de para asegurar y ampliar el poder de la élite) no hace falta ser un genio para calcular los pésimos resultados.

La guerra contra las drogas, la guerra contra el terrorismo, una casa en cada parcela cualquier "solución" que se le ocurra al gobierno tiende a crear más problemas de los que resuelve. Y con más problemas vienen más propuestas de solución, más demandas de mayor financiación, más demandas de mayor control. En resumen: cuanto más fracasa el gobierno, más dinero y poder confisca. Si los que se benefician de este sistema retrógrado no están "fracasando a propósito", deberían estarlo.

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Las consecuencias de la intromisión del gobierno en el mercado inmobiliario tardaron mucho en manifestarse, pero cuando llegaron los resultados fueron desastrosos. Se ha calculado que sólo los costes derivados del cumplimiento de la normativa gubernamental representan el 60% de todos los beneficios de las Cajas de Ahorros y Préstamos. Además: "la parte sana de la economía debe gastar más de mil millones de dólares cada año en primas adicionales, en el llamado fondo de seguros, para compensar las fallas del componente enfermo, una forma de penalización al éxito. Cuando algunas de las instituciones sanas intentaron convertirse en bancos para eludir esta penalización, los reguladores dijeron que no. Su flujo de caja era necesario para sostener el fondo de rescate".

Cuando la Reserva Federal empezó a subir los tipos de interés, las Cajas de Ahorros y Préstamos tuvieron que ofrecer ellas mismas tipos más atractivos para seguir atrayendo depositantes. En diciembre de 1980, las Cajas de Ahorros y Préstamos pagaban casi un 16% por sus certificados en el mercado monetario. Esto estaría bien si luego prestaran ese dinero a un porcentaje más alto, pero no lo hacían. De hecho el tipo medio que estaban obteniendo por los nuevos préstamos hipotecarios era sólo del 12,9%. Peor aún, muchos de sus antiguos préstamos hipotecarios sólo producían un 7% u 8% y otros estaban en mora (sin pagar nada en absoluto.) Las matemáticas sencillas ilustran que las Cajas de Ahorros y Préstamos ya estaban en quiebra y no hacían más que hundirse aún más.

En condiciones normales poca gente querría invertir su dinero en una institución en quiebra. Pero con los depósitos de Cajas de Ahorros y Préstamos totalmente asegurados, las "condiciones normales" no existían. Lo único que les importaba a los que depositaban su dinero era ese 16% de rentabilidad sin riesgo. Las empresas de corretaje, con grandes cantidades de efectivo para invertir, estaban especialmente contentas con el acuerdo. Respaldadas por la "plena fe y crédito" del gobierno de Estados Unidos, no tenían nada que perder y todo que ganar invirtiendo su dinero en las S&Ls.

A estas alturas, todos sabemos lo que respalda la "plena fe y crédito del gobierno federal". Consumer Reports, conocedos del esquema, lo expuso de esta manera: "Detrás de los bancos con problemas… está "la plena fe y el crédito" del gobierno; en efecto, una promesa, que seguramente será cumplida por el Congreso, de que todos los ciudadanos contribuirán, a través de los impuestos o la inflación, para que todos los depositantes recuperen sus fondos".

Mediante ingeniosas técnicas contables (léase técnicas contables fraudulentas), se hizo todo lo posible para que las Cajas de Ahorros y Préstamos parecieran sanas y prósperas. Esto sólo pospuso lo inevitable y aumentó enormemente la carnicería final. En un periodo de sólo 6 años (1980-1986), seiscientas sesenta y cuatro Cajas de Ahorros y Préstamos aseguradas quebraron. El gobierno, fiel a su costumbre, se vio sobrepasado. Sencillamente no podía permitirse cerrar todas las cajas de ahorros porque no tenía fondos para pagar a sus depositantes. En marzo de 1986, la FSLIC sólo tenía 3 centavos por cada dólar de depósitos asegurados. Justo antes de 1987, esa cifra se redujo a dos décimas de 1 centavo por cada dólar.

"Mantener a las Cajas de Ahorros y Préstamos funcionando le costaba a la FSLIC 6 millones de dólares al día. En 1988… el sector del ahorro en su conjunto perdía 9,8 millones al día y los no rentables (los cadáveres apuntalados por la FSLIC) perdían 35,6 millones al día. Y aun así el juego continuaba".
En 1989 la FSLIC ni siquiera tenía dos décimas de centavo por cada dólar, sino que ya no tenía nada. También era insolvente.

Había llegado el momento de que el gobierno entrara en acción (y vaya si lo hizo). Con la aprobación de la "Ley de Reforma y Recuperación de las Instituciones Financieras" (FIRREA, Financial Institutions Reform, Recovery, and Enforcement Act, https://en.wikipedia.org/wiki/Financial_Institutions_Reform%2C_Recovery%2C_and_Enforcement_Act_of_1989 ), se asignaron 300.000 millones de dólares para "proteger al público". 225.000 millones procederían directamente de los impuestos o la inflación y 75.000 millones se desviarían de las cajas de ahorro y préstamos saneadas. Fue, con diferencia, el mayor rescate de la historia. Y, por supuesto, con el enorme fracaso llegó una excusa para añadir más controles (más gobierno) a todo el inexcusable lío. Ahora tendríamos la Resolution Trust Oversight Board, la Resolution Funding Corporation, la Office of Thrift Supervision y la Oversight Board for the Home Loan Banks. Al firmar la ley, el Presidente Bush (padre) anunció con orgullo: "Esta legislación salvaguardará y estabilizará el sistema financiero de Estados Unidos y pondrá en marcha reformas permanentes para que estos problemas no vuelvan a repetirse. Además, le dice a decenas de millones de depositantes de cajas de ahorro y préstamos: 'no seréis víctimas de los errores de otros. nos encargaremos -y seremos garantes- de que vuestros depósitos asegurados estén a salvo'".

¿Le sorprendería descubrir que la estimación del rescate fue un poco baja? Probablemente no, ya que el Congreso siempre da estimaciones a la baja para conseguir que se aprueben sus proyectos de ley. Una vez que el proyecto se convierte en ley es cuando las cifras empiezan a ajustarse mágicamente al alza. ¿Cuánto es un poco baja? ¿10.000 millones de dólares? ¿25.000 millones? ¿100.000 millones? No, más bien 225.000 millones. Sí, cuando todo estaba dicho y hecho, el coste total del rescate ascendía a algo más de medio billón de dólares. Unos 525.000 millones de dólares en total. Es agradable saber que "no seremos víctimas de los errores de otros".

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Cocinando los libros

El mundo de la "regulación gubernamental" es realmente un espectáculo para el público. Lo que sería una actividad delictiva flagrante si lo hiciéramos usted o yo, se convierte en una forma aceptada (y fomentada) de hacer negocios cuando nuestros protectores gubernamentales están al timón. Ahora es tan buen momento como cualquier otro para dar algunos ejemplos de cómo el gobierno ayudó a las Cajas de Ahorros y Préstamos a maquillar las cuentas.

Manipular los libros consiste en hacer que los ingresos o los activos parezcan mayores de lo que son en realidad. También puede incluir hacer que los pasivos y las pérdidas parezcan menores de lo que son en realidad, pero por ahora centrémonos en el extremo de los "activos". Cualquier tonto sabe que es bueno tener activos y las Cajas de Ahorros y Préstamos necesitaban todos los activos que pudieran conseguir. Así que el gobierno, en su infinita sabiduría, decidió que estaba bien que las Cajas de Ahorros y Préstamos pusieran un valor en dólares a la cantidad de "buena voluntad de la comunidad" que tenían (no es una broma). Así que de repente crearon activos por valor de 2.500 millones de dólares… ¡amaña los libros!
Otro problema de activos que tenían las S&Ls: Se encontraron "sin respaldo" en muchos de sus préstamos. En otras palabras, Pete pidió prestados 125.000 dólares para comprar su casa, pero debido a la caída de los precios inmobiliarios, la casa de Pete ahora sólo valía unos 85.000 dólares. En el mundo real la Caja de Ahorros y Préstamos sólo tenía un activo por valor de 85.000 dólares, que respaldaba el préstamo de 125.000 dólares. Ese pequeño inconveniente se superó permitiéndoles ignorar el verdadero valor de mercado y, en su lugar, registrar el valor basándose en el importe original del préstamo ¡amaña los libros!

Sabemos que la FSLIC había prometido rescatar a las Cajas de Ahorros y Préstamos en dificultades si se metían en problemas. Seguramente había algunos activos que podrían ser extraer de esa "plena fe y crédito", ¿verdad? Por supuesto que sí. Se emitieron "certificados de patrimonio neto" basados en la promesa de pago del gobierno y se permitió a las Cajas de Ahorros y Préstamos que incluyeran el valor de esos certificados como activos ¡amaña los libros!

Pero los trucos contables inteligentes (fraude) sólo pueden llegar hasta cierto punto.

"La hora de la verdad llega cuando las Cajas de Ahorros y Préstamos tienen que liquidar algunas de sus participaciones, como en la venta de sus hipotecas o viviendas embargadas… Es entonces cuando el valor contable inflado se convierte en el verdadero valor de mercado y la diferencia tiene que anotarse en el libro mayor como una pérdida". Pero no en el país de nunca jamás del socialismo, donde el gobierno es el gran protector". Dennis Tucker explica: "La FSLIC permite, a la Caja de Ahorros y Préstamos que vendió la hipoteca, asumir la pérdida durante un periodo de 40 años. La mayoría de las empresas que venden un activo con pérdidas deben asumirlas inmediatamente: sólo las Cajas de Ahorros y Préstamos pueden cometer este fraude evidente. Dos Cajas de Ahorros y Préstamos en quiebra podrían venderse mutuamente sus hipotecas de menor valor ¡y ambas aumentarían su patrimonio neto! Esta contabilidad deshonesta del sistema bancario está aprobada por las más altas autoridades reguladoras".

Mucha gente ha oído hablar de la crisis de las Cajas de Ahorros y Préstamos, algunos incluso podrían entender quién ha tenido que "pagar los costes de los errores de otros" en última instancia, pero muy pocos han oído hablar del papel que desempeñó el gobierno en el escándalo. Esto, por supuesto, no debería sorprendernos. Tampoco debería sorprender que el Congreso no pida una investigación exhaustiva de las causas del desastre. Los bancos, las Cajas de Ahorros y Préstamos y otras industrias reguladas por el gobierno federal aportan grandes cantidades de dinero a las campañas electorales de quienes redactan nuestras leyes reguladoras. No hace falta empezar a hurgar ahí. El economista Hans Sennholz resumió la debacle de las Cajas de Ahorros y Préstamos de esta manera: "La verdadera causa del desastre es la propia estructura financiera que fue elaborada por los legisladores y vigilada por los reguladores; juntos crearon un cártel que, como todos los demás tinglados monopolísticos, está haciendo travesuras con sus víctimas."

Y G. Edward Griffin está de acuerdo: "La industria de Ahorro y Préstamo es realmente un cártel dentro de un cártel. No podría funcionar sin la ayuda del Congreso para inyectarle cantidades ilimitadas de dinero. Y el Congreso no podría hacerlo sin el cártel bancario llamado Sistema de la Reserva Federal, que actúa como "prestamista de última instancia" para crear dinero de la nada con el fin de que el Congreso lo tome prestado. Este cómodo acuerdo entre políticos y financieros permite al Congreso votar a favor de cualquier plan que desee, independientemente de su coste. Si los políticos intentaran recaudar ese dinero mediante impuestos, serían expulsados de sus cargos. Pero poder "pedirlo prestado" al Sistema de la Reserva Federal… les permite recaudarlo a través del mecanismo oculto de la inflación y ni uno de cada cien votantes se quejará."

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Avanzamos rápidamente hasta septiembre de 2008 y llegamos a la mayor y mejor crisis financiera jamás diseñada. Como era de esperar también llegamos al mayor y mejor "rescate bancario" jamás robado de los bolsillos de los contribuyentes estadounidenses.

A pesar de la masiva oposición pública, el 3 de octubre de 2008 el Secretario del Tesoro Henry Paulson consiguió que el Congreso aprobara un "Programa de Alivio de Activos en Problemas" de 700.000 millones de dólares. La intensa presión de los votantes había derrotado inicialmente los esfuerzos para promulgar la legislación del TARP (Troubled Asset Relief Program). Parece que Paulson superó esa presión diciendo a los legisladores que habría caos en las calles e incluso ley marcial si se negaban a aprobar el proyecto de ley7.

Tanto la crisis como el rescate siguen su curso. Las estimaciones más bajas del coste final superan con creces los cinco millones de millones de dólares. Para que te hagas una idea de cuánto dinero es eso, si gastaras 1 millón de dólares al día, tardarías casi 14.000 años en llegar a los 5 billones.

Hasta ahora hemos sido testigos de cómo se representa la farsa del rescate. Hemos visto cómo se recompensan el fracaso y el fraude, cómo se evita la rendición de cuentas y cómo se cargan los enormes costes sobre las espaldas del pueblo estadounidense. ¿Me creerían si les dijera que todo lo expuesto hasta ahora es sólo una pequeña parte del juego? Es cierto… Y en los próximos capítulos vamos a poner de relieve los verdaderos objetivos del sistema y los indecibles costes de permitir que sobreviva.

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