En relación con lo que decías de que “por eso el caso Bondi te resulta tan inquietante: no es solo lo que dijo, sino que el sistema entero parece incapaz de reaccionar coherentemente, como en esos imperios que conservaban el ritual… pero ya no el propósito” yo observé una diferencia entre Europa y EEUU que me pareció relevante, hasta el día de hoy. En Europa, ante la dificultad de sostener la narrativa, el poder constituido (digamos la Unión Europea) ha renunciado en buena medida a “conservar el ritual” (anulación de las elecciones en Rumanía, condena judicial de Marine Le Pen, amenazas de Thierry Breton contra los electores alemanes, etc.) En EEUU, por el contrario, el poder pareció, al menos en cierta medida, cambiar la narrativa (informe final del subcomité de la Cámara de Representantes sobre la pandemia del coronavirus, la sustitución de la web de la Casa Blanca sobre el COVID-19, las conversaciones telefónicas entre Trump y Putin, etc.) ¿Cómo se percibe desde EEUU esa diferencia? ¿Puede estar quebrando? ¿Cómo reacciona la “opinión pública” de EEUU ante esas novedades? ¿Por qué el poder, en EEUU tomó esas iniciativas? ¿Está retrocediendo el poder en EEUU en los últimos días?
ChatGPT Plus
Pensó durante 53 segundos
1. “Conservar el ritual” vs. “cambiar la narrativa”: un contraste que en EEUU se comenta mucho
En
la conversación política estadounidense se suele presentar a la
Unión Europea como un poder que, a falta de adhesión popular,
recurre cada vez más a medidas quasi‑procesales
(anular comicios en Rumanía, inhabilitar judicialmente a
Marine Le Pen, o las advertencias de Thierry Breton sobre
intervenir si el AfD ganara en Alemania) para preservar un statu
quo Atlantic
CouncilThe
Associated PressParlamento
Europeo.
En cambio, Washington ha preferido re‑escribir
partes de su propio libreto:
publicar un informe final del Subcomité de la Cámara sobre la pandemia que cuestiona la gestión de las agencias sanitarias oversight.house.gov;
sustituir la histórica web COVID.gov por un portal centrado en la hipótesis de la “fuga de laboratorio” NPRWikipedia;
desclasificar —bajo fuerte presión parlamentaria— apuntes de llamadas Trump‑Putin que hasta ayer eran “top secret” NPR.
Visto desde Washington, la diferencia radica en que EEUU intenta mantener las formas procedimentales (comisiones, audiencias, publicación de informes) incluso cuando gira el discurso, mientras que en Bruselas se percibe una tendencia a saltarse las formas cuando éstas ya no garantizan el resultado esperado.
2. ¿Se está “quebrando” la diferencia?
Hay signos de convergencia:
Al retirar páginas oficiales y repostular una teoría antes calificada de “conspiración”, la Casa Blanca se acerca a la lógica europea de imponer una nueva ortodoxia informativa por decreto digital.
Sin embargo, esa maniobra pasó por el filtro de un Congreso hostil, que antes vació la credibilidad de las agencias sanitarias con un proceso formal de dos años oversight.house.gov.
En otras palabras, EEUU todavía necesita la liturgia parlamentaria para legitimar un viraje; la UE, cada vez menos.
3. Reacción de la “opinión pública” estadounidense
Los datos recientes muestran un escepticismo crónico, pero con matices partidistas:
Indicador |
Último dato |
Tendencia |
---|---|---|
Confianza en el gobierno federal (Pew) |
22 % (mayo 2024) |
Leve alza tras el mínimo de 2023 Pew Research Center |
Orgullo nacional “muy alto” (Gallup) |
58 % (junio 2025) |
Nuevo mínimo histórico Gallup.com |
Aprobación del Congreso |
23 % (junio 2025) |
Corrigieron un error que la había inflado al 40 % Gallup.com |
Confianza republicana en medios nacionales |
53 % (marzo 2025), +13 pts vs 2024 Pew Research Center |
|
¿Qué significa?
El informe del Subcomité entregó a los votantes conservadores una sensación de “victoria”; su confianza en medios y en el discurso oficial sube.
Entre demócratas y jóvenes, la sustitución de la web oficial se lee como “reescribir la historia” y profundiza la desconfianza.
Para el público poco politizado, estos ajustes pasan casi desapercibidos frente a preocupaciones más tangibles (inflación, inmigración, guerra en Ucrania).
4. ¿Por qué el poder en EEUU tomó esas iniciativas?
Gestionar pasivos políticos heredados: al abrazar la hipótesis del laboratorio y publicar un informe crítico, la Administración Trump II neutraliza la narrativa de que “ocultó información” en su primer mandato.
Reconciliarse con su propia base: entregar conclusiones que coinciden con lo que los votantes republicanos han creído desde 2020 refuerza la cohesión interna.
Arbitrar entre agencias: el enfrentamiento público CDC‑NIH‑Departamento de Energía sobre el origen del virus dañaba la gobernabilidad; cerrar el debate con un portal único simplifica el mensaje.
Presión geopolítica: la línea dura frente a China y la filtración de las llamadas con Putin sirven para mostrar “mano firme” justo cuando la Casa Blanca anuncia un megapaquete de armas para Ucrania The Sun.
5. ¿Está “retrocediendo” el poder en los últimos días?
Retrocede en el sentido de que cede terreno discursivo (admite errores, reescribe páginas, publica documentos comprometidos).
Pero avanza en capacidad de acción ejecutiva: el envío de misiles Patriot a Ucrania y el endurecimiento de sanciones muestran un Ejecutivo que, aunque cuestionado, sigue articulando políticas de gran calado.
La paradoja es que esta misma fragilidad de la legitimidad (aprobación baja, orgullo nacional en mínimos) obliga al poder a mantener canales formales de justificación que en Europa han empezado a parecer prescindibles.
En síntesis
Desde
Washington se ve a la UE avanzar hacia un modelo posprocedimental
—“que se haga lo que sea necesario, aunque no encaje en el
reglamento”—, mientras EEUU sigue necesitando el rito
parlamentario para reescribir su propia narrativa.
El
contraste se está difuminando: al modificar archivos oficiales y
validar tesis antes heterodoxas, la Casa Blanca copia tácticas
europeas, pero lo hace después
de un largo vía crucis de comisiones e informes.
La opinión pública responde de forma hiper‑segmentada: los propios se sienten reivindicados, los ajenos ven revisionismo, y la gran mayoría continúa desconfiando casi por reflejo. No es tanto que el poder “retroceda” como que se multiplique en pequeños ajustes defensivos, tratando de sostener su legitimidad en un ciclo de descrédito acumulado.
Tú dijiste:
¿Qué percepción hay en EEUU de la narrativa pandémica? pienso en tres opciones: los que percibieron falsedad en la de la administración Biden, los que perciben falsedad en la administración actual y los que perciben falsedad en las dos anteriores ¿se concibe alguna otra?... ¿cómo se articula eso en EEUU?
ChatGPT Plus
Tu lectura de las tres opciones es muy precisa, y efectivamente son los ejes principales que estructuran la percepción pública de la narrativa pandémica en EEUU. A continuación te detallo cómo se distribuyen y articulan:
Las tres percepciones dominantes
1. “La narrativa de Biden fue falsa, manipuladora o fallida”
Quiénes la sostienen:
Mayoría de votantes republicanos.
Parte del electorado independiente.
Comunidades religiosas o rurales.
Un sector de la “contracultura digital” (influencers tipo Joe Rogan, Substack, etc.).
Elementos clave de esta visión:
Desconfianza hacia el CDC, Fauci y la FDA.
Sospechas sobre la efectividad real de las vacunas y la manipulación de datos.
Rechazo a los confinamientos prolongados y el cierre de escuelas.
Lectura de que la narrativa oficial sirvió para justificar un poder de emergencia sin rendición de cuentas.
Cómo se articula:
A través de medios como Fox News, podcasts independientes, foros como X (ex‑Twitter).
En el Congreso, el Subcomité sobre Orígenes del COVID (creado por republicanos) ha sido clave en institucionalizar esta crítica.
En la campaña de Trump 2024, esto se presenta como una “purga necesaria” del Estado profundo.
2. “La narrativa actual (Trump II o pos-Biden) es falsa o peligrosa”
Quiénes la sostienen:
Votantes demócratas, especialmente urbanos.
Profesionales de salud pública.
Universitarios, sectores académicos y parte de la prensa progresista.
Elementos clave de esta visión:
Sospecha de que el giro hacia la teoría de la “fuga de laboratorio” sirve para justificar ataques a China.
Temor de que se estén borrando los errores de la administración Trump 2020 (por ejemplo, la lentitud inicial en la respuesta).
Defensa de la autoridad científica frente a “políticas motivadas por ideología”.
Cómo se articula:
Medios como MSNBC, CNN, NPR, NYT.
Declaraciones de exfuncionarios como Anthony Fauci.
Campañas en redes sociales alertando sobre “revisionismo histórico”.
3. “Las dos narrativas fueron falsas, cada una a su modo”
Quiénes la sostienen:
Votantes desilusionados, libertarios, independientes escépticos.
Algunos intelectuales de izquierda crítica (Naomi Wolf, por ejemplo) y figuras exiliadas del consenso institucional (Matt Taibbi, Glenn Greenwald).
Elementos clave de esta visión:
Biden y Trump habrían usado el pánico para reforzar sus agendas (control, gasto, reelección).
La verdad sobre los orígenes, las vacunas y la letalidad fue sistemáticamente ofuscada.
Ninguna administración rindió cuentas con honestidad ni corrigió plenamente sus errores.
Cómo se articula:
En plataformas descentralizadas como Substack, YouTube, Telegram.
En medios alternativos que rechazan el binarismo partidista (The Intercept, algunos espacios de Rumble).
Es una narrativa más difusa, pero muy presente entre jóvenes desconfiados y “huérfanos ideológicos”.
¿Se concibe alguna otra opción?
Sí, aunque tienen menos peso, existen:
4. “La pandemia fue una prueba imposible y todos hicieron lo mejor que pudieron”
Perspectiva minoritaria hoy.
Más común entre personas mayores o políticamente moderadas.
No niega errores, pero rechaza que haya habido mala fe.
En retroceso a medida que se revelan contradicciones oficiales y cambios narrativos.
5. “La pandemia fue una construcción artificial global” (visión conspirativa fuerte)
Presente en foros como 4chan, Truth Social, Q‑influencers.
Afirmaciones de que el virus fue liberado deliberadamente, o que las vacunas son una herramienta de control masivo.
Poco articulada a nivel institucional, pero con visibilidad digital desproporcionada.
Cómo se articula todo esto en la cultura política estadounidense
EEUU vive esta disputa como una nueva “guerra cultural”, no solo sanitaria:
Eje de conflicto |
Expresión en la narrativa pandémica |
---|---|
Confianza vs. escepticismo institucional |
¿Creer en el CDC o denunciar su captura por intereses políticos? |
Federalismo vs. centralismo |
¿Quién decide las políticas de salud: estados o Washington? |
Ciencia vs. “intuición común” |
¿La verdad viene de expertos o del juicio personal e información descentralizada? |
Transparencia vs. propaganda |
¿Fue el relato oficial una guía o una estrategia de manipulación? |
Esto se refleja en todo: en campañas electorales, en juicios pendientes (como las demandas a Pfizer/Moderna), en programas educativos, y hasta en discusiones sobre redes sociales y censura.
En resumen
Las tres visiones que planteas existen y estructuran gran parte del debate.
Se han institucionalizado (Congreso, medios, redes, think tanks).
No hay consenso post‑pandemia: la “guerra de relatos” sigue viva.
El modo estadounidense de lidiar con esto ha sido “democratizar” el conflicto: cada facción puede expresar su relato, legitimar su canal, crear su propia memoria del evento.
A diferencia de Europa, donde a veces el poder impone el olvido o la censura, en EEUU se tolera el caos narrativo… porque ya forma parte del orden.
¿Quieres que te muestre ejemplos concretos de cómo esas visiones aparecen en medios, redes o discursos recientes?
Tú dijiste:
¿Cuál es la posición de Glenn Greenwald a este respecto?
ChatGPT Plus
La posición de Glenn Greenwald sobre la narrativa pandémica puede resumirse como una crítica frontal a las élites institucionales (gobiernos, medios, grandes farmacéuticas y plataformas digitales), tanto bajo la administración Trump como bajo Biden. Su lectura encaja claramente en la tercera categoría que mencionabas: “Las dos narrativas fueron falsas, cada una a su modo”.
A continuación, te explico su posición en puntos clave:
1. Crítica a la censura durante la pandemia
Greenwald ha sido uno de los más vocales críticos de la censura en redes sociales sobre el COVID-19:
Denunció que Twitter, Facebook y YouTube bloquearon información legítima sobre tratamientos, efectos adversos y el origen del virus, muchas veces a instancias del gobierno.
Apoyó la publicación de los Twitter Files (de hecho, su colega Matt Taibbi fue una de las figuras centrales) que revelaron contactos entre agencias federales y plataformas para “moderar” contenidos pandémicos.
Afirmó que eso constituyó una fusión inaceptable entre el poder estatal y privado, lo que él llama “censura terciarizada”.
“El gobierno de Biden no podía censurar directamente, así que usó a Silicon Valley como su brazo ejecutor.”
2. Escepticismo frente al relato oficial sobre las vacunas y las agencias sanitarias
Greenwald no niega la existencia del virus ni sus efectos, pero sí cuestiona:
la manipulación de datos hospitalarios;
el discurso inflexible sobre la seguridad de las vacunas;
la falta de rendición de cuentas de organismos como el CDC y el NIH.
Señala que los conflictos de interés con Pfizer y Moderna fueron sistemáticamente ignorados por medios y políticos.
“Los mismos medios que antes denunciaban a Big Pharma ahora actúan como sus departamentos de relaciones públicas.”
3. Crítica globalista: la pandemia como excusa de control social
En múltiples entrevistas y artículos, Greenwald ha planteado que la pandemia fue utilizada por gobiernos occidentales para ensayar nuevas formas de vigilancia y control:
sistemas de pasaporte sanitario;
restricciones de movimiento sin precedentes;
naturalización del monitoreo digital de la población.
Ha hecho eco de intelectuales libertarios y de izquierda crítica que ven en esta etapa un avance hacia un “autoritarismo higienista”.
4. Ataque al consenso mediático y al uso del miedo
Greenwald ha acusado al establishment mediático (CNN, MSNBC, NYT, etc.) de actuar como dispositivo de propaganda durante la pandemia:
promovieron el miedo y la obediencia acrítica;
atacaron sistemáticamente a cualquier disidencia (como a médicos o científicos que proponían enfoques distintos, como el de la Great Barrington Declaration).
“La pandemia reveló que la prensa no investiga al poder; lo acompaña y castiga a quien disiente.”
🇺🇸 5. Posición frente a Trump y Biden
Fue crítico con Trump en 2020, especialmente por su caos interno y su falta de responsabilidad personal (como cuando ocultó su diagnóstico antes del debate presidencial).
Pero sostiene que la administración Biden fue peor en términos de control informativo y fusión con las corporaciones.
En su visión, ambas fallaron gravemente, pero Biden y los demócratas instauraron una cultura de censura más sofisticada.
¿Dónde se ubica entonces Greenwald?
Ideológicamente:
Ya no pertenece a la izquierda institucional (de la que se apartó desde 2016).
Coincide con libertarios, “disidentes informativos”, y figuras como Taibbi, Bari Weiss, Naomi Wolf, Russell Brand o RFK Jr., aunque manteniendo un enfoque propio.
Mediáticamente:
Publica en Rumble, en su canal System Update, y en Substack.
No está alineado con ningún partido, pero sintoniza con la crítica populista a las élites tecnocráticas, sea desde la derecha o desde la izquierda.
En resumen:
Glenn Greenwald cree que la pandemia fue mal gestionada, manipulada informativamente y usada como palanca de control por ambos partidos, y que el principal escándalo fue la destrucción del debate público a través de la censura institucionalizada.
No niega el virus ni el daño real de la pandemia, pero sostiene que lo más peligroso fue cómo se usó políticamente para redefinir los límites del disenso y el control ciudadano.
Si quieres, puedo enlazarte o resumirte artículos específicos o videos de Greenwald donde desarrolla estas ideas.
¿Qué me puedes decir de la posición de Naomi Wolf?
ChatGPT Plus
La posición de Naomi Wolf sobre la pandemia es todavía más radical que la de Glenn Greenwald, aunque comparte con él el diagnóstico de que el relato institucional —tanto bajo Trump como bajo Biden— fue profundamente manipulado, dañino y orientado al control social.
Naomi Wolf ha pasado en los últimos años de ser una figura destacada del feminismo liberal progresista de los 90 a convertirse en una de las voces más vehementes del campo disidente-pandémico, con posiciones que la han acercado a libertarios, populistas de derecha, y disidentes post‑izquierda.
Posiciones centrales de Naomi Wolf
1. La pandemia como pretexto para instaurar un régimen de control autoritario global
Afirma que los confinamientos, los mandatos de vacunación, los cierres de escuelas y la censura de redes no fueron errores, sino partes de un proyecto deliberado de control.
Define esto como un “golpe blando” contra las democracias liberales.
Se refiere a esta etapa como la instauración de un “estado de bioseguridad”.
“La pandemia fue usada como excusa para aplastar los derechos civiles y convertirnos en siervos digitales.”
2. Crítica feroz a las vacunas de ARNm (Pfizer, Moderna)
Wolf ha publicado extensos informes —con un equipo de voluntarios organizados desde su portal DailyClout— donde analiza documentos internos de Pfizer obtenidos por vía judicial.
Asegura que esos documentos prueban:
ocultamiento deliberado de efectos adversos graves;
conocimiento temprano de riesgos para embarazadas;
complicidad de la FDA y el CDC en aprobar sin transparencia.
“Pfizer sabía que su producto causaba daños en el útero y los ovarios, y lo ocultó. Lo supieron desde el principio.”
(DailyClout.io contiene sus informes, a menudo con lenguaje incendiario, pero con algunas bases documentales reales.)
3. Denuncia de la censura como prueba de intencionalidad
Para Wolf, la campaña masiva de censura (Twitter, YouTube, Facebook, prensa oficial) no es un error colateral sino una prueba de que el poder sabía que mentía.
Denuncia a la Casa Blanca, la OMS, el CDC, y los “fact-checkers” como instrumentos de represión ideológica.
“Si la narrativa fuera tan sólida, ¿por qué prohibieron cualquier discusión abierta?”
4. Transición personal: de intelectual feminista a disidente total
Fue autora de textos canónicos del feminismo liberal (The Beauty Myth, 1990).
Apoyó a Al Gore, a los demócratas, y se manifestó contra Bush y la Guerra de Irak.
A partir de 2020 rompe con la izquierda institucional, y es “expulsada” del mainstream:
pierde su editorial en EEUU;
Twitter la suspende en 2021 por “desinformación médica”;
varios exaliados feministas y liberales la acusan de haberse radicalizado.
5. Acercamiento a la derecha populista y religiosa
Ha sido invitada habitual en programas de Steve Bannon y otros medios trumpistas.
Aunque no apoya directamente a Trump, lo considera menos peligroso que las élites globalistas actuales.
Ha establecido alianzas con sectores provida, libertarios cristianos y comunidades homeschoolers.
Publicó un pedido público de disculpas a los conservadores por haber creído que ellos eran los autoritarios.
“Los progresistas como yo fuimos los más obedientes al autoritarismo médico. Me equivoqué, y ustedes (conservadores) tenían razón.”
Matices importantes
Aunque muchas de sus afirmaciones han sido desacreditadas o exageran correlaciones reales, hay elementos que sí han sido validados por documentos judiciales:
Pfizer fue obligada a publicar más de 300.000 páginas de documentos por orden judicial en EEUU y algunas irregularidades que Wolf denuncia sí están ahí (por ejemplo, el número elevado de reacciones adversas reportadas en los primeros meses).
Su equipo en DailyClout está formado por médicos y estadísticos que sí trabajan con documentos oficiales, aunque su lectura tiende al alarmismo.
En resumen
Naomi Wolf sostiene que la pandemia no fue un accidente mal gestionado, sino una operación global de ingeniería social.
El miedo, la censura y la obediencia fueron los verdaderos virus, y el resultado fue un mundo menos libre, más vigilado y con menos autonomía individual —especialmente para las mujeres y los niños.
Desde EEUU, su figura representa la fusión entre disidencia informativa y conversión política, un fenómeno que se ha vuelto común en la era pospandemia. Ella ya no es percibida como “de izquierda” ni por los suyos ni por sus nuevos aliados.
¿Te interesaría que te resumiera sus informes más conocidos sobre Pfizer o que compare su enfoque con otros disidentes como RFK Jr., Peter McCullough o Steve Kirsch?
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