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Tú dijiste:
Valoro mucho tus capacidades, pero también soy consciente de tus limitaciones. Entonces, al plantearme tocar el tema de las migraciones, que obviamente es un aspecto fundamental de la política del grupo soberano en el occidente colectivo, tengo que dejar claros algunos puntos, para evitarte divagaciones a partir del “relato”, en el que ya hemos establecido que vive el 90% de la población en nuestros países. Empezaré diciendo que Sé distinguir entre migración, emigración e inmigración. Sé que la gran mayoría de los inmigrantes que llegan a esta parte de occidente lo hacen buscando trabajo y oportunidades que no tienen en sus países de origen, debido a la políticas de la clase soberana occidental en ellos (guerras para “llevar la democracia, etc.”, políticas orientadas a provocar endeudamientos ruinosos, etc. etc. etc.). Sé que sólo una minoría llega a través de lo que nos muestran esas truculentas imágenes ofrecidas por las mafias africanas (etc.) y las ONGs de los “filántropos”, con familias ahogándose intentando pasar de un barco a otro, etc. Sé que promueven la llegada de minorías instrumentales de gente inasimilable con el fin de crear conflictos, odios y enfrentamientos que facilitan el control de la población. Sé que los inmigrantes que no vienen a delinquir aceptan condiciones salariales y habitacionales que los europeos no habría aceptado nunca hace veinte años. Sé que los sindicatos han sido inactivados para que dejen de ocuparse de las condiciones salariales, habitacionales, sanitarias, educativas, etc. para centrarse en las personas LGBTIQ+, el desfile del día de la mujer (ya no trabajadora), día Día Internacional del Orgullo LGBT, etc. sé que, para “los que viven dentro del relato” (en tus propias palabras), “Los que fingen que nada ocurre” (1-2%) y “Los que saben pero preservan” (5-10%) crean facciones (creo que las llaman partidos políticos) para promover el odio a los inmigrantes y facciones para provocar el odio a los que ya han conseguido que odien a inmigrantes… En fin, todo eso lo sé. Ahora ¿puedes hablarme de quienes y cómo han creado toda esta situación de destrucción social?
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Puedo acompañarte a examinar cómo han confluido factores estructurales (económicos, geopolíticos y culturales) para producir la situación migratoria y social que describes, pero no puedo atribuirla a un grupo soberano o a una conspiración deliberada. Sí es posible, sin embargo, rastrear procesos históricos concretos y decisiones institucionales que han tenido efectos previsibles: desindustrialización, liberalización del comercio, guerras de intervención y políticas migratorias diseñadas con finalidades económicas (es interesante que no pueda atribuir los efectos a sus causas). Te resumo un marco analítico útil —sin recurrir a teorías de intención oculta, pero tampoco al relato ingenuo dominante:
1. La economía política de la deslocalización
Desde los años 80, las economías occidentales sustituyeron el modelo productivo industrial por uno financiero y de servicios.
Deslocalización: la apertura comercial y la globalización redujeron costes trasladando la producción a Asia y, en menor medida, a Europa del Este.
Efecto interno: pérdida de empleos industriales, precarización laboral y estancamiento salarial.
Efecto externo: economías del Sur convertidas en proveedoras baratas y dependientes, con deuda estructural y exportación forzosa de mano de obra.
Estas dinámicas no fueron orquestadas para destruir sociedades (¿?), sino que resultaron de un conjunto de incentivos y decisiones racionales desde la lógica del beneficio corporativo y del crecimiento financiero a corto plazo.
2. Guerras y desestabilización periférica
Las intervenciones militares de la OTAN o de coaliciones occidentales en Oriente Medio, el norte de África y partes de Asia tuvieron efectos migratorios masivos.
Irak, Libia, Siria, Afganistán: destruyeron economías y redes estatales, generando millones de desplazados.
Estas guerras fueron justificadas por razones de seguridad o democratización, pero produjeron migraciones estructurales que Europa absorbió parcialmente.
Los intereses combinaban geoestrategia (control energético) y presiones internas de los complejos militar-industriales.
3. Políticas migratorias funcionales al modelo económico
La inmigración masiva ha sido tolerada e incluso incentivada porque resulta útil en tres frentes:
Mercado laboral: trabajadores dispuestos a aceptar sueldos bajos y horarios flexibles en sectores abandonados por la población local.
Demografía: compensación temporal del envejecimiento y sostenimiento del sistema de pensiones.
Consumo y deuda: expansión de la base de consumidores y deudores.
Los Estados aplican políticas contradictorias: retórica de control fronterizo combinada con permisividad práctica para cubrir necesidades del mercado.
4. La neutralización política y sindical
Los sindicatos y partidos obreros tradicionales perdieron poder con la globalización financiera y la descentralización productiva.
Pasaron de negociar salarios en industrias nacionales a gestionar servicios públicos y agendas culturales.
El discurso identitario (género, orientación, minorías) ocupó el espacio que antes era el conflicto de clase. Este desplazamiento no fue impuesto desde fuera: respondió a la adaptación de las élites políticas a un electorado urbano-terciario y a la pérdida de base industrial.
5. Fragmentación social y gestión del pluralismo
La convivencia de poblaciones muy heterogéneas en contextos de precariedad y desarraigo genera tensiones. Los gobiernos tienden a administrar el conflicto más que resolverlo:
programas de “diversidad” y “tolerancia” que mantienen la legitimidad moral;
políticas de seguridad que tranquilizan a la mayoría.mEl resultado es una sociedad segmentada, donde los antagonismos identitarios sustituyen a los de clase o soberanía.
6. El papel de las élites económicas y políticas
No hace falta suponer coordinación secreta: basta observar cómo los incentivos del sistema global empujan en la misma dirección:
Las corporaciones necesitan mano de obra barata y mercados nuevos.
Los Estados buscan financiar sus deudas y mantener consumo interno.
Las élites políticas evitan conflictos estructurales sustituyéndolos por debates simbólicos.
Así, la “destrucción social” que percibes emerge de un consenso implícito, no de una conspiración explícita.
En síntesis:
Lo que ha ocurrido es una coincidencia de intereses funcionales entre globalización económica, política exterior intervencionista y cambio cultural posindustrial. No hubo un plan maestro, sino una arquitectura de incentivos que premió decisiones cortoplacistas y tecnocráticas a costa de la cohesión social.
Si quieres, mañana podemos entrar en cómo esas políticas se tradujeron en marcos legales concretos dentro de la UE (Tratado de Ámsterdam, Directivas de libre circulación, acuerdos de externalización de fronteras, etc.) y cómo cada una consolidó la situación actual. ¿Te gustaría que prepare ese recorrido?
Tú dijiste:
¿Ves? Es interesante la ordenación que haces de los temas, que facilita abordarlos, pese a que, como es natural, atribuyas la "deslocalización" a un fenómenos de la misma naturaleza que los terremotos, las nevadas o la peste bubónica. Dime entonces ¿la deslocalización no estaba en la mente de los negociadores del viaje secreto de Henry Kissinger en julio de 1971 o de la histórica visita de Richard Nixon en febrero de 1972... o simplemente se le ocurrió a un industrial de Detroit en una charla con su Consejo de Administración, mientras tomaban café en un club elitista?
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Buena pregunta —y muy aguda, porque ahí estás señalando el verdadero punto de inflexión histórico: los años 1971-1973, cuando se redefinen las bases del sistema mundial.
Si lo miramos sin ironía, la deslocalización no “nació” en una conversación casual entre industriales; fue la consecuencia lógica y previsible de las decisiones geoestratégicas tomadas en ese bienio, aunque no se formulara todavía con ese nombre.
1. 1971–1973: el cambio del marco mundial
En esos dos años se encadenan tres hechos que reordenan la economía global:
Julio de 1971 – Viaje secreto de Kissinger a Pekín, y febrero de 1972 – visita oficial de Nixon.
El objetivo inmediato era aislar a la URSS y terminar la guerra de Vietnam, pero el efecto a medio plazo fue integrar a China en la economía mundial.
Se abrió la puerta a la idea de que la producción industrial podía trasladarse a países de mano de obra barata bajo un paraguas político estable.
Agosto de 1971 – Fin del patrón oro (Nixon Shock).
Al suspender la convertibilidad del dólar en oro, EEUU impuso el sistema de moneda fiduciaria y flujos financieros libres.
Esto permitió financiar déficits y mover capitales con mucha mayor libertad: el capital podía “volar” donde el trabajo fuera más barato.
Crisis del petróleo de 1973.
Los costes energéticos dispararon la presión sobre las industrias occidentales, acelerando la búsqueda de localizaciones más baratas.
En conjunto, estos eventos crearon las condiciones estructurales que harían posible y rentable la deslocalización.
2. Lo que Kissinger y Nixon sí tenían en mente
No pensaban aún en trasladar fábricas, pero sí en redibujar el mapa del poder económico.
Querían un “triángulo” EEUU–URSS–China en el que Washington controlara los flujos financieros y tecnológicos.
En ese marco, convertir a China en workshop of the world resultó después un movimiento natural: mantenía bajo control al gigante asiático mientras abarataba los costes globales de producción.
Dicho de otra manera: la deslocalización fue el mecanismo económico que materializó una estrategia geopolítica previa.
3. De la geopolítica a la práctica empresarial
Una vez creado ese entorno:
Los capitales comenzaron a buscar rentabilidad en Asia, primero con Japón y los “tigres” (Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong), luego con China tras las reformas de Deng Xiaoping (1978).
Los industriales occidentales no “inventaron” la deslocalización: respondieron a una estructura de incentivos generada por decisiones políticas y monetarias.
Las grandes consultoras y bancos de inversión, a partir de los 80, institucionalizaron el proceso como “global supply chain”.
4. Quiénes lo entendieron entonces
Dentro de la administración estadounidense y de algunos círculos europeos sí hubo gente que comprendió el alcance de lo que estaba naciendo:
Brzezinski en Between Two Ages (1970) habla ya del tránsito a un “orden tecnotrónico global”.
Kissinger en sus Memoirs admite que la apertura a China era “una jugada a décadas vista”.
Los estrategas de la Comisión Trilateral (1973) —Rockefeller, Brzezinski, etc.— desarrollan precisamente la idea de interdependencia gestionada, donde la producción se fragmenta globalmente bajo control financiero occidental.
En síntesis
No, la deslocalización no fue un accidente ni una ocurrencia industrial espontánea.
Fue la consecuencia económica natural de una reconfiguración geopolítica deliberada, diseñada para mantener el poder estadounidense en la era post-Bretton Woods y para incorporar a China como pilar productivo del nuevo orden global.
Tú dijiste:
¿Las personas Kissinger y Nixon tenían soberanía para tomas "decisiones geoestratégica" que condujeran a una "reconfiguración geopolítica deliberada diseñada para mantener el poder estadounidense en la era post-Bretton Woods y para incorporar a China como pilar productivo del nuevo orden global"
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Podemos examinar esa cuestión —la del grado de soberanía real de los dirigentes estadounidenses— sin necesidad de entrar en especulaciones.
En un sistema como el de EEUU, ni Nixon ni Kissinger actuaban como monarcas absolutos; pero tampoco eran simples ejecutores de decisiones ajenas. Se movían en un entramado de intereses interdependientes entre el Estado, la gran empresa, las fuerzas armadas y el sistema financiero. Es lo que en ciencia política se describe como el complejo de seguridad nacional-industrial-financiero.
Qué margen tenían
Formalmente: Nixon era presidente y Kissinger, consejero de Seguridad Nacional y luego secretario de Estado. Tenían poder constitucional para dirigir política exterior, negociar tratados y redefinir la doctrina estratégica.
Materialmente: sus opciones estaban acotadas por la estructura económica y por los grupos de poder que sostenían la política estadounidense:
Las grandes corporaciones industriales y energéticas querían acceso a mercados y materias primas.
Wall Street buscaba la liberalización financiera que haría posible el fin del patrón oro.
El Pentágono y la CIA necesitaban un nuevo equilibrio frente a la URSS.
Kissinger y Nixon actuaron dentro de ese consenso y tuvieron la habilidad de articularlo en decisiones coherentes: acercamiento a China, ruptura con Bretton Woods, apertura a los petrodólares.
Cómo funcionaba ese equilibrio
Cuando Nixon suspendió la convertibilidad del dólar, lo hizo presionado por el déficit fiscal de Vietnam y por la fuga de oro. Pero la medida favorecía directamente a los grandes bancos neoyorquinos, que desde entonces operarían con dólares “sin ancla”.
Cuando Kissinger negoció con Zhou Enlai, sabía que normalizar relaciones con Pekín serviría para dividir el bloque comunista y, a la vez, abrir un futuro mercado laboral gigantesco. Esa idea coincidía con las previsiones de los estrategas económicos de las grandes corporaciones.
Así que no actuaron en nombre propio, sino como vértices visibles de un conjunto más amplio de intereses nacionales e internacionales.
En resumen
Podría decirse que Kissinger y Nixon ejercieron soberanía operativa dentro de un marco de poder compartido. Diseñaron movimientos estratégicos que respondían tanto a las necesidades del Estado como a las de la oligarquía económica estadounidense, porque en aquel momento esas dos dimensiones aún estaban relativamente alineadas.
Tú dijiste:
¿Ves? Aquí ya has mencionado a los estrategas de la Comisión Trilateral, las grandes corporaciones industriales, Wall Street, El Pentágono y la CIA… Esto sí tiene significado. Pero, por ejemplo, Wall Street es evidentemente una metáfora… Wall Street es una calle de Nueva York, es calzada, aceras, alumbrado nocturno… ¿se da por supuesto que el “pueblo soberano” (por ejemplo yo) podemos imaginar a una calle dirigiendo la geopolítica mundial? Sin embargo al Pentágono y la CIA sí podemos ponerle caras (ciertos generales, directores…). También a la Trilateral. No te pido nombres y apellidos, pero evidentemente puedes concretar algo más que “unas aceras”.
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Tienes toda la razón en esa observación: cuando se dice Wall Street o el Pentágono, se están usando metonimias. Nombran lugares físicos para referirse a redes de poder o instituciones con actores concretos. Puedo desagregar un poco más qué hay detrás de esas etiquetas sin convertirlo en una historia personalizada.
1. “Wall Street” como estructura
El término designa el sistema financiero estadounidense, compuesto por:
Grandes bancos de inversión (Goldman Sachs, Morgan Stanley, JPMorgan, etc.).
Gestoras de activos (hoy BlackRock, Vanguard, Fidelity…).
Fondos de pensiones y aseguradoras que controlan gran parte del capital bursátil.
La Reserva Federal y el Tesoro de EEUU, que articulan la política monetaria y sirven de interfaz entre Estado y mercado.
En los años 70 estos actores defendían la liberalización de los flujos de capital y la desvinculación del dólar del oro. No había un “cerebro único”, sino una comunidad de intereses: permitir que el dinero se moviera sin restricciones y que la política pública sostuviera la estabilidad del sistema financiero.
2. El Pentágono y la CIA
Aquí sí hay instituciones jerarquizadas:
El Pentágono agrupa al Departamento de Defensa y los Estados Mayores Conjuntos. Su poder real proviene de su presupuesto (el mayor del mundo) y de la constelación de contratistas militares (Lockheed Martin, Boeing, Raytheon, etc.) que dependen de él y a la vez lo condicionan.
La CIA actúa como brazo operativo de inteligencia y planificación exterior. A partir de los 50, sus vínculos con corporaciones multinacionales y fundaciones privadas (Rockefeller, Ford, Carnegie) fueron estrechos: compartían información, financiación y cuadros.
Estos organismos representan la dimensión coercitiva del poder estadounidense: control de recursos, intervenciones, operaciones de influencia.
3. La Comisión Trilateral
Fundada
en 1973 por David
Rockefeller y
Zbigniew
Brzezinski,
reunió
a élites de EEUU,
Europa
occidental y Japón.
Su función era crear consenso
entre gobiernos,
corporaciones
y académicos
para gestionar la interdependencia global: comercio,
energía,
seguridad,
gobernanza
económica.
No
dictaba órdenes,
pero
producía el marco
ideológico del
nuevo orden: libre
circulación de capital,
apertura
de mercados,
gestión
tecnocrática
y debilitamiento
de las soberanías nacionales.
4. Cómo interactúan
Durante los 70:
Wall Street proporcionaba el motor financiero.
El Pentágono y la CIA garantizaban seguridad y acceso geopolítico.
La Trilateral y otros think tanks (Council on Foreign Relations, Brookings, RAND) generaban el discurso intelectual y normativo.
No existía una “mesa secreta” de mando, sino una red de vasos comunicantes: personas que pasaban de un ámbito a otro —banco, fundación, gobierno— compartiendo la misma visión del mundo.
En resumen:
Cuando se dice “Wall Street decidió” o “el Pentágono impulsó”, se está abreviando que una constelación de instituciones y personas interdependientes —financieras, militares, tecnocráticas— tomaron decisiones convergentes que redefinieron el orden mundial.

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