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miércoles, 20 de marzo de 2024

Club de Roma. Maltusianismo. Misantropía.

 


Luis I. Gómez Fernández (19 junio, 2019) ¿Por qué digo que no soy ecologista? (https://disidentia.com/por-que-digo-que-no-soy-ecologista/ )

Las masas no han sentido nunca sed por la verdad. Se apartan de los hechos que nos les gustan y adoran los errores que las conquistan. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctimaGustave Le Bon, 1895



El movimiento ecologista puede presumir de ser protagonista de la historia de éxito más espectacular jamás escrita. Absolutamente inexistente hace 50 años, su ideología domina hoy la vida política y cultural, cuenta con innumerables organizaciones de apoyo y apostolado, determina contenidos y normas en escuelas y forma parte intrínseca de las nuevas leyes. ¿Cómo ha sido posible llegar hasta aquí?



Demos un breve repaso al contexto político-ideológico en el que nace el movimiento „verde “. Para los estrategas de la política se daban entonces tres circunstancias claves:



El comunismo ya se adivinaba como el perdedor en la batalla económica. Además, la construcción del muro de Berlín, en un intento por evitar la sangría de descontentos, no fue otra cosa que el reconocimiento tácito de la derrota a nivel ideológico. Su caída era previsible e inevitable.

Las religiones en general, pero las cristianes en particular, vieron acelerado el proceso de pérdida de influencia en la vida social. Su papel como fuente de orientación moral y ética pasaba a segundo plano.

Tras la segunda guerra mundial, comenzó un proceso de recuperación económica que llevó a la mayoría de los habitantes de los países industrializados a disfrutar de un alto grado de bienestar. Los políticos empezaron a constatar que los ciudadanos, cuanto más ricos, más reacios eran a dejarse conducir por consignas meramente políticas. Con la cuasi-desaparición de la clase proletaria los llamamientos a la envidia social cayeron en el vacío. Con la movilidad y la riqueza también comenzaron a difuminarse los sentimientos nacionalistas.

Nacía una especie de vacío ideológico que era observado por buena parte del establishment como una amenaza para sus privilegios. A ellos se unirían los burócratas estatales, siempre ávidos de aumentar sus cuotas de poder. Era necesaria una nueva ideología: nace el ecologismo.



Ustedes pueden llamarme conspiracionista si lo desean. Yo solo les traigo un breve retrato de lo que está ocurriendo hoy. Se preguntarán cómo es posible que una ideología como la descrita haya alcanzado las cuotas de aceptación que hoy disfruta.



El Club de Roma fue fundado en 1968 por David Rockefeller, quien en sus memorias escribía: “Algunos incluso creen que nosotros [la familia Rockefeller] formamos parte de una cábala secreta que trabaja en contra de los intereses de Estados Unidos, caracterizándonos a mi familia y a mí de "internacionalistas" y de conspirar con otros en todo el mundo para construir una estructura política y económica global más integrada (un solo mundo, si se quiere). Si esa es la acusación, me declaro culpable y estoy orgulloso de ello.”



El Club de Roma pronto se caracterizó por sus ideas innovadoras y sus propuestas sobre cómo ocupar el vacío ideológico existente. En el estudio del Club The First Global Revolution. A Report by the Council of the Club of Rome (La primera revolución global: informe del Consejo al Club de Roma, 1991) queda claro que para alcanzar un nivel óptimo de integración política internacional es necesario un enemigo común: “Necesitamos identificar nuevos enemigos” […] “ya sean reales o inventados, para lograr los objetivos” (página 70). Y es aquí donde se introduce la nueva idea: “Al buscar un nuevo enemigo que nos uniera, se nos ocurrió que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, la hambruna y otros peligros similares encajarían en el perfil... Todos estos peligros están causados por la intervención humana y sólo pueden superarse mediante un cambio de actitudes y comportamientos. Así pues, el verdadero enemigo es la propia humanidad.” (Página 115).



En Mankind at the Turning Point (La humanidad en la encrucijada. Segundo Informe al Club de Roma, 1973), el segundo informe solicitado por el Club de Roma, leemos lo siguiente: “Ha llegado el momento de elaborar un plan maestro de crecimiento sostenible y desarrollo mundial basado en la asignación global de todos los recursos y en un nuevo sistema económico mundial.”



Es la recomendación, por escrito, para crear un gobierno ecototalitario mundial que dicte y dirija el reparto de todos los recursos. El sistema económico mundial resultante de tal mandato no tiene espacio para la libertad individual. De hecho los creadores del Club de Roma no están dispuestos a consentir que la voluntad democrática de los individuos (ignorantes la mayoría) se interponga en su camino. Tampoco la de sus representantes democráticamente elegidos. En The First Global Revolution (1991) leemos: “Aunque suene sacrílego, la democracia ya no está bien preparada para las tareas que tenemos por delante. La complejidad y el carácter técnico de muchos de los problemas actuales no siempre permiten a los representantes elegidos tomar decisiones competentes en el momento oportuno...



No les basta con reducir los ámbitos de decisión a unos pocos “sabios” nombrados a dedo, las masas son apenas eso: números. La misantropía no es una condición de la que avergonzarse: “La tierra tiene un cáncer y el cáncer es el Hombre” (Mankind at the Turning Point, 1973). Por lo que, en última instancia lo lógico es: “La población sostenible ideal resultante es, por tanto, superior a 500 millones pero inferior a 1.000 millones”(Goals for Mankind. A report by the Club of Rome on the new horizons of global community, Objetivos para la Humanidad. Informe al Club de Roma, Nuevos Horizontes de la Comunidad Global, 1976). En otras palabras, cinco de cada seis humanos DEBEN ser eliminados del planeta.



Para los miembros del Club de Roma está claro que estos objetivos sólo son alcanzables si sus correligionarios están dotados de una fe inquebrantable: “La mayor esperanza para la Tierra reside en que los religiosos y los científicos se unan para despertar al mundo de su situación casi fatal y, a continuación, guiar a la humanidad fuera del desconcertante laberinto de las crisis internacionales hacia la futura utopía de la esperanza humanista…” (Goals for Mankind, 1976).



Como todo movimiento totalitario, en el ecologismo se trata también de crear un “hombre Nuevo”. Uno de los capítulos de Mankind at the Turning Point lleva el título “The Transition - A New Mankind”. En él podemos leer:



“…son necesarios cambios drásticos en el estrato normativo, es decir, en el sistema de valores y los objetivos del hombre…” (página 54)

Los cambios en las actitudes sociales e individuales que recomendamos requieren un nuevo tipo de educación…”(página 148)

Desarrollo de un marco internacional práctico en el que la cooperación esencial para el surgimiento de una nueva humanidad, en una senda de crecimiento orgánico, se convierta en una cuestión de necesidad en lugar de dejarse en manos de la buena voluntad y la preferencia…” (página 145).



Esto es sólo un breve retrato de lo que está ocurriendo hoy. Se preguntarán cómo es posible que una ideología como la descrita haya alcanzado las cuotas de aceptación que hoy disfruta. Y si escarban un poco más se preguntarán a qué se debe que los medios de comunicación se hayan abandonado TODOS al papel de evangelistas, sin ningún tipo de escrúpulos.



Mis tres metas fundamentales serían reducir la población mundial a unos 100 millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobre en todo el mundo”.

Dave Foreman, cofundador de Earth First!



No importa lo que es verdad. Sólo cuenta lo que la gente cree que es la verdad”.

Paul Watson, cofundador de Greenpeace



Algunas citas célebres que resumen el ecofascismo:



"Cualquier tipo de tecnología compleja es un atentado contra la dignidad humana. Sería una catástrofe para nosotros si se descubriese una fuente de energía rica, limpia y barata si pensamos en lo que el hombre haría con ella: quitar el hambre, eliminar las guerras, calor en donde hace frio y frio donde hace calor..."

Amory Lovins.



"La perspectiva de poder contar con energía barata a partir de reactores de fusión es lo peor que le podría ocurrir al planeta, porque se haría lo que tú dices, Amory".

Jeremy Rifkin.



"Poner en manos de la sociedad energía barata y en gran cantidad sería como darle a un niño idiota una ametralladora. Yo seguro que lo haría mucho mejor".

Paul Ehrlich.



"La extinción de la especie humana no sólo es inevitable, es una buena cosa".

Christopher Manes



"Necesitamos un amplio apoyo. Para estimular la fantasía del público... debemos ofrecer escenarios terroríficos, realizar declaraciones dramáticas y simples y no permitir demasiadas dudas... Cada uno de nosotros debe decidir dónde está el balance entre efectividad y honestidad".

Stephen Schneider.



"Estamos al principio de una transformación global. Lo único que necesitamos es una gran crisis".

David Rockefeller.

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