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lunes, 23 de enero de 2023

(II) Pat Walsh: Cómo planificó el establishment británico la Primera Guerra Mundial (23 de enero de 2015)

 


El almirante Fisher y Hankey

En el invierno de 1906-1907, el almirante Fisher nombró a Maurice Hankey secretario de un comité que había creado para elaborar una estrategia naval de guerra contra Alemania. En general a Fisher no le gustaba la idea de poner los planes por escrito. Prefería tenerlos en la cabeza, lo que le hacía indispensable para el Estado. Pero ahora confiaba en Hankey para que hiciera lo que siempre le había parecido mejor en el pasado.

Hankey tenía una buena relación con Fisher. Había ganado el concurso de planes del almirante Fisher sobre la mejora naval y fue esto lo que le aseguró una plaza en el Departamento de Inteligencia Naval, que le llevó a ser nombrado miembro del personal del Comité de Defensa Imperial. Inicialmente sirvió a las órdenes del Príncipe Luis de Battenberg, un austriaco emparentado con la Familia Real, que más tarde se convirtió en Primer Lord del Mar y cambió su nombre por el de Mountbatten durante la Gran Guerra, debido a la fiebre antialemana que se había provocado entre las masas para justificar la guerra en la era democrática.

El propio Hankey atribuye al almirante Fisher el mérito de haberse adelantado a sus contemporáneos en la planificación de una guerra con Alemania.

La clase gobernante de Inglaterra, saturada de Mundo Clásico como resultado del carácter de la educación impartida por sus Public Schools, comenzó a concebirse a sí misma en el siglo XIX como la nueva Roma. Pero Roma había caído al fin y quizá Gran Bretaña se enfrentaba al mismo destino. Así que se planteó el problema de cómo evitarlo mediante la acción preventiva. Este proceso queda patente en el ingente volumen de escritos que se suceden en las publicaciones imperiales aproximadamente desde 1871 hasta 1914. 1871 es un año significativo porque marca el surgimiento de Alemania como Estado.

Alemania comenzó a ser señalada como la Cartago de la Roma británica, en gran medida por razones de rivalidad comercial. Los productos alemanes superaban en ventas a los británicos en los mercados mundiales y cada vez acaparaban una mayor cuota del comercio mundial. Sus productos tenían una ventaja competitiva sobre los británicos tanto en precio como en calidad y se consideraba que Gran Bretaña, en última instancia, no podía competir con los alemanes en su propio libre mercado. En algunas publicaciones se decía que los alemanes eran unos advenedizos desagradecidos, que debían conocer su lugar en lo que Inglaterra había creado para beneficio de todos. Pero siendo germanos y por tanto iguales a Inglaterra en carácter, segura e inevitablemente no podrían “conocer su lugar”. Aspirarían a ser los mandamases y eso no estaba bien.

La Royal Navy era la creadora del mercado mundial y su árbitro, en el sentido de que, al dominar los mares, tenía la última palabra por lo que se refiere al mercado que controlaba. Hankey comprendió desde el principio que cualquier guerra con Alemania se construiría "en torno a nuestro poder marítimo… sólo varían los instrumentos de ese poder" (The Supreme Command, pp. 9-10).

Hankey deja claro que los preparativos para la guerra comenzaron incluso antes de la creación del Comité de Defensa Imperial, con el almirante Fisher y la Armada y su "gran reorganización, equivalente a un renacimiento de la flota…" (p. 11).

Fisher decidió, cuando era Segundo Lord del Mar, en 1903, que dada su comprensión del camino que estaba tomando Alemania y la naturaleza e historia del Estado británico, habría una guerra. A partir del año siguiente instituyó su política de preparar a la Royal Navy para esa guerra, cuando fue nombrado Comandante Naval en Jefe en Portsmouth y luego Primer Lord del Mar (en octubre de 1904).

Hankey dice lo siguiente sobre Fisher en The Supreme Command:

"Fisher, ese administrador previsor, reorganizó la flota y toda la cadena de bases navales y estaciones carboneras, de las que dependen la Armada y la Marina Mercante, para su movilidad en tiempo de guerra. Esta reorganización, amargamente criticada en su momento, fue necesaria por la reorientación de nuestra política exterior resultante de la Entente con Francia y Rusia y el surgimiento de la amenaza alemana, cuyo pleno significado Fisher fue uno de los primeros en discernir" (p. 21).

Fisher fue un hombre hecho a sí mismo. Hizo sombra por completo, gracias a su gran carisma, a los ministros que en teoría eran sus superiores. Ningún almirante se acercó a su poder e influencia después de él. Más tarde abandonó su puesto, pero fue nombrado de nuevo Almirante cuando llegó la guerra.

Fisher quería destruir la flota alemana si esa era la amenaza para la paz británica y, si eso era inaceptable, quería que se enviaran señales inequívocas a Alemania para evitar la guerra.

De 1904 a 1907 se produjo una revolución en la política exterior británica, en la que Inglaterra hizo un reajuste estratégico para redirigir su estrategia de Equilibrio de Poder desde sus antiguos enemigos, Francia y Rusia, hacia un nuevo enemigo, Alemania.

Fisher comenzó su reorientación naval contra Alemania en la época de la Entente Cordiale, en 1904, pero habría sido consciente de que la siguiente etapa de la revolución en la política exterior británica implicaba un acuerdo con Rusia. Esto y muchos de los detalles habían sido señalados en la National Review, de Leopold Maxse, en una serie de artículos de 1901-1902, supervisados por Edward Grey y su futuro personal del Foreign Office.

En respuesta al incremento de su comercio y a su incorporación al mercado mundial, como consecuencia de lo cual se hizo necesario importar alimentos para abastecer a su mano de obra industrial, Alemania comenzó a construir una armada. Era una armada mucho más pequeña que la británica, pero Inglaterra vio en ello una amenaza potencial a largo plazo para su dominio de los mares.

Hoy en día parece aceptarse en Irlanda que Alemania se equivocó al construir una armada para proteger su comercio marítimo y su suministro de alimentos y esta creencia la sostienen las mismas personas que consideran que era bastante natural que Britannia hubiera hecho lo mismo y alcanzado el dominio de las olas. Ese tipo de presunción sólo puede ser el resultado de un colapso moral de Gran Bretaña: lo que Inglaterra hace en el mundo se considera natural e incuestionable y lo que hace el extranjero es siempre malévolo.

El almirante Fisher no lo vio así. Vio que era natural e inevitable que Alemania construyera una flota para proteger su suministro de alimentos y su comercio y que era natural e inevitable que Inglaterra la destruyera antes de que pudiera hacerlo.

En respuesta a la construcción de una armada alemana, el almirante Fisher amenazó con un "Copenhagen" (https://es.wikipedia.org/wiki/Primera_batalla_de_Copenhague ) el desarrollo naval alemán, es decir, destruirlo en el puerto antes de que se hiciera una declaración formal de guerra (como el almirante Nelson hizo con la flota danesa un siglo antes). Comunicó esta idea al Rey y se divulgó ampliamente por toda Europa. A Fisher no le importó una higa, creyendo que hablaba en el espíritu de Nelson y firmemente en la tradición de la Royal Navy.

Pero Fisher también creía que era bueno advertir a los alemanes de su insensatez, para que desistieran o, al menos, hacerles saber que si persistían ya estaban advertidos de las reglas del juego y de lo que les esperaba si las rompían. No veía ninguna razón para informarlos de otra manera.

Durante la década anterior a 1905, cuando Fisher asumió el cargo de Primer Lord del Mar, Gran Bretaña había duplicado su gasto en construcción naval hasta alcanzar la cuarta parte de todo el gasto estatal y representar el triple de lo que gastaba Alemania.

Fisher pudo llevar a cabo su reorganización porque gracias a ella ahorró dinero al Gobierno. La reorientación de tratar a Francia como el enemigo en el Equilibrio de Poder, a tratar a Alemania como ese enemigo, ahorró dinero al Almirantazgo porque, a pesar de lo que decían los políticos y la prensa en Inglaterra, Alemania era una amenaza menor para el dominio de los mares por la Royal Navy que Francia, el foco tradicional de su animadversión. Como explica Hankey:

"Francia tenía puertos en el Atlántico, que no podían ser continuamente bloqueados por nuestras flotas, así como bases navales en todo el mundo. No era el caso de Alemania. En tiempo de guerra las costas alemanas quedarían cerradas por Gran Bretaña, que se extendería como un rompeolas gigante a través del Mar del Norte, con una flota suficientemente poderosa para vigilar sus dos salidas al mar. Con pocas buenas bases navales en el extranjero, Alemania era mucho menos formidable en los mares exteriores de lo que había sido Francia con su larga costa y numerosos puertos en el Atlántico y el Mediterráneo y su extenso imperio colonial, con un sistema de bases y estaciones de aprovisionamiento sólo inferior al nuestro. Además, probablemente contaríamos con la ayuda de la flota francesa y sus estaciones de aprovisionamiento si alguna vez entrábamos en guerra con Alemania. Todo esto… facilitaba el ahorro de personal" (p. 35).

Esta estimación de la debilidad de Alemania se confirma en relación con la Conferencia de La Haya. La Conferencia de La Haya de 1907 estaba facultada para modificar y ampliar el Derecho de gentes y la más importante de las posibles modificaciones del Derecho era la propuesta de que toda propiedad privada fuera inmune a la captura marítima.

Antes de la segunda Conferencia de La Haya el Almirantazgo británico aseguró al Gobierno que el comercio alemán podría ser expulsado del mar y que la flota alemana no interrumpiría seriamente el movimiento de los cargamentos comerciales británicos:

"En una guerra con Gran Bretaña, la inferioridad numérica de Alemania en el mar y su desventajosa posición geográfica hacen extremadamente improbable que pueda librar una guerra efectiva contra el comercio británico. Las islas británicas son como un rompeolas de 600 millas de largo frente a la corriente comercial alemana y nada debería eludir nuestra vigilancia cuando se establezca la guerra contra el comercio alemán" (A. C. Bell, A History of the Blockade on Germany, p. 10).

Fisher reveló después de la Guerra a un periódico cómo había empezado a organizar la Armada para la guerra sin referencia a la democracia británica, en la que, según él, no se podía confiar para hacer tal cosa:

"El almirante Mahan (…) descubrió de repente que el 88% de los cañones de la armada británica estaban apuntando a Alemania. ¿Alguien en su sano juicio cree que los pusilánimes y los oportunistas que, por regla general, han gobernado la nación británica, sin el valor de un piojo o la espina dorsal de una babosa, habrían permitido la ejecución del plan de haberlo conocido? ¿Disponer el 88% de los cañones de la Royal Navy contra Alemania y convertir el Mar del Norte en su campo de maniobras habitual? ʹTu campo de batalla debe ser tu campo de entrenamientoʹ, dijo Nelson" (Lord Fisher, Northern Advocate, 27-11-1919).

Fisher llamó a filas a las partes periféricas de su Armada, concentró el grueso de los recursos de la Royal Navy frente a Alemania e hizo del Mar del Norte su principal campo de maniobras en preparación para la guerra. Hankey comenta:

"Esta concentración no se llevó a cabo en un día y la flota pasó por muchos cambios de nombre y forma, antes de emerger como la Gran Flota que luchó en la guerra de 1914. Pero fue en 1904 cuando realmente nació este gran plan" (The Supreme Command, p. 27).

La reorganización de la Armada llevada a cabo por Fisher estaba madurando a finales de 1906. Las escuadras navales periféricas habían sido retiradas de otras partes del Imperio y la flota se concentraba por entonces en las posiciones apropiadas para hacer la guerra a Alemania. Las bases navales habían sido rearmadas y revisadas; se habían puesto en servicio los acorazados monocalibre; se había mejorado la artillería y se había instituido un nuevo entrenamiento; se habían puesto en servicio nuevos cruceros de batalla; se dispuso la fabricación de minas marinas; se había establecido una Escuela Superior de Guerra en Portsmouth y el Almirantazgo había comenzado a elaborar planes detallados para la guerra contra Alemania.

Desarrollo de la estrategia

Desde 1901, durante la Guerra de los Boers, se había creado una División de Comercio del Departamento de Inteligencia Naval para recopilar datos sobre el transporte marítimo y los cargamentos británicos, con el fin de planificar su defensa en tiempo de guerra. Pero a partir de agosto de 1906, cuando la División de Comercio pasó a manos del capitán Henry Campbell, comenzó a recopilar minuciosamente estadísticas y a elaborar gráficos sobre la creciente penetración alemana en los mercados.

El capitán Campbell decidió que la expansión comercial alemana, si bien era motivo de preocupación, también significaba que Alemania se presentaba como un objetivo mayor para el poder marítimo británico. Campbell elaboró diagramas sobre la dependencia alemana de las importaciones de materias primas y alimentos durante un periodo de dos años, para calcular su vulnerabilidad al bloqueo.

La creciente clase obrera alemana era un objetivo específico de los cálculos realizados. Los británicos se dieron cuenta de que el malestar de su propia clase obrera podía hacer vulnerable a la propia Inglaterra con el suministro de alimentos. De 1906 a 1908 el capitán Campbell trabajó con esta idea. En julio de 1908 Campbell presentó un informe que sugería que un bloqueo británico...

"reduciría al trabajador alemán a un estado que consideraría intolerable. La falta de empleo y el alto coste de la vida son los primeros pasos hacia el desorden financiero. Una vez alcanzado este último se piensa que ninguna nación puede seguir luchando mucho más tiempo". (ADM 137/2872)

El predecesor de Hankey como Secretario del Comité de Defensa Imperial fue el Contralmirante Sir Charles Otley. Había sustituido a Sir George Clarke (Lord Sydenham) en 1907 y ocupó el cargo hasta 1912, cuando cedió el puesto a Hankey. Escribiendo al Primer Lord del Almirantazgo, Reginald McKenna, en diciembre de 1908, Sir Charles Otley le aseguró que la política de bloqueo de Alemania había estado…

"constantemente bajo investigación durante los tres años que fui D.N.I. [Director de Inteligencia Naval] y el almirante Slade me dice que le ha prestado especial atención desde que me sucedió. Durante todo el período en que fui D.N.I. el Almirantazgo afirmó que la posición geográfica de este país y su preponderante poder marítimo se combinan para darnos un medio seguro y sencillo de estrangular a Alemania en el mar. Sostenían que, en una guerra prolongada, la fuerza de nuestro poder marítimo trituraría a la población industrial alemana, quizás lentamente… la trituraría hasta convertirla en polvo. Las calles de Hamburgo se convertirían tarde o temprano en herbazales y se lograrían una muerte y ruina generalizadas" (A.J. Marder, From the Dreadnought to Scapa Flow, p. 379).

Tras la Gran Guerra de 1815, el Parlamento británico había aprobado las Leyes de Cereales como barrera a las importaciones de grano del extranjero. En tiempos de guerra había que alimentar a las masas con el suministro nacional y muchos de los aristócratas del Parlamento eran grandes terratenientes. Sin embargo el dominio de los mares por la Royal Navy significaba ahora que el gran comercio dominado por ella podía ser defendido por la Armada de forma muy barata y se podía conseguir grano barato del extranjero para alimentar a los trabajadores proletarizados de Inglaterra. La Reforma de 1832 llevó al poder y la influencia a la nueva burguesía industrial y se derogaron las Leyes de Cereales.

Tras la derogación de las Leyes de Cereales en la década de 1840, Gran Bretaña comenzó a establecer un sistema global de libre comercio para abastecer de alimentos baratos a las masas industriales del capitalismo británico. Esto hizo que el país dependiera de los alimentos extranjeros para abastecer a esas masas y, por tanto, del mantenimiento del suministro de alimentos y, consecuentemente, de la Royal Navy. Y así, con el tiempo, obligó a las demás potencias que se industrializaban a seguir el ejemplo británico.

Hacia 1900 el mayor Stewart Murray había suscitado agitación en torno a la vulnerabilidad del abastecimiento alimentario británico en una serie de panfletos. Esto culminó en una gran campaña en 1903, en la que participaron parlamentarios, lores, almirantes y altos oficiales del ejército y que llevó a Balfour a crear una Comisión Real sobre el tema.

El comandante Murray era un social-imperialista que creía que la clase obrera sólo podía mantenerse contenta mediante una reforma social propiciada por la expansión imperial y el colonialismo. Murray se propuso convencer a la Comisión Real sobre el Suministro de Alimentos de las consecuencias sociales de la escasez de alimentos para las masas. Sin embargo la Comisión llegó a la conclusión de que no había de qué preocuparse. La Marina Real era más que capaz de proteger el suministro de alimentos contra todo tipo de enemigos.

Sin embargo la otra pregunta que surgió fue: ¿podrían las armadas de los competidores de Inglaterra hacer lo mismo cuando sus clases trabajadoras crecieran a través de un proceso de industrialización semejante? De esta manera se descubrió que la clase obrera podía ser el eslabón débil de Alemania.

Lo que se necesitaba era un plan estratégico global para explotar esta debilidad percibida del competidor comercial. El almirante Fisher formó otro comité para elaborarlo. El comité se puso a trabajar bajo la dirección de Hankey y bajo la inspección de Fisher, en la nueva Escuela de Guerra Naval, en diciembre de 1906. Entre los participantes se encontraban el capitán G. A. Ballard y el capitán Slade. Hankey reavivó sus conocimientos de alemán para leer fuentes originales sobre el país y comprender lo que motivó a los alemanes y cómo se podría detenerlos.

Se elaboró un plan de 60 páginas en 5 ó 6 meses de intenso esfuerzo. Hankey recuerda:

"Como resultado de nuestros estudios, quedamos muy impresionados por la importancia de la preocupación alemana ante una posible presión económica, aunque no podíamos juzgar si sería posible someterla o cuánto tiempo llevaría, sobre todo teniendo en cuenta la ayuda que podía obtener de sus vecinos continentales… La estrategia que recomendamos… para adoptarla al estallar la guerra se parecía mucho al plan adoptado efectivamente por el Almirantazgo en 1914… Para mí fue una experiencia inestimable. Apenas hubo un problema que surgiera en relación con el aspecto naval de la guerra… que no hubiéramos previsto y estudiado en el Comité" (The Supreme Command, p. 40).

Cabe señalar que se trataba de una cambio deliberado de la política naval británica. En el pasado, los grandes rivales de Gran Bretaña habían sido potencias continentales, que no habrían podido medirse con la Royal Navy en el mar, a menos que sus flotas se combinaran. La preocupación de la Royal Navy era por tanto, en términos generales, impedir la unión de las flotas de Francia y España o romper cualquier combinación que pudiera considerarse peligrosa para el dominio del mar por parte de Inglaterra. En esta ocasión la Armada británica se orientó a destruir a un único enemigo y arrebatarle su comercio y sus mercados.

El Informe contenía un ensayo histórico deninado 'Algunos principios de la guerra naval', escrito por Julian Corbett, el redactor de informes sobre asuntos navales. Luego hay un ensayo llamado 'Planes de Guerra y Observaciones Generales sobre la Guerra con Alemania. Un Preámbulo para la Reflexión y la Crítica' que era una versión revisada del ensayo, escrito por el Capitán Slade en 1906, titulado 'Guerra contra Alemania'. Este ensayo estaba redactado en términos social-darwinistas y consideraba que la expansión comercial de Alemania había "seguido una ley natural" que "era inevitable" y no podía detenerse aunque se deseara. El capitán Slade sugirió que la expansión de Alemania… "debe continuar hasta que se encuentre con una fuerza más fuerte que ella o hasta que la política que dirige el Estado deje de ser de naturaleza lo suficientemente viril como para estimular el crecimiento y fomentar la prosperidad" (Peter Kemp, The Fisher Papers, Vol. 2).

Una tercera parte del Informe contenía planes para un estrecho bloqueo naval de los puertos alemanes del Mar del Norte y del Báltico y un resumen de algunos juegos de guerra llevados a cabo por la Marina.

En las "Notas sobre los planes de guerra adjuntos", de Hankey, al final del Informe se subraya la opinión de Slade de que "el continuo desarrollo del poder y los recursos del imperio alemán harán inevitable una mayor expansión, que posteriormente romperá el equilibrio de poder y Alemania se convertirá en predominante en el Continente, a menos que estemos preparados para frenar su progreso."

Una lectura del Informe revela que lo que preocupaba a Hankey era el "problema maestro" de si Alemania podría resistir un estrecho bloqueo naval británico, que finalmente obligaría a los británicos a entrar en el Báltico para atacar a Alemania. Si Alemania pudiera resistir el bloqueo, se necesitarían además grandes ejércitos terrestres para destruir el avance comercial alemán.
Hankey descubrió que la pregunta planteada era difícil de responder a través del análisis histórico, porque no había precedentes de un Bloqueo que se montara a la "situación industrial moderna" que presentaba Alemania. Entonces Hankey aconsejó que esta cuestión requería una investigación exhaustiva, no solo por parte de los oficiales navales habituales y la División de Comercio de Inteligencia Naval, sino también por parte de "los más altos expertos financieros y comerciales" presentes en Inglaterra y que debería celebrarse "en completo secreto" ('Notas', ADM 116/1043D).
El archivo Admiralty War Plans de 1907 contiene otro artículo de Hankey que describe la lógica del bloqueo británico de Alemania en 7 puntos concisos:
1. El comercio alemán está creciendo rápidamente.
“2. El consumo de trigo per cápita está aumentando
“3. Alemania se está volviendo cada vez más dependiente del transporte exterior de alimentos y materias primas.
“4. No hay suficientes barcos neutrales para reemplazar los barcos británicos y alemanes (que comercian con Alemania) abandonados por una guerra.
“5. Los puertos comerciales alemanes están ubicados geográficamente de manera que un enemigo fuerte en el mar los
cerrará fácilmente.
“6. Una gran parte del dinero perdido por Alemania
con la interrupción del comercio, necesariamente llegaría a Inglaterra...
“7. Incluso suponiendo que Alemania obtuviera trigo, etc. por tierra, los precios serían muy altos”
.
En vista de lo anterior y postulando, como debemos, una superioridad combativa muy grande para la flota británica… es difícil evitar la conclusión de que, en tal guerra, la estrangulación de su comercio será un golpe mortal para ella” ( ADM 11611043B). La lógica es que, aunque Gran Bretaña depende del mar para sus suministros, de la misma manera que Alemania, el Estado insular tiene la ventaja de su posición geográfica y una marina muy superior. Se señala que 
Alemania sufriría muchas más pérdidas que las necesarias en caso de guerra".

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