Vistas de página en el último mes

jueves, 13 de octubre de 2016

Marc Angenot “El siglo de las religiones seculares: esbozo de historia conceptual” II


http://marcangenot.com/.../Le_siecle_des_religions_politiques.pdf

La edad de las ideologías

¿Qué convicciones están en las fuentes del horror del siglo XX y qué nombre utilizar para designarlas? Hay un viejo neologismo, tomado por Karl Marx de Destutt de Tracy y de los “ideólogos” de los tiempos del Imperio, que podría servir para ponerle un nombre a la cosa. “Siglo de las ideologías” escriben tanto el francés Jean-Pierre Faye como el alemán Karl D. Bracher.11 El siglo XX fue, para desgracia de los hombres, la “Edad de las ideologías”. Incluso es el axioma de Solzhenitsyn al principio de “El archipiélago Gulag”: “fue la ideología la que produjo en el siglo XX una maldad a escala millonaria”. 12 Lenin y el bolchevismo están involucrados, pero la acusación de Solzhenitsyn abarca más; Solzhenitsyn razona a partir de un contraste: los criminales de Shakespeare quedan satisfechos con una docena de cadáveres; para acumular millones hace falta otra forma de crueldad e inhumanidad inspiradas y es esta cosa moderna, desconocida por el dramaturgo inglés e impensable en su siglo, lo que el escritor ruso designa con el nombre de “ideología”. La cuestión planteada es un cambio de escala en la perversidad del siglo XX, cambio que nace del encuentro entre medios técnicos y delirios escatológicos. Todas las ideologías totales del siglo pasado, de izquierda y de derecha, han llegado a crear “vidas inútiles”, han legitimado el asesinato de desgraciados por millares, han concebido y justificado el terror de masas, han practicado con convicción la aniquilación de poblaciones enteras. En tales contextos, “ideología” toma el sentido de sistema total, de sistema de ideas que se supone viene a explicar por completo la condición y la historia humanas, de Weltanschauung como decían los nazis; tales sistemas son los que ocupan efectivamente en la modernidad secular el espacio de las religiones reveladas. Desde los tiempos románticos el “Sistema” ha sido la manifestación suprema de la ideología. Hemos olvidado a muchos de los inventores de sistemas totales, como Hyacinthe Azaïs que sintetiza en 1844, en “Le Precurseur Philosophique de L'Explication Universelle”, su doctrina definitiva.13 Esta primera modernidad fue hegeliana sin saberlo siempre, “la verdad es el todo, sólo el todo es real”. 14 Sin embargo ¿qué es un “sistema” ideológico que se supone explica el pasado, el presente y el futuro, que se adueña de las masas, produce entregas extraordinarias y fanatismos ciegos reclamando la más alta legitimación para sostener doctrinas inexpugnables e intangibles? Una sola palabra parece poder aplicarse a este conjunto de caracteres: una nueva “religión”, y es la palabra que acompaña toda la historia del socialismo desde sus orígenes románticos. Un discurso “holomorfo”, completo, que dice la verdad del hombre, revela su destino, diagnostica el mal social, encuentra su causa, formula el remedio, indica la misión de los justos en la historia, un sistema que se da por mandato “la búsqueda incesante de las condiciones de la verdad integral, de la justicia impecable”, 15 no disponía en efecto en los albores de la modernidad más que de dos grandes estatutos legitimadores posibles, estatutos cuyo conflicto atraviesa el siglo XIX: proclamarse una nueva religión o proclamarse como una ciencia naciente. Ahora bien, estas dos formas de legitimación antagónicas fueron percibidas, en un primer momento, como perfectamente componibles y complementarias: las “religiones de la humanidad”, bajo cuyos ropajes se presentan los primeros sistemas totales, se presentarán como “religiones científicas” o “racionales”, religiones que integran y sacralizan una “ciencia social” recién “descubierta”. Que la religión cristiana no estuviera de acuerdo con el “progreso” de las ideas positivas y que los espíritus modernos la rechazaran cada vez más no demostraba que los “lazos religiosos” no fueran necesarios para la vida en sociedad. “La teología no proporciona la menor iluminación sobre el camino a seguir para mejorar nuestra condición social”, constata Émile Littré, discípulo de Comte. 16 Es lo que la condena. Pero entonces una doctrina que ilumine plenamente este “camino a seguir” será la sucesora legítima de esa teología superada. “El dogma antiguo pierde crédito cada día” –el correlato podría ser: proclamemos entonces un “nuevo dogma”.17 Saint-Simon será el primero en dar una expresión doctrinal a este fatal derrumbamiento de las religiones reveladas, que no se trataba de impedir, que hubiera sido inútil querer retrasar, sin que por eso fuera obligado contemplar pasivamente su caída sin poner en su lugar alguna cosa nueva, es decir moderna, para llenar el vacío inmenso que dejaban. Ahora bien, esta primera legitimación romántica de los Grandes relatos de la historia como “religión científica”, que el socialismo, después de haberla utilizado con Enfantin, Leroux, Comte y Colins, abandonó avergonzado hacia 1850, será retomada y reanimada por un gran número de pensadores del siglo XX, de variadas obediencias, que tienen en común un fuerte recelo con respecto a la modernidad secular y su pretendido progreso hacia la racionalidad. El siglo XX, que iba a ver la consumación del “final de las religiones” (Auguste Dide18), que iba a acabar disolviendo la fe ancestral en una irreligión” y una “anomia” generales (Jean-Marie Guyau19) parece hoy a un gran número de pensadores e historiadores haber sido, de hecho, esencialmente religioso y continuamente engañoso a sí mismo al negar, en el campo progresista (¡mucho menos en el fascista!), serlo en absoluto. Habría sido un siglo de masacres y carnicerías, de guerras y genocidios precisamente por ser un siglo de nuevas religiones enfrentadas, luchando encarnizadamente por su recíproca destrucción no menos que por la destrucción del mundo antiguo. Los dioses tienen sed: el título que puso el escéptico Anatole France a su novela sobre la Revolución y el Terror, sugiere ya eso. De manera que el concepto de “religiones políticas”, aparecido para caracterizar sistemas humanitarios románticos, se transforma en una herramienta explicativa del horror del siglo XX. Las religiones políticas, roja, negra o parda, habrían sido, como las religiones reveladas lo fueron en otra época, responsables de masacres y de crímenes, como siempre cometidos en nombre del Soberano bien.

Notas

11 Karl Dietrich Bracher, Zeit der Ideologien: eine Geschichte politischen Denkens im 20. Jh. Stuttgart: Deutsche Verlagsanstalt, 1998. – Jean-Pierre Faye. Le siècle des idéologies. Paris: Colin, 1996.

12 L’Archipel du Goulag, I, 132.

13 Azaïs, Pierre-Hyacinthe, Explication universelle. Paris: L’Auteur, 1828. 2 vol. Voir aussi son Précis du système universel. Paris: Eymery, 1825. Et sa Question philosophique de première importance: Quelle est, dans l’univers, la destinée du genre humain? Paris: L’Auteur, 1841.

14 Dans la Préface à la Phénoménologie de l’Esprit.

15 La Rénovation, revue fouriériste, 24. 4.1890, 217.

16 Conservation, révolution et positivisme, Paris: Ladrange, 1852, xxiv.

17 Ibid., xxvii.

18 La fin des religions. Paris: Flammarion, 1902.


19 L’irréligion de l’avenir, étude sociologique. Paris: Alcan, 1890.

No hay comentarios: