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sábado, 4 de junio de 2022

Los straussianos: una logia de neoconservadores estadounidenses

 


Carlos A. San Vicente (18 de mayo de 2022) Los straussianos: una logia de neoconservadores estadounidenses.

El pensamiento conservador de Leo David Strauss está marcado por el tiempo histórico que media entre la II Guerra Mundial y la posterior confrontación bipolar Este-Oeste.

Los straussianos, esta poco conocida logia de hombres de negocios, políticos, banqueros y actores muy influyentes de la política norteamericana, son los discípulos del político germano-estadounidense y filósofo de origen judío Leo David Strauss (1899-1973), quien se refugió en los Estados Unidos en pleno auge del nazismo. Su pensamiento se define como, “esotérico, elitista y belicista”, respondiendo a la tesis de “La Noble Mentira” alineada en la tradición de Nicolás Maquiavelo y continuando con Friedrich Nietzsche, Max Weber y Carl Schmitt.

El pensamiento conservador de Leo David Strauss está marcado por el tiempo histórico que media entre la II Guerra Mundial y la posterior confrontación bipolar Este-Oeste. Desde esa escena sostiene que Occidente vive bajo la amenaza del utopismo y del mesianismo, producto de la enfermedad comunista y orientalista que vulnera su confianza, su propósito y su superioridad; en consecuencia, se requiere una democracia “liberal, moderada y elitista como muro de contención frente al aventurerismo de estas ideologías irracionales” para continuar “su transmutación hacia un sistema aún menos participativo, aún menos plural e, inversamente, cada vez más jerárquico”.

Ese axioma distópico, como línea de “fuerza y debilidad”, es el que predomina hoy en la Política Exterior de la Casa Blanca bajo los designios de esta logia de judíos estadounidenses, neoconservadores y exclusivistas, encabezados hoy por Antony Blinken, Secretario de Estado, Victoria Nuland, Subsecretaria de Política Exterior y Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional. Sus orígenes se remontan a 1972, cuando esta corriente trabajaba en el equipo del senador demócrata Henry “Scoop” Jackson. Dentro de ese equipo también destacan ‎Elliott Abrams, Richard Perle y Paul Wolfowitz. Todos ellos operando en estrecho vínculo con un grupo de ‎periodistas trotskistas judíos que se habían conocido en el City College of New York, ‎editando una revista denominada Commentary. Estos últimos eran conocidos como «los intelectuales neoyorquinos».

Su plan de ubicarse en posiciones estratégicas en el Estado Corporativo norteamericano obedecía a la necesidad de incidir sobre las decisiones de la Política Exterior, como requisito para evitar una “resurrección contra-hegemónica”. Ello pasa por ocupar el establishment (think tanks exclusive) confeccionado desde finales de la II Guerra Mundial e integrado por una élite académica conceptuada como Homus-Estado y seleccionada rigurosamente desde premisas macartistas, por un triunvirato conformado por senadores de los partidos demócrata y republicano, así como oficiales del Pentágono, agrupados en el Council on Foreign Relations de Nueva York, para garantizar la continuidad de la Política Exterior de Estados Unidos.

Por allí desfilaron figuras de la talla de George Kennan (el mayor referente estadounidense de la Geopolítica en el periodo de la Guerra Fría, con la tesis de “la Contención”), Dean Acheson, James Forrestal, Averell Harriman, Robert Lovett, Jhon McCloy, Charles Bohlen, Paul Nitze, entre otros. Esa nomenklatura fue disuelta a causa de la derrota en la guerra de Vietnam, en abril de 1975, acusados de ser los responsable de semejante descalabro.

El espacio correspondiente fue ocupado desde los lobbys judíos, armamentista y petrolero, los cuales fueron colocando las fichas de una logia de auto-predestinados, aglutinados en lo que se conocería posteriormente como la plataforma: Project for the New American Century (PNAC), lanzada en 1997 e integrada por los discípulos de Leo Strauss. Estos personajes se formaron a lo largo de un periodo de tres décadas, conformando cuatro cohortes, desde la cátedra de filosofía política en la Universidad de Chicago, visualizándose a sí mismos como los encargados de una “segunda creación”, según William Kristol y Robert Kagan, dos de sus más insignes representantes, quienes penetraron la administración de George Herbert Bush (1989-1993), y luego pasan a dirigir el Despacho Oval en materia de Política Exterior con el gobierno de George Walker Bush (2001-2009). No es un dato menor que Robert Kagan sea el esposo de la actual subsecretaria de política exterior de EEUU Victoria Nuland.

Desde el pensamiento de los llamados neoconservadores judíos norteamericanos, es decir los straussianos, en la línea general de la “noble mentira”, debemos señalar a Abram Shulsky, director de la Oficina del Pentágono para Planes Especiales, y a Paul Wolfowitz, Vice-secretario de Defensa a las órdenes de Donald Rumsfeld y una de las autoridades más influyentes en la declaración de la guerra contra Iraq. Este último fue el hombre elegido por Wolfowitz tras el 11 de septiembre de 2001 para crear falsas pruebas de la existencia en Iraq de un inmenso arsenal de armas químicas y hasta nucleares, además de pruebas de la conexión entre Saddam Hussein y Al Qaeda.

Mientras tanto, los «Intelectuales neoyorquinos», que pasaron a denominarse ‎‎«neoconservadores», crearon el «Fondo Nacional para la Democracia» (la National Endowment ‎for Democracy, más conocido bajo las siglas NED) y el US Institute of Peace, dispositivo que ‎organizó numerosas «revoluciones de colores», comenzando por China, con el intento de golpe ‎de Estado del primer ministro Zhao Ziyang, que condujo a los hechos de la Plaza Tiananmén en 1989 y que se ha tratado de recrear como ícono de la libertad contra el “dictatorial sistema comunista chino”. ‎

Vale acotar que al final del mandato presidencial de George Bush padre, Paul Wolfowitz fue quien elaboró un documento cuya ‎idea central era que, a raíz de la desaparición de la Unión Soviética, Estados Unidos tenía que concentrarse ‎en evitar la aparición de nuevos rivales, comenzando por la Unión Europea. ‎Al respecto concluía aconsejando la realización de acciones unilaterales, o sea poner fin a la ‎concertación en el seno de la Organización de Naciones Unidas. Wolfowitz es, sin dudas, quien ideó la llamada operación «Tormenta del ‎Desierto», evento militar que concluyó con la destrucción de Irak y permitió a Estados Unidos cambiar las reglas ‎del juego e imponer un Mundo Unilateral. Fue en esa época cuando los straussianos implantaron ‎los conceptos de «cambio de régimen» y de «promoción de la democracia».

Fue Victoria Nuland, responsable de la política exterior estadounidense en el segundo periodo presidencial de Barack Obama (2013-2017), posición que le permitió protagonizar en primera línea la agitación conducente a la continuidad de la Revolución de Colores en Ucrania que estalla en febrero de 2014 con el denominado Euromaidán, promocionando el cambio de régimen en Kiev, respaldando a los Neonazis de Pravy Sektor (Sector Derecho) y monitoreando a su vez las acciones violentas del comando israelí “Delta”, quienes atacan la plaza Maidan en Kiev. En medio de esos acontecimientos se filtra la famosa conversación telefónica, cuando Victoria Nuland, refiriéndose a la Unión Europea exclamó: “Fuck The EU”.

Por tanto lo que ocurre hoy en Ucrania forma parte de un caos programado por la logia de los straussianos, urgidos de frenar toda posibilidad de autonomía geoeconómica de Europa, vale decir eliminar la presencia rusa en occidente, apuntalada por el gas, petróleo, fertilizantes, cereales y granos, así como, su interconexión comercial con la Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road, en inglés), que desde 2013 desarrolla China aliada con Rusia. Ello explica el ultimátum de Victoria Nuland contra Moscú ‎cuando viajo a esa capital en octubre de 2021 y amenazó con aplastar la economía rusa si Rusia no se sometía. Ese es el punto de partida de la actual crisis ucraniana.‎

El mayor emblema que exhibe Kiev, en su confrontación con Moscú, es el regimiento Azov, izando banderas con tres símbolos nazis:

i. Un uniforme militar mostrando un parche con un león y tres coronas, similares al de la 14 División Waffen-SS, creada en 1943 e integrada por voluntarios ucranianos, para luchar contra la Unión Soviética.

ii. La insignia colocada en una de las banderas, el sol negro, que llegó a ser uno de los logos más importantes de las creencias conocidas como el ocultismo nazi.

iii. A su vez esas banderas muestran dos íconos wolfsange estilizados, que fueron utilizados en la Alemania nazi por unidades de la 4ta y 2da División SS Das Reich.

Los straussianos, que dirigen actualmente la política exterior norteamericana, fueron diseñando desde hace medio siglo una agenda cuyo objetivo vital es la “Contención” de la emergencia euroasiática en la geografía económica internacional, expresada en instancias que vienen desplazando los formatos de inversión y crédito del binomio occidental BM-FMI tales como la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la Unión Económica Euroasiática (UEE), los BRICS, ASEAN+China y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). Todas estas organizaciones vienen debilitando el predominio del dólar como moneda de los intercambios comerciales, al tiempo que avanzan en la construcción de una nueva arquitectura financiera que apunta a la edificación de un Mundo Multicéntrico, como contraparte al Orden Neoliberal y Unilateral anglosajón, liderado desde 1991 por Estados Unidos tras la caída del bloque soviético.

El cisma en puertas se desata, en medio de la senilidad y pérdida de control psíquico del Jefe de Estado de la primera potencia mundial, Joe Biden y la abúlica Vice-presidenta, Kamala Harris, carente de todo sentido comunicacional. Sobre esas falencias se viene desarrollando con absoluta libertad la estrategia de los straussianos, desde una OTAN apalancada por su Secretario General, Jens Stoltenberg, que impone la doctrina Donald Rumsfeld-Arthur Cebrowski, que sostiene que la normalidad del planeta sólo es posible si se extermina a una parte de la población mundial gobernada por Estados no-globalistas, que controlan enormes riquezas naturales y presentan resistencias para su explotación por transnacionales estadounidenses. El straussismo neoconservador expone el más acabado y renovado nazismo en el siglo XXI.

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