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jueves, 22 de junio de 2023

Entrevista de Mike Whitney con Ron Unz - I (12 de junio de 2023) Por qué todo lo que sabes sobre la Segunda Guerra Mundial es erróneo

 


"Gran parte de la legitimidad política actual del gobierno estadounidense y de sus diversos estados vasallos europeos se basa en una narrativa particular de la Segunda Guerra Mundial y cuestionar ese relato podría tener consecuencias políticas nefastas" (Ron Unz)

Pregunta 1: Hitler
Empecemos por Hitler. En Occidente se acepta universalmente que Hitler inició la Segunda Guerra Mundial y que la invasión de Polonia por Hitler fue el primer paso de una campaña más amplia dirigida a la dominación mundial. ¿Es esta interpretación de la Segunda Guerra Mundial cierta o falsa? Y si es falsa, entonces, en su opinión, ¿qué intentaba conseguir Hitler en Polonia? y ¿podría haberse evitado la Segunda Guerra Mundial?

Ron Unz: Hasta hace unos doce años mis opiniones sobre los acontecimientos históricos siempre habían sido bastante convencionales, formadas a partir de las clases que había recibido en la universidad y la narrativa uniforme de los medios de comunicación que había absorbido durante décadas. Esto incluía mi comprensión de la Segunda Guerra Mundial, el mayor conflicto militar de la historia de la humanidad, cuyo resultado había dado forma a nuestro mundo moderno.

Pero en los años posteriores a los atentados del 11 de septiembre y a la guerra de Irak desconfié cada vez más de la honestidad de nuestros medios de comunicación dominantes y empecé a reconocer que los libros de historia a menudo sólo representan una versión congelada de las distorsiones mediáticas del pasado. El crecimiento de Internet ha desencadenado una enorme cantidad de ideas poco ortodoxas de todos los tipos posibles y desde el año 2000 había estado trabajando en un proyecto para digitalizar los archivos de nuestras principales publicaciones de los últimos 150 años, lo que me proporcionó un cómodo acceso a información que no estaba fácilmente al alcance de cualquier otra persona. Así que, como escribí más tarde (https://www.unz.com/runz/our-american-pravda/ ): Aparte de la evidencia de nuestros propios sentidos, casi todo lo que sabemos sobre el pasado o las noticias de hoy proviene de manchas de tinta sobre papel o píxeles de colores en una pantalla y afortunadamente en las últimas dos décadas el crecimiento de Internet ha ampliado enormemente la gama de información disponible para nosotros en esa última categoría. Incluso si la abrumadora mayoría de las afirmaciones poco ortodoxas, proporcionadas por tales fuentes no tradicionales contenidas en la web, es incorrecta, al menos ahora existe la posibilidad de extraer pepitas preciosas de verdad de vastas montañas de falsedad. Ciertamente los acontecimientos de los últimos doce años me han obligado a repensar por completo mi propio aparato de detección de la realidad.

Como consecuencia de todos estos acontecimientos hace una década publiqué mi artículo original en American Pravda, que contenía ese pasaje. En ese artículo hacía hincapié en que lo que nuestros libros de historia y medios de comunicación nos contaban sobre el mundo y su pasado podía ser a menudo tan deshonesto y distorsionado como el tristemente célebre Pravda de la desaparecida URSS (https://www.unz.com/runz/our-american-pravda/ ); The American Conservative (Nuestro Pravda americano https://www.theamericanconservative.com/our-american-pravda/ .

Al principio mi atención se había centrado en acontecimientos históricos más recientes, pero pronto empecé a hacer también una gran cantidad de lecturas e investigación sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial, dándome cuenta gradualmente de que una gran parte de todo lo que siempre había aceptado sobre esa guerra era completamente falso.

Quizá no debería haberme sorprendido demasiado descubrirlo. Después de todo si nuestros medios de comunicación podían mentir tan descaradamente sobre acontecimientos del aquí y ahora ¿por qué deberíamos confiar en ellos sobre asuntos que habían sucedido hace mucho tiempo y muy lejos?

Al final llegué a la conclusión de que la verdadera historia de la Segunda Guerra Mundial no sólo era bastante diferente de lo que la mayoría de nosotros siempre habíamos creído, sino que estaba en gran parte invertida. Nuestros libros de historia convencionales habían estado contando la historia al revés y cabeza abajo.

Con respecto a Hitler y el estallido de la guerra creo que un excelente punto de partida sería Orígenes de la Segunda Guerra Mundial, una obra clásica publicada en 1961 por el renombrado historiador de Oxford A. J. P. Taylor. Como describí sus conclusiones en 2019: La exigencia final de Hitler, de que el 95% alemán de Danzig fuera devuelto a Alemania, tal y como deseaban sus habitantes, era absolutamente razonable y sólo un terrible error diplomático de los británicos había llevado a los polacos a rechazar la petición, provocando así la guerra. La extendida afirmación posterior de que Hitler pretendía conquistar el mundo era totalmente absurda y en realidad el líder alemán había hecho todo lo posible por evitar la guerra con Gran Bretaña o Francia. De hecho, en general se mostraba bastante amistoso con los polacos y había estado esperando reclutar a Polonia como aliado alemán contra la amenaza de la Unión Soviética de Stalin.

El reciente 70 aniversario del estallido del conflicto, que consumió tantas decenas de millones de vidas, provocó naturalmente numerosos artículos históricos y el debate resultante me llevó a desenterrar mi viejo ejemplar del breve volumen de Taylor, que releí por primera vez en casi cuarenta años. Lo encontré tan magistral y persuasivo como en mis tiempos de estudiante universitario y los elogiosos comentarios de la portada sugerían parte de la aclamación inmediata que había recibido la obra. The Washington Post alabó al autor como "el historiador vivo más destacado de Gran Bretaña", World Politics lo calificó de "poderosamente argumentado, brillantemente escrito y siempre persuasivo", The New Statesman, la principal revista británica de izquierdas, lo describió como "una obra maestra: lúcido, compasivo, bellamente escrito", y el veterano Times Literary Supplement lo caracterizó como "sencillo, devastador, superlativamente legible y profundamente perturbador". Como best-seller internacional es sin duda la obra más famosa de Taylor y puedo entender fácilmente por qué seguía estando en mi lista de lecturas obligatorias de la universidad casi dos décadas después de su publicación original.

Sin embargo, al volver a leer el innovador estudio de Taylor descubrí algo sorprendente. A pesar de todas las ventas internacionales y de la aclamación de la crítica, las conclusiones del libro pronto despertaron una tremenda hostilidad en ciertos sectores. Las conferencias de Taylor en Oxford habían sido enormemente populares durante un cuarto de siglo, pero como consecuencia directa de la controversia "el historiador vivo más destacado de Gran Bretaña" fue expulsado sumariamente de la facultad no mucho tiempo después. Al principio de su primer capítulo, Taylor había señalado lo extraño que le parecía que más de veinte años después del inicio de la guerra más cataclísmica del mundo no se hubiera producido ninguna historia seria que analizara detenidamente el estallido. Quizá las represalias que encontró le llevaron a comprender mejor parte de ese rompecabezas.

Numerosos otros destacados académicos y periodistas, tanto contemporáneos como más recientes, han llegado a conclusiones muy similares, pero con demasiada frecuencia sufrieron severas represalias por sus honestas valoraciones históricas. Durante décadas William Henry Chamberlin había sido uno de los periodistas de política exterior más respetados de Estados Unidos, pero después de publicar America's Second Crusade en 1950 desapareció de la mayoría de las principales publicaciones. David Irving es posiblemente el historiador británico de mayor éxito internacional de los últimos cien años, ya que sus libros fundamentales sobre la Segunda Guerra Mundial recibieron enormes elogios de la crítica y se vendieron por millones; pero se vio abocado a la bancarrota personal y evitó por los pelos pasar el resto de su vida en una prisión austriaca.

A finales de la década de 1930, Hitler había resucitado a Alemania, que había vuelto a ser próspera bajo su mandato y también había conseguido reunificarla con varias poblaciones alemanas separadas. Como resultado era ampliamente reconocido como uno de los líderes más exitosos y populares del mundo y esperaba resolver finalmente la disputa fronteriza polaca, ofreciendo concesiones mucho más generosas que las que cualquiera de sus predecesores de Weimar, elegidos democráticamente, había considerado jamás. Pero la dictadura polaca, en cambio, pasó meses rechazando sus intentos de negociación y también comenzó a maltratar brutalmente a su minoría alemana, lo que finalmente obligó a Hitler a declarar la guerra. Y como discutí en 2019, provocar esa guerra puede haber sido el objetivo deliberado de ciertas figuras poderosas.

Quizá la más obvia de ellas sea la cuestión de los verdaderos orígenes de la guerra, que asoló gran parte de Europa, mató quizá a cincuenta o sesenta millones de personas y dio lugar a la posterior era de la Guerra Fría, en la que los regímenes comunistas controlaban la mitad de todo el continente euroasiático. Taylor, Irving y muchos otros han desacreditado a fondo la ridícula mitología de que la causa residió en el loco deseo de Hitler de conquistar el mundo, pero si el dictador alemán tuvo claramente una responsabilidad menor ¿hubo realmente algún verdadero culpable? ¿O acaso esta guerra mundial tan destructiva se produjo de forma similar a su predecesora, que nuestras historias convencionales consideran debida principalmente a una colección de errores, malentendidos y escaladas irreflexivas?

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Durante la década de 1930 John T. Flynn fue uno de los periodistas progresistas más influyentes de Estados Unidos y aunque había comenzado como un firme partidario de Roosevelt y su New Deal, poco a poco se convirtió en un agudo crítico, llegando a la conclusión de que los diversos planes gubernamentales de FDR habían fracasado en su intento de reactivar la economía estadounidense. Luego, en 1937, un nuevo colapso económico volvió a disparar el desempleo a los mismos niveles que cuando el presidente había llegado al poder, confirmando a Flynn en su duro veredicto. Y como escribí el año pasado:

De hecho Flynn alega que, a finales de 1937, FDR había virado hacia una política exterior agresiva, destinada a involucrar al país en una gran guerra exterior, principalmente porque creía que era la única vía para salir de su desesperado programa económico y político, una estratagema no desconocida entre los líderes nacionales a lo largo de la historia. En su columna del 5 de enero de 1938 en el New Republic, alertó a sus incrédulos lectores de la inminente perspectiva de un gran despliegue militar naval y de una guerra próxima, después de que un alto asesor de Roosevelt se jactara en privado ante él de que un gran ataque de "keynesianismo militar" y una gran guerra curarían los aparentemente insuperables problemas económicos del país. En aquel momento, la guerra con Japón, posiblemente por intereses latinoamericanos, parecía el objetivo previsto, pero el desarrollo de los acontecimientos en Europa pronto persuadió a FDR de que fomentar una guerra general contra Alemania era el mejor curso de acción. Las memorias y otros documentos históricos obtenidos por investigadores posteriores parecen apoyar en general las acusaciones de Flynn, al indicar que Roosevelt ordenó a sus diplomáticos que ejercieran una enorme presión sobre los gobiernos británico y polaco para evitar cualquier acuerdo negociado con Alemania, lo que condujo al estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939.

Este último punto es importante, ya que las opiniones confidenciales de las personas más cercanas a los acontecimientos históricos importantes deben tener un peso probatorio considerable. En un artículo reciente (https://www.unz.com/article/roosevelt-conspired-to-start-world-war-ii-in-europe/ ) John Wear reunió las numerosas evaluaciones contemporáneas que implicaban a FDR como una figura fundamental en la orquestación de la guerra mundial por su constante presión sobre los líderes políticos británicos, una política que en privado incluso admitió que podría significar su destitución si se revelaba. Entre otros testimonios tenemos las declaraciones de los embajadores polaco y británico en Washington y del embajador estadounidense en Londres, que también transmitió la opinión coincidente del propio primer ministro Chamberlain. De hecho la captura y publicación por los alemanes de documentos diplomáticos secretos polacos en 1939 ya había revelado gran parte de esta información y William Henry Chamberlin confirmó su autenticidad en su libro de 1950. Pero como los principales medios de comunicación nunca se hicieron eco de esta información, estos hechos siguen siendo poco conocidos incluso hoy en día.

Hablé extensamente de estos hechos históricos en mi artículo de 2019 (https://www.unz.com/runz/american-pravda-understanding-world-war-ii/ American Pravda: Comprender la Segunda Guerra Mundial).


https://www.unz.com/runz/why-everything-you-know-about-world-war-ii-is-wrong/

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