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domingo, 25 de junio de 2023

Entrevista de Mike Whitney con Ron Unz - VIII (12 de junio de 2023) Por qué todo lo que sabes sobre la Segunda Guerra Mundial es erróneo

 


Pregunta 8: Nuestra comprensión de la guerra

En la página 202, usted hizo la siguiente afirmación que ayuda a subrayar la grave importancia de la exactitud histórica: "También debemos reconocer que muchas de las ideas fundamentales que dominan nuestro mundo actual se fundaron sobre una comprensión particular de esa historia bélica, y si parece haber buenas razones para creer que esa narración es sustancialmente falsa, quizá deberíamos empezar a cuestionar el marco de creencias erigido sobre ella." Se trata de una afirmación que invita a la reflexión y que me hace preguntarme si los últimos 80 años de sangrientas intervenciones estadounidenses pueden atribuirse a nuestra "particular comprensión" de la Segunda Guerra Mundial. Me parece que nuestros dirigentes han utilizado este mito idealizado de la '"Buena Guerra" en la que el "excepcional" pueblo estadounidense lucha contra el mal del fascismo para promover su agenda bélica y justificar su implacable búsqueda de la hegemonía mundial. En su opinión, ¿cuál es el mayor peligro de erigir un "marco de creencias" sobre una falsa comprensión de la historia?


Ron Unz: La imagen construida por Hollywood de nuestro gran triunfo mundial en la heroica guerra contra Hitler y la Alemania nazi ha inspirado un legado de colosal arrogancia norteamericana, que ahora nos conduce hacia una confrontación enormemente temeraria con Rusia por Ucrania y con China por Taiwán, el tipo de arrogancia geopolítica que a menudo conduce a la némesis (castigo fatal que restablece un orden anterior), quizás incluso a una némesis de forma extrema dados los arsenales nucleares de esos Estados rivales. Como escribí poco después del estallido de la guerra de Ucrania:

Durante años, el eminente especialista en Rusia
Stephen Cohen había considerado al presidente de la República Rusa, Vladimir Putin, como el líder mundial más importante de principios del siglo XXI. Elogiaba el enorme éxito de este hombre en la revitalización de su país tras el caos y la miseria de los años de Yeltsin y destacaba su deseo de mantener relaciones amistosas con Estados Unidos, pero temía cada vez más que estuviéramos entrando en una nueva Guerra Fría, aún más peligrosa que la anterior.

Ya en 2017 el difunto profesor Cohen argumentó que ningún líder extranjero había sido tan vilipendiado en la historia reciente de Estados Unidos como Putin y la invasión rusa de Ucrania hace dos semanas ha elevado exponencialmente la intensidad de tales denuncias mediáticas, casi igualando la histeria que nuestro país experimentó hace dos décadas tras el atentado del 11-S en Nueva York.
Larry Romanoff ha proporcionado un útil catálogo con algunos ejemplos.

Hasta hace poco, esta demonización extrema de Putin se limitaba en gran medida a los demócratas y centristas, cuya extraña narrativa del
Rusiagate le había acusado de instalar a Donald Trump en la Casa Blanca. Pero la reacción se ha vuelto ahora totalmente bipartidista, con el entusiasta partidario de Trump Sean Hannity utilizando recientemente su programa en horario de máxima audiencia de FoxNews para pedir la muerte de Putin, un grito al que pronto se unió el senador Lindsey Graham, el republicano de mayor rango en el Comité Judicial del Senado. Se trata de amenazas sorprendentes contra un hombre cuyo arsenal nuclear podría aniquilar rápidamente a la mayor parte de la población estadounidense y la retórica parece no tener precedentes en nuestra historia de posguerra. Ni siquiera en los días más oscuros de la Guerra Fría recuerdo que se dirigieran tales sentimientos públicos contra la URSS o sus máximos dirigentes comunistas.

En muchos aspectos, la reacción occidental al ataque de Rusia ha estado
más cerca de una declaración de guerra que de una mera vuelta a la confrontación de la Guerra Fría. Las enormes reservas de divisas de Rusia en el extranjero han sido confiscadas y congeladas, sus líneas aéreas civiles excluidas de los cielos occidentales y sus principales bancos desconectados de las redes financieras mundiales. Se han confiscado propiedades de ciudadanos rusos acaudalados, se ha prohibido a la selección nacional de fútbol participar en la Copa del Mundo y se ha despedido al director ruso de la Filarmónica de Múnich por negarse a denunciar a su propio país…

De hecho el paralelismo más cercano que se me ocurre sería la hostilidad estadounidense dirigida contra
Adolf Hitler y la Alemania nazi tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, como indican las comparaciones generalizadas entre la invasión de Ucrania por Putin y el ataque de Hitler a Polonia en 1939. Una simple búsqueda en Google de "Putin y Hitler" arroja decenas de millones de páginas web, con resultados que van desde el titular de un artículo del Washington Post hasta los tuits de la estrella de la música pop Stevie Nicks. Ya en 2014 Andrew Anglin, del Daily Stormer, había documentado el meme emergente "Putin es el nuevo Hitler".

Pasé a discutir las implicaciones extremadamente peligrosas de nuestra histérica política anti-rusa.

Y como escribí en 2019, mi propia evaluación de la historia real es considerablemente diferente:
A raíz de los atentados del 11-S los neoconservadores judíos llevaron en estampida a Estados Unidos hacia la desastrosa guerra de Irak y la consiguiente destrucción de Oriente Próximo, con las cabezas parlantes de nuestros televisores afirmando sin cesar que "
Sadam Husein es otro Hitler." Desde entonces hemos oído repetir regularmente el mismo eslogan en diversas versiones modificadas, diciéndonos que "Muamar Gadafi es otro Hitler" o "Mahmud Ahmadineyad es otro Hitler" o "Vladimir Putin es otro Hitler" o incluso "Hugo Chávez es otro Hitler". Durante los últimos dos años nuestros medios de comunicación estadounidenses se han llenado implacablemente con la afirmación de que "Donald Trump es otro Hitler".

A principios de la década de 2000 yo reconocía obviamente que el gobernante de Irak era un duro tirano, pero me reía de la absurda propaganda mediática, sabiendo perfectamente que Sadam Husein no era Adolf Hitler. Pero con el crecimiento constante de Internet y la disponibilidad de los millones de páginas de publicaciones periódicas que me ha proporcionado mi proyecto de digitalización,
me he sorprendido bastante al descubrir gradualmente también que Adolf Hitler no era Adolf Hitler.

Puede que no sea del todo correcto afirmar que la historia de la Segunda Guerra Mundial fue que Franklin Roosevelt intentó escapar de sus dificultades domésticas orquestando una gran guerra europea contra la próspera y pacífica Alemania nazi de Adolf Hitler. Pero creo que esa imagen es probablemente algo más cercana a la realidad histórica que la imagen invertida que se encuentra más comúnmente en nuestros libros de texto.

Lectura relacionada:

https://www.unz.com/runz/why-everything-you-know-about-world-war-ii-is-wrong/

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