Vistas de página en el último mes

lunes, 22 de mayo de 2023

Pat Walsh (2023-02-24) Ucrania (I): de la Operación militar especial a la guerra por el mundo

 


"La guerra que yo conozco no es la guerra sobre la que usted está leyendo", Seymour Hersh (periodista, ganador del Premio Pulitzer, refiriéndose a Ucrania).

"Es evidente que el conflicto, inicialmente una guerra territorial limitada, ha evolucionado hacia una confrontación económica global entre todo Occidente, por un lado, y Rusia, respaldada por China, por el otro. Se ha convertido en una guerra mundial". Emmanuel Todd, filósofo francés.

Este mes se cumple el aniversario del lanzamiento de la Operación Militar Especial rusa en Ucrania. No es el aniversario de la guerra en Ucrania, que dura desde abril de 2014 y que había costado alrededor de 14.000 vidas en el momento del inicio de la Operación Militar Especial, en febrero de 2022.

Lo que ocurrió hace un año fue que Estados Unidos tuvo éxito en su ambición a largo plazo de atraer a las fuerzas rusas a Ucrania para crear la narrativa de la "brutal invasión de Putin a Ucrania", de modo que se pudiera montar una operación de cambio de régimen en todos los frentes (político, económico y militar) para desactivar a una Rusia que resurge.

Para Washington se había vuelto intolerable el resurgimiento de Rusia que había tenido lugar bajo Vladimir Putin. Un colapso interno instigado por el último Primer Secretario de la Unión Soviética, Gorbachov, había abatido a Rusia hace una generación, poniendo fin a la Guerra Fría con una inesperada victoria occidental. Pero no hubo Tratado de Versalles para formalizar la derrota y tampoco hubo Congreso de Viena para estabilizar Europa y garantizar su seguridad futura. Había asuntos pendientes para Occidente con respecto a Rusia. Así que a partir de 1999 la OTAN avanzó hasta las fronteras rusas en 3 oleadas.

A Occidente le pareció que Rusia estaba fuera de combate, así que se dedicó a otras aventuras: destrozar el mundo musulmán en una serie de invasiones y actos gratuitos de vandalismo político. Pero al desviarse la atención de EEUU, Rusia encontró tiempo y espacio para reahcerse, lo que supuso un gran disgusto de Washington. Cuando se lanzó la tercera oleada de avance de la OTAN en 2008, empezando por Georgia y más tarde incluyendo a Ucrania, se encontró con una sólida resistencia por parte de Moscú. Putin advirtió a Occidente de ello el año anterior, en la Conferencia de Seguridad de Múnich.

Estados Unidos había dado a Gorbachov garantías de seguridad, al final de la Guerra Fría, relativas a la no expansión de la OTAN. Pero cuando más tarde la OTAN avanzó hasta las fronteras de Rusia y el Kremlin se quejó de haber sido engañado, se le explicó que esas promesas se habían hecho a la Unión Soviética y no a Rusia.

Es importante señalar que la expansión de la OTAN hacia el este no se hizo para contener una amenaza rusa real. Washington percibía poca amenaza por parte de Rusia antes de 2014. La expansión de la OTAN fue la expansión de la hegemonía liberal occidental. Produjo o generó "la amenaza rusa", particularmente por lo que hizo Washington en Kiev a principios de 2014.

De 2014 a 2022

Los influyentes informes de la RAND Corporation han establecido el proyecto de la Política Exterior de Washington y de la geopolítica estadounidense en los últimos años. RAND es diferente a otros think tanks. Tiene un cliente (Estados Unidos) al que proporciona escenarios. En lugar de estar formado por académicos "en activo", deseosos de demostrar su utilidad a Washington para obtener puestos lucrativos, está formado por la propia élite que es parte del "Estado Profundo".

El Informe 2017 de RAND, Extending Russia (El fortalecimiento de Rusia), trazó las formas en que Estados Unidos podría debilitar potencialmente a Rusia en varios frentes. No se explica por qué hay que debilitar a Rusia. Simplemente se da por sentado que hay que anularla por el bien del Mundo.

En "Medidas económicas" el Informe tenía secciones sobre "Medida 1: Dificultar las exportaciones de petróleo; Medida 2: Reducir las exportaciones de gas natural y dificultar la expansión de los oleoductos; Medida 3: Imponer sanciones; Medida 4: Potenciar la fuga de cerebros rusos". Sin embargo todas estas medidas eran difíciles de justificar a la hora de ponerlas en marcha de forma que pudieran provocar la invalidación de Rusia. Se requería presumiblemente, una moral frenética de guerra.

En las "Medidas geopolíticas" se preveía "Medida 1: Suministrar ayuda letal a Ucrania":

"Estados Unidos podría aumentar su ayuda militar a Ucrania, tanto en cantidad como en calidad de armamento… Estados Unidos también podría mostrarse más firme en su apoyo al ingreso de Ucrania en la OTAN… Aunque el requisito de unanimidad de la OTAN hace improbable que Ucrania pueda ingresar en la organización en un futuro próximo, el hecho de que Washington insista en esta posibilidad podría impulsar la determinación ucraniana y llevar a Rusia a redoblar sus esfuerzos para impedirlo… La ampliación de la ayuda estadounidense a Ucrania, incluida la ayuda militar letal, probablemente aumentaría el coste para Rusia de mantener la región del Donbass, tanto en sangre como en dinero. Probablemente se necesitaría más ayuda rusa para los separatistas y una presencia adicional de tropas rusas, lo que conllevaría mayores gastos, pérdidas de equipos y bajas rusas. Un aumento de la ayuda estadounidense a la seguridad de Ucrania provocaría probablemente un aumento proporcional, tanto de la ayuda rusa a los separatistas como de las fuerzas militares rusas en Ucrania, manteniendo así el conflicto en un nivel de intensidad algo mayor… Otra posibilidad es que Rusia contraataque escalando el conflicto, enviando más tropas y adentrándose más en Ucrania. Rusia podría incluso adelantarse a la acción de Estados Unidos, intensificando el conflicto antes de que llegue la ayuda estadounidense. Tal escalada podría extenderse a Rusia; el este de Ucrania ya es un sumidero. Adentrarse más en Ucrania sólo podría aumentar las dificultades rusas, aunque a expensas del pueblo ucraniano. Sin embargo esa medida también podría tener un coste significativo para Ucrania y para el prestigio y la credibilidad de Estados Unidos. Podría producir un número desproporcionadamente grande de bajas ucranianas, pérdidas territoriales y flujos de refugiados. Incluso podría llevar a Ucrania a una paz desventajosa".

Fue James Connolly quien dijo que los únicos profetas verdaderos son los que labran el futuro que predicen.

Las otras Medidas incluían: "Medida 2: Aumentar el apoyo a los rebeldes sirios; Medida 3: Promover el cambio de régimen en Bielorrusia; Medida 4: Explotar las tensiones en el Cáucaso Sur (Armenia/Azerbaiyán); Medida 5: Reducir la influencia rusa en Asia Central (Kazajistán, etc.); Medida 6: Desafiar la presencia rusa en Moldavia".

La mayoría de estas "medidas para ampliar la implicación de Rusia" se han cumplido de un modo u otro.

Pero Ucrania siempre habría sido la mayor amenaza para la seguridad nacional rusa si fuera tomada por Occidente. Convertir a Kiev en enemigo de Moscú sería como si un enemigo acampara en Escocia para amenazar a Inglaterra o en Canadá para amenazar a Estados Unidos. Sería lo más parecido a una guerra civil. Ucrania tenía una gran población y muy buen material para su ejército. Incluso había sido una potencia nuclear. Las fuerzas armadas de Ucrania habían estado luchando en una guerra civil durante siete años y habían sido cuidadosamente preparadas por las fuerzas occidentales, durante ese período, para una futura guerra contra Rusia.

Tras el golpe de Estado de 2014 en Kiev, patrocinado por Occidente, el presidente electo Yanukóvich había huido del país. Sus partidarios en el Parlamento fueron intimidados y no se presentaron a votar. El gobierno entrante, designado a dedo por Estados Unidos, se propuso suprimir las zonas de habla rusa de Ucrania y someterlas a la autoridad nacionalista de Kiev. La primera medida del parlamento, dominado ahora por representantes nacionalistas de Ucrania occidental, fue prohibir el uso del ruso en los asuntos oficiales.

Ucrania había sido un país con 140 nacionalidades durante la época soviética y el origen étnico había importado poco fuera del elemento banderista de Ucrania occidental. Era un Estado multinacional antes de 2014, en el que los problemas de nacionalidad eran en gran medida inexistentes o, al menos, latentes. Pero a partir de 2014 Ucrania comenzó a sufrir una metamorfosis nacionalista ucranizadora, en la que la ideología nacionalista de una minoría se ha impuesto a la mayoría con la ayuda de Washington, al amparo del estado de guerra. Se lanzó una operación antiterrorista contra sus propios ciudadanos, en la que se utilizó artillería pesada para bombardear núcleos de población civil y decenas de sindicalistas quemados hasta la muerte en Odessa.

El golpe de 2014 puso las cuestiones étnicas a la orden del día y la población de etnia rusa del este, opuesta al golpe, se rebeló contra él. El gobierno golpista trató de someterla por medios militares, pero muchos soldados del Donbás y Crimea desertaron a los rebeldes y pronto empezaron a ganar la partida. La mayoría de las armas y los hombres del bando rebelde procedían de unidades del antiguo ejército ucraniano que habían cambiado de bando. Contaban con el apoyo de un pequeño destacamento de voluntarios rusos, a los que se oponía el Kremlin, que deseaba mantener la región como parte del Estado ucraniano. Sin embargo Rusia recuperó Crimea en una operación rápida y cuidadosamente planificada, sin encontrar resistencia en la población.

Tras una aplastante derrota de las tropas ucranianas en la batalla de Ilovaisk, en agosto de 2014, enviados de Kiev, de los rusófonos y de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa firmaron una tregua en Minsk, capital de Bielorrusia, en septiembre de 2014.

Los acuerdos de Minsk, refrendados por el Consejo de Seguridad de la ONU, exigían a Kiev negociar con los separatistas de Donbás y aplicar la legislación. El primer acuerdo de Minsk no había logrado detener los combates y fue seguido de un acuerdo revisado y actualizado, Minsk II, firmado el 12 de febrero de 2015. Este acuerdo consistía en un paquete de medidas, incluido un alto el fuego, y disposiciones para la retirada del armamento pesado de la línea del frente, la liberación de prisioneros de guerra, la reforma constitucional en Ucrania que concediera el autogobierno a determinadas zonas de Donbás y devolvía el control de la frontera estatal al gobierno ucraniano. Preveía que Ucrania recuperaría el control de la frontera con Rusia en las regiones rebeldes, después de que se celebraran elecciones locales supervisadas por la OSCE. Los nacionalistas más militantes se opusieron a este acuerdo e impidieron su aplicación por parte de Kiev.

La ex canciller alemana Angela Merkel y el ex presidente francés François Hollande han confirmado desde entonces que Kiev no pretendió cumplir el acuerdo, sino que lo utilizó para ganar tiempo para entrenar y armar a su ejército, en colaboración con Occidente.

En febrero de 2022 la mitad del ejército ucraniano, unos 120.000 hombres, se había reunido cerca de la línea de alto el fuego y estaba listo para lanzar una gran ofensiva para recuperar las provincias perdidas. En el bando contrario había 40.000 hombres en armas en Donbás. Tendrían pocas posibilidades de resistir una ofensiva de ese tamaño, que podría reforzarse rápidamente con más hombres, armados y entrenados por Occidente. El Kremlin se vio obligado a dar un vuelco a su política de buscar la autonomía y la protección del Donbás dentro del Estado ucraniano para reconocer la secesión separatista.

Si Ucrania recuperara las provincias escindidas por medio de la fuerza armada, se produciría una gran consternación en la opinión pública rusa por la derrota y el destino de los habitantes de Donbás. Desde el golpe de Estado de 2014 en Kiev, alrededor de 4 cuatro millones de ucranianos ya se habían trasladado a Rusia. Hay muchos lazos familiares entre ambos países. También significaría que Ucrania podría unirse a la OTAN, lo que significaría que Rusia se enfrentaría al colectivo occidental en cualquier conflicto futuro, en lugar de que Kiev recibiera la ayuda de Occidente. Debido a la amenaza, Rusia puso en alerta a algunas de sus propias fuerzas y trasladó armas y municiones a puntos de concentración cercanos a la frontera ucraniana.

Estados Unidos llevaba meses advirtiendo de un inminente ataque ruso a Ucrania. Llevaban tanto tiempo advirtiéndolo que cada vez menos gente se lo creía. Pero Washington sabía que Moscú tenía que responder militarmente al intento de Kiev de recuperar el Donbás y Crimea por la fuerza. Al parecer, a mediados de febrero, tras una llamada telefónica al presidente Biden, el presidente ucraniano Zelensky dio la orden definitiva para el ataque ucraniano. La decisión se filtró inmediatamente tanto en Londres como en Kiev. Comenzaron a trasladarse diplomáticos occidentales empezaron a marcharse y las armas occidentales empezaron a llegar en aviones. Los oligarcas ucranianos empezaron a abandonar el país.

La voluntad de Kiev de resolver la cuestión de las nacionalidades, creada por el golpe de 2014, por medio de la fuerza en lugar de mediante un compromiso, puso al Gobierno ruso en un aprieto: sería condenado si actuaba y si no actuaba. Así que, en febrero de 2022, Washington logró lo que deseaba, creando una gran amenaza para la seguridad nacional de la Federación Rusa que, de no haber sido respondida inmediatamente, habría desembocado en una situación crítica para Rusia, librando una guerra defensiva en sus fronteras.

Putin había ganado tiempo para Rusia y preparado las fuerzas armadas y la economía para lo que era una confrontación inevitable con la OTAN expansionista. La Operación Militar Especial habría sido un suicidio para Rusia en 2014. Pero en febrero de 2022 había llegado el momento crucial. Se trataba de una clásica "guerra preventiva", como la denominó el profesor Geoffrey Roberts, una guerra en la que se tomó la iniciativa en lugar de cederla al enemigo.

Los nacionalistas ucranianos de Kiev habían ofrecido su país como campo de batalla y a su pueblo como carne de cañón para los objetivos geopolíticos de Washington. Con ello consiguieron forjar una nacionalidad ucraniana más homogénea, aunque a riesgo de perder el territorio que heredaron de los soviéticos. Sin embargo los 50 millones de habitantes de la República Socialista Soviética de Ucrania hace tiempo que ya no estaban en el país y la guerra los ha reducido a poco más de 20 millones.

Todo indica que este nueva entidad nacionalista ucraniana seguirá luchando, con la continua ayuda occidental, hasta que el poder ruso se aplique en cantidad suficiente para quebrar su voluntad de luchar.

Situación actual en el campo de batalla

Alrededor de septiembre del año pasado (2022), muchos en Occidente creían que la guerra en Ucrania estaba ganada y que todo terminaría en Navidad, con un rápido avance de las fuerzas de Kiev en Crimea. Esa era, sin duda, la propaganda que los exmilitares británicos y estadounidenses, que se ganan la vida a duras penas en los think tanks antirrusos que proliferan estos días, hacían llegar a los medios de comunicación occidentales. Por supuesto, estas personas señalaron que era necesaria una escalada para lograr la victoria y que los ucranianos tendrían que ser respaldados mediante un gran incremento de la ayuda occidental e incluso, tal vez, por alguna forma de propia intervención directa.

Sin embargo se vieron decepcionados.

Washington (a pesar de las súplicas de ese incompetente destructor de relaciones, gobiernos y países que es Boris Johnson) no ha estado dispuesto hasta ahora a ir a por todas contra Rusia. Sólo ha estado dispuesto a subir las apuestas bélicas de forma gradual, cuando Kiev da muestras de tambalearse por el desgaste que le infligen los rusos, para mantener la guerra activa. Ha quedado claro que a Washington no le apetece una guerra a gran escala, sin límites, y sólo está dispuesto a mantener a Ucrania en el combate, desangrando a Rusia… a un coste cada vez mayor para Ucrania.

Tras incendiar Ucrania en 2014, Washington ha estado avivando el fuego desde entonces para evitar que se apague.

El que esto escribe escribió Ucrania ¿cambio de la marea? para registrar el periodo de triunfalismo occidental en el otoño de 2022 y explicar que implicaba un malentendido, deliberado o no, sobre el curso de la guerra. En realidad la marea estaba cambiando de dirección cuando Putin se dio cuenta de que tenía una guerra entre manos y empezó a ponerse serio. Las fuerzas rusas hicieron lo que se suele hacer en la guerra: aprender a medida que combaten. Cualquiera que haya leído Rusia contra Napoleón, de Dominic Lieven, comprenderá este fenómeno histórico, que también fue evidente a partir de 1942 contra Hitler y sus aliados europeos, incluidos los banderistas.

Algunos delirios del Kremlin sobre que los ucranianos eran hermanos eslavos, etc. y que Occidente no se tomaba en serio su odio contra Rusia (en tanto que Rusia en sí misma y no como la Rusia soviética) empezaron a desaparecer en favor de un mayor realismo y una comprensión de lo que Rusia estaba enfrentando en realidad. La fraternidad rusa con los ucranianos redujo las bajas al principio de la guerra, pero fue aprovechada tanto por Kiev como por Washington.

Como consecuencia las muertes y penurias de los ucranianos han aumentado. Las primeras ideas rusas de una victoria relativamente incruenta se desvanecieron cuando los ucranianos opusieron resistencia y decidieron no aceptar las condiciones de Estambul, después de que los rusos hubieran rodeado Kiev. Boris Johnson reforzó la voluntad ucraniana de seguir luchando con una oferta de Washington que Zelensky no pudo rechazar: rechazar la paz y seguir luchando con la ayuda de Occidente o arriesgarse a enfrentarse solo con Rusia. Así lo confirmó Fiona Hill en Foreign Affairs, después de hablar con los negociadores presentes en las conversaciones. El ex primer ministro israelí, Naftali Bennett, ha revelado ahora que Washington echó por tierra un proceso de paz paralelo, por lo que Kiev no tuvo más opción que seguir luchando.

Es evidente que Washington y Londres están decididos a prolongar la guerra hasta que se consiga "extenderla a Rusia", sin importarles la destrucción que causarán a Ucrania y a su pueblo.

En Estambul Moscú ofreció retirarse de toda Ucrania excepto de las partes de Donbás y Crimea que ocupaba. Pero con el rechazo de un acuerdo de paz Rusia permaneció con un ejército en Ucrania, insuficiente para la tarea de doblegar la voluntad ucraniana de luchar. Las fuerzas rusas, trasladadas desde los alrededores de Kiev para apoyar a las fuerzas en Donbás, se quedaron ocupando una enorme línea del frente, mientras que Occidente se hacía cargo de un gran ejército ucraniano y lo reconvertía en un ejército de la OTAN.

Rusia esperaba concluir rápidamente la Operación Militar Especial con un coste mínimo para sí misma y para Ucrania. Pero ese objetivo se frustró. Pasó al Plan B, para el que sin duda se había preparado, pero que requería un periodo de ajuste.

A finales de 2022 Putin, el anexionista reticente, colocó un marcador declarando sus ambiciones territoriales con respecto a Ucrania. Con ello dejó claro que no tenía intención de intentar subyugar a Ucrania en su conjunto si podía evitarlo. Pero también renunció a la política de animar a los ruso-ucranianos del Donbass a pactar con Kiev para restablecer la estabilidad. La intransigencia de Washington y de los ultranacionalistas ucranianos demostró que esta política había fracasado.

El Kremlin hizo entonces tres cosas para cambiar las tornas contra el ejército ucraniano de la OTAN.

  • En primer lugar movilizó un número significativamente mayor de hombres para reforzar el frente, que hasta ese momento había sido un proyecto minimalista.

  • En segundo lugar acortó masivamente este sobredimensionado frente, para concentrar sus limitados recursos y enfrentar al enemigo en posiciones en las que las fuerzas de Kiev pudieran ser destruidas por la artillería y desviadas de otras contraofensivas en diversos lugares, mientras se reforzaban las líneas rusas.

  • En tercer lugar, comenzó a lanzar misiles y aviones no tripulados para debilitar la infraestructura energética de Ucrania, desviando los recursos de Kiev a la defensa de su red eléctrica, lo que obstaculizó su esfuerzo bélico general.

    Aproximadamente el 18% del territorio de la antigua República Socialista Soviética de Ucrania está ahora controlado por las fuerzas rusas. Otro 2% se ha anexionado formalmente a la Federación Rusa, aunque en la actualidad está en manos de las fuerzas de Kiev. El resto de Ucrania ha sido neutralizado como Estado funcional. Su economía ha sido destruida y Kiev depende política y económicamente de Washington para sobrevivir. Ucrania se está convirtiendo gradualmente en propiedad de los países occidentales, siendo su industria de defensa la última adquisición de sus saqueados recursos estatales.

    La pertenencia de Ucrania a la OTAN ha sido neutralizada por la Operación Militar Especial rusa, aunque la OTAN posee ahora efectivamente un ejército en Ucrania.

    Como se ha señalado, septiembre fue el punto álgido de la fortuna militar de Kiev. Gracias a los servicios de inteligencia occidentales y a la tecnología por satélite, Kiev fue capaz de detectar la debilidad numérica de las largas líneas rusas, que contaban con una fuerza expedicionaria relativamente pequeña, probablemente de no más de 150.000 hombres. Era bien sabido que los contratos de 6 meses de los soldados enrolados finalizaban en ese momento y que alrededor de 30.000 tendrían que ser reemplazados ese mismo mes. La OTAN dirigió las ofensivas ucranianas, que hasta entonces se habían caracterizado por su fracaso, hacia las brechas en las líneas rusas.

    Rusia abandonó territorios que le importaban poco, sobre todo en el norte, alrededor de Kharkov. El corredor terrestre meridional de Rusia a Crimea era mucho más importante que el norte y hacia allí se trasladaron las tropas rusas. Hay que tener en cuenta que el territorio alrededor de Járkov puede estar sólo temporalmente en posesión de Kiev. Todavía hay formaciones rusas allí y grandes unidades rusas están situadas al otro lado de la frontera, en Rusia y Bielorrusia, listas para atacar si se les ordena. La presencia de estas fuerzas significa que Ucrania no puede permitirse trasladar hombres al sureste, no sea que los rusos reaparezcan al otro lado de la frontera y asesten un golpe moral a Kiev, al arrebatarle más territorio. El suministro de armas occidentales se ha vinculado a que Kiev al menos resista y la posibilidad de que avance sea creíble.

    Más al sur los rusos abandonaron la orilla derecha del Dnieper y la ciudad de Kherson. Se sabía que este era un territorio indefendible si los ucranianos aplicaban suficientes recursos para su captura. Resultó ser difícil de abastecer. El nuevo mando militar ruso quería que los 30.000 soldados que lo tenían en su poder se trasladaran a otro lugar. Las tropas rusas se trasladaron al lado oriental del Dnieper con pocas bajas. Los rusos decidieron que no merecía la pena sufrir bajas por defenderla. Desde la ocupación de Kherson por las fuerzas ucranianas, ha demostrado ser una piedra de molino alrededor del cuello de Kiev. Es en gran parte inhabitable y peligrosa. No se ha podido utilizar para nuevas ofensivas y la población civil ha huido en gran medida.

    El ejército de la OTAN en Ucrania no logró infligir las bajas necesarias para convertir la ordenada retirada rusa en una derrota. En su lugar el ejército en retirada infligió muchas más bajas a los ucranianos que avanzaban y habían abandonado sus posiciones defensivas más seguras. El elevado número de bajas impidió el lanzamiento de nuevas contraofensivas contra los rusos, numéricamente inferiores.

    Rusia ha movilizado ya a unos 350.000 efectivos, con una previsión de 1,5 millones en un futuro próximo y ha nombrado a un general muy competente en guerra defensiva, que ha puesto orden y dirección a la Operación Militar Especial. Desde entonces se ha reorganizado de nuevo, lo que indica que es inminente una nueva fase de la guerra en la que se prevé una guerra terrestre a gran escala y en la que será imprescindible la cohesión de las armas combinadas. Los grupos tácticos de batallones de la Operación Militar Especial se están reorganizando en las estructuras militares del ejército convencional, dentro de los distritos militares.

    La batalla por la zona de Bajmut/Artemivsk es la mayor batalla de la guerra y resulta instructiva. Algunos la han llamado el Stalingrado de esta guerra, pero esto tergiversa la naturaleza de la batalla.

Occidente le ha restado importancia y sus medios de comunicación y analistas han declarado su incomprensión ante los esfuerzos rusos en la zona. Evidentemente Kiev no es de la misma opinión. Tiene algunas de sus defensas más fuertes y atrincheradas en Bajmut. Ha enviado decenas de miles de soldados a la zona para defenderla. Los ucranianos saben que la ciudad es un importante centro de comunicaciones y el eje de la línea defensiva general, que se vería minado por cualquier retirada. Retroceder supondría reunir a las tropas en posiciones defensivas mucho menos fortificadas, donde estarían cada vez más expuestas a la artillería.

Los rusos están concentrando sus esfuerzos, principalmente a través del grupo Wagner, en este objetivo por varias razones. En primer lugar la operación ha atraído y concentrado a un gran número de unidades ucranianas en una zona en la que la artillería rusa puede emplearse con un efecto devastador. La cantidad de proyectiles rusos disparados es aproximadamente 8 veces superior a la de proyectiles ucranianos. Las fuerzas de Wagner y las fuerzas regulares rusas avanzan lenta y cautelosamente donde pueden y todo el tiempo mantienen inmovilizados a los defensores, que pueden ser diezmados por el fuego de la artillería. Hay una pinza norte y sur alrededor de la ciudad y los ucranianos están retrocediendo a pesar de la cantidad de tropas que tienen allí.

Bakhmut, al atraer a la batalla a un número cada vez mayor de fuerzas de Kiev, ha impedido las ofensivas ucranianas en otras zonas, mientras las fuerzas rusas siguen siendo limitadas en ellas, en tanto lleguen a acumularse.

Los rusos se han dado cuenta de que pueden causar bajas desproporcionadas a los ucranianos, de alrededor de 5 ó 6 a 1. Esto se debe a que las fuerzas de Kiev luchan por el territorio, mientras que el objetivo ruso es la desmilitarización. En efecto, esto significa que los ucranianos lucharán de forma más temeraria para mantener y/o ganar territorio, mientras que los rusos no tienen ningún problema en abandonarlo para retirarse y volver a luchar. La superioridad artillera es la clave de ello. Se estima que el 90% de las bajas en la guerra son causadas por la artillería y, por supuesto, Rusia tiene una gran ventaja en este terreno.

El coronel Richard Kemp lo confirmó en una entrevista con The Telegraph:

"Los ucranianos han luchado duro por Bajmut y han sufrido un gran número de bajas. Los rusos también han sufrido bajas allí, en número significativo. Pero ha tenido un efecto realmente horrible en la fuerza del ejército ucraniano… Los rusos calcularon que aquí es donde podían matar a un gran número de ucranianos y eso ha resultado ser cierto".

Cuando los ucranianos anunciaron que defenderían Bajmut sin importar las pérdidas y hasta la muerte, el líder de Wagner, Prigozhin dijo "¡Por favor! Resistan. Luchen hasta el final".

Prigozhin es un notable empresario de San Petersburgo, que comenzó como vendedor de perritos calientes antes de convertirse en proveedor de catering para el departamento de educación ruso y, finalmente, diversificarse en la esfera militar privada, de la que Estados Unidos fue pionero. Su Wagner PMC (Wagner Private Military Company) reclutó a muchos hombres en las cárceles rusas, ofreciéndoles una amnistía por firmar contratos de seis meses en Ucrania. Resultó ser una empresa muy eficaz. Algunos sugieren que se reclutaron hasta 50.000 convictos. Los reclutas convictos de Wagner fueron utilizados para la dificilísima tarea de la lucha urbana y la limpieza de campos de minas. Sin duda han sufrido muchas bajas dada la naturaleza de su tarea, pero han ayudado a infligir bajas aún mayores a los ucranianos al atraerlos a zonas con alta concentración de fuerzas. Wagner ha paliado la escasez temporal de tropas rusas y ha salvado las vidas de soldados rusos, al tiempo que ha limpiado las cárceles de criminales violentos, ahorrando al Estado un gasto considerable. Los propios prisioneros pasan de ser escoria criminal a héroes libres, con útiles habilidades militares, si sobreviven a sus contratos.

El hecho de que un vendedor de perritos calientes se convirtiera en general en un Stalingrado nos dice todo lo que necesitamos saber sobre el caos de la Rusia capitalista de Yeltsin y por qué dio paso al liderazgo de Putin.

El Grupo Wagner ha demostrado estar formado por combatientes eficaces. Después de que lograran capturar Soledar en una dura batalla durante el mes de enero, las brigadas regulares rusas intentaron un asalto a Vuhledar, quizás para demostrar que podían hacer lo mismo que Wagner. Pero esta operación, a principios de febrero, fue una chapuza y una maniobra de flanqueo fue derrotada mediante el uso de minas antiblindaje a distancia, suministradas por Estados Unidos, que pueden ser disparadas por la artillería en zonas que se cree que ya están limpias de minas. Un batallón de voluntarios tártaros recién reclutados sufrió grandes bajas en hombres y tanques tras ser enviados a la batalla sin la defensa aérea adecuada contra drones.

Quedan por delante muchas duras y costosas batallas antes de poder tomar plazas como Soledar, Vuhledar y Bakhmut y los rusos siguen cometiendo errores militares al escalar los combates.

https://drpatwalsh.com/2023/02/24/ukraine-special-military-operation-to-war-for-the-world/

1 comentario:

Luis dijo...

Hola buenas, hace un tiempo encontré en tu blog varias transcripciones de charlas de Antonio Escohotado, me preguntaba si podrías volver a subirlas, es que no las encontro ya,
Saludos